Las protestas contra Ortega, que comenzaron el 18 de abril, han dejado 295 muertos y más de 2.000 heridos, según datos publicados por la Cidh. Organismos humanitarios nicaragüenses cifran en al menos 448 los muertos.
El cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes expresó este domingo sus deseos de mantener vivo el diálogo entre el Gobierno de Daniel Ortega y las fuerzas opositoras, que se mantiene estancado tras el incremento de la represión estatal en el marco de las protestas antigubernamentales iniciadas el pasado 18 de abril.
“Nosotros queremos mantener viva esa llamita”, dijo Brenes, también arzobispo de Managua, tras oficiar una misa en la Catedral Metropolitana.
El diálogo, cuyos mediadores y testigos son los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, se instaló a mediados de mayo pasado, pero se ha desarrollado de forma intermitente y permanece suspendido desde el pasado 25 de junio, cuando celebró su última sesión.
El presidente Ortega calificó de “golpistas” a los obispos de la Conferencia Episcopal, y consideró que son cómplices de las fuerzas internas y de los grupos internacionales que, a su juicio, actúan en Nicaragua para derrocarlo.
Ortega hizo esas acusaciones ante miles de sandinistas en una plaza de Managua y mientras conmemoraba el 39 aniversario de la revolución sandinista.
El 7 de junio, la Conferencia Episcopal propuso a Ortega que adelantara a marzo de 2019 las elecciones fijadas para 2021 y que renunciara a presentarse a la reelección, pero Ortega lo rechazó y pensó que la propuesta mostraba que los obispos estaban “comprometidos con los golpistas”, según dijo el 19 de julio.
Pese a esas acusaciones, el cardenal Brenes afirmó que existen “una cantidad de personas que nos dicen: no se retiren del diálogo”.
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“Sabemos que hay todo un apoyo a nivel internacional de las Conferencias Episcopales, de líderes políticos, aún en muchos líderes de izquierda que están invitando a que se siga promoviendo el diálogo”, sostuvo.
Asimismo, Brenes explicó que en los diálogos a menudo ocurren esos altibajos y recordó la experiencia vivida en la década de los años de 1980, cuando Nicaragua estaba sumergida en una guerra civil y que también era gobernada por Ortega.
“A veces daba la impresión de que el diálogo se caía, porque las partes se retiraban de la mesa, pero luego seguía”, hasta que se alcanzó un acuerdo, recordó.
Consultado sobre la solicitud que hizo el opositor Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de participar en el diálogo, Brenes dijo ese colectivo tiene que hacer esa petición al Gobierno o a la Alianza Cívica para que sea incluido en una de las partes.
A mediados de julio, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y la Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) ya alertaron de que integrantes de la Iglesia católica estaban sufriendo ataques por su mediación en el diálogo y por proteger la integridad física de los manifestantes.
Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, también con Ortega siendo presidente.
Las protestas contra Ortega se iniciaron el 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.