En el caso de la “volada” del exguerrillero narco traficante Santrich, y es claro que surgen muchas preguntas como: ¿Se logró la fuga con la complicidad del aparato judicial encabezado por las cortes y la JEP?
Recordando los avisos que aparecen en los aeropuertos anunciando las llegadas y salidas de los vuelos, es conveniente analizar lo que sucede en Colombia ante la llegada y/o salida de algunos personajes.
En los últimos días es preciso analizar lo que sucede entre la “salida” del narcotraficante Santrich y la “llegada” del exministro Arias.
Lo más destacable es la reacción furibunda de los mamertos criollos, al demostrar un aumento y reforzamiento de “todas las formas de lucha” con la paciente aquiescencia de un gobierno “tibio y timorato”. Dicha reacción desbocada del mamertismo, ha estado encabezada por la labor mediática encabezada por el semanario conocido y la cadena radial mamerta. En el semanario organizaron el teatro de uno de los columnistas que dizque renunció para reaparecer reforzado, y en la cadena radial se ha visto la intensificación en las manifestaciones de algunos de sus colaboradores como el “pontífice jurídico” de la Luciérnaga y la “pasionaria” de la “Hora 20”.
En primera instancia está el caso de la “volada” del exguerrillero narcotraficante Santrich, y es claro que surgen muchas preguntas como: ¿Se logró la fuga con la complicidad del aparato judicial encabezado por las cortes y la JEP? Lo que si queda claro es que en Colombia “hicimos el oso” gracias a la pasividad del gobierno.
Con la “llegada” del exministro Arias se ha revivido el hecho de que se montó una persecución implacable a todo aquel que apareciera como aspirante a la presidencia, contrario al mamertismo o partidario del expresidente Uribe. Esto arrancó con el exministro Arias, pero no deben olvidarse los casos de L.A. Ramos y O.I. Zuluaga. Es claro que todo este tinglado se montó “desde arriba”.
A los futuros “presidenciables” como Carrillo, Holmes y tantos otros solo cabe recordarles: “Si rasuran al vecino pon tu barba a remojar”.
Aparece siempre una nefasta influencia que viene “desde arriba” y es preciso analizar entonces por el estamento que ocupaba esos altos niveles, encabezados por el expresidente que contradijo inicialmente sus compromisos y luego propicio toda clase de corrupciones para reelegirse.
Lo más preocupante es que pueda llegarse a la conclusión que, respecto al actual gobierno, está circulando profusamente: “Cambió el presidente, pero no el gobierno”. Esto parece estar confirmado por la actitud del gobierno de no aplicar para nada el “espejo retrovisor” como si pretendiera ocultar el desastre que recibió. Fuera de lo anterior, recientemente el primer mandatario aprobó una ley que favorece a los bandidos porque sus delitos fueron cometidos dizque con fines políticos. ¡Ya voy Toño! Pero “no temáis” de ahora en adelante si serán combatidos con toda autoridad y firmeza. “Como no, moñito”. Se invita a una gran reflexión preelectoral con un: “El que entendió, entendió”.
En el lapso entre la “partida” y el “arribo” mencionados, se revivieron los acostumbrados debates sobre el uso del glifosato y la doble instancia.
La eliminación de las aspersiones con glifosato que, claramente, se hicieron en contubernio de los “de arriba” del gobierno anterior con las Farc, dizque en busca de la esquiva paz. Esa decisión se hizo para atender una de las primeras condiciones de los narcotraficantes. En la actualidad se sigue encontrando una férrea oposición a la fumigación por parte de la corte constitucional, claramente infiltrada por el expresidente Santos. Es claro que esta decisión propició un colosal aumento de los cultivos de coca, que, entre otras cosas, ha propiciado también el altísimo consumo interno. En otras palabras, el problema no es solo de los gringos, como afirmaba un expresidente que dizque “hacía pensar al país” sino que el problema se salió de las manos internamente, y son claras las consecuencias que se viven a diario.
En cuanto a la doble instancia que, maliciosamente ha sido calificada por el mamertismo, como ley Arias, hay que decir que el mamertismo llega a un paroxismo frenético ignorando que la tal JEP, no es otra cosa que otra doble instancia, con la condición de que los narcotraficantes terroristas serán amnistiados.
El lector puede preguntarse ¿por qué hay tantas referencias a “los de arriba” del gobierno anterior?
Lo que pasa es que los “hechos son tozudos” y permanentemente se demuestra que muchos hechos nefastos, como el “inexistente” acuerdo de la Habana, tuvieron su origen en ese estamento. Claramente se trata de un nivel de poder y de toma de decisiones, que algunos llamaron “el establecimiento”, que no solo abarca el ámbito nacional, sino que en el aparecen claras las influencias del exterior (Rusia, Cuba, Venezuela y…).
Se está cumpliendo el dicho: “Para verdades el tiempo y para Justicia Dios”, por lo menos en la primera parte, dada la forma como se han estado revelando muchas corrupciones como la influencia de Odebrecht en la reelección del representante anterior de “los de arriba”, y la “mermelada” repartida en cantidades industriales como se vio en la proliferación de agencias burocráticas que aún subsisten, y en los contratos leoninos propiciados por personajes aún “intocables”. La segunda parte del dicho esta demorada, pero que llega, llega.