La palabra “engavetar”, asfixiada por la corruptela, sucumbió a su origen, a su apacible acepción…
El término “engavetar”, lo volvió a poner sobre la mesa el caso Semana-Coronell. En la que fue su postrera columna en dicha revista (intitulada La explicación pendiente), Daniel Coronell al referirse a que el medio no publicó las directrices del comandante del ejército de Colombia que ordenó a sus subalternos duplicar las bajas y capturas –en medio del berenjenal del embeleco The New York Times– sentenció en un acápite del artículo que “es inevitable que una parte importante de los lectores de Semana, se haya quedado con la sensación de que la historia fue engavetada para ayudarle al gobierno”. Días después, cuando se conoció el entendible “no va más” de Coronell, el director Alejandro Santos Rubino, vía tuiter, explicó que “jamás hemos engavetado –ni engavetaremos– investigaciones periodísticas de interés público”.
El día 19 de mayo de los corrientes, El Tiempo al referirse a los poderosos magistrados enlodados por el “cartel de la toga”, dio a conocer que “los testimonios terminaron salpicando a Jorge Perdomo, sindicado de haber intentado apoderar a políticos a quienes les habría prometido ‘engavetar’ sus procesos acudiendo a Éyder Patiño”. Hace 26 semanas, el representante investigador del caso Malo, Edwin Rodríguez, denunció al Senado por “engavetar” el expediente. El portal La otra cara, el 15 de noviembre de 2018, se preguntó: “¿Qué ganan los magistrados de la Corte Constitucional, engavetando los procesos?” Y se refirió in extenso a la escuela del engavetamiento, que, en su sentir, fue cimentada por Jorge Pretelt, Rodrigo Escobar Gil y otros.
No contento con lo anterior, el 10 de octubre de 2017, el exmagistrado y expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Leonardo Bustos, negó haberse reunido con el magistrado Gustavo Malo para “engavetar” el proceso de Musa Besaile por parapolítica. Entretanto, el 28 de septiembre de 2015, el magistrado y expresidente de la Corte Constitucional, Nilson Pinilla, en diálogo con 6 A. M. Hoy por Hoy, recordó que el magistrado Jorge Pretelt “engavetaba procesos que correspondían a personas adineradas de la región Caribe”. También, el 27 de junio de 2017, El Colombiano tituló: “Investigan juez que habría engavetado proceso contra Jhon Calzones”. Se refería al alcalde de Yopal, John Jairo Torres, motejado como tal, beneficiado presuntamente porque el presidente de la Sala Disciplinaria (magistrado Pedro Sanabria) habría incurrido en irregularidades al demorar o “engavetar” el proceso por más de 120 días.
Hace seis meses pidieron al presidente de la Cámara de Representantes, Alejandro Carlos Chacón, no “engavetar” la reforma a la justicia. Una nota en Noticias Uno, de hace tres años, le apostó a denunciar que el expediente “engavetado” por Alberto Rojas Ríos, impedía la restitución a víctimas en el Magdalena. Y un artículo en un periódico cubano, que aludía la “pandilla de los ocho”, relató que “Rubio, engavetó la propuesta de ley”. En fin, no terminaríamos de citar asuntos y manifestaciones que involucran la palabra “engavetar”. Lo cierto del caso es que “engavetar” viene de guardar algo en una gaveta. Y una gaveta, es un cajón corredizo que hay en los escritorios y que sirve para guardar lo que se tiene a la mano. En Colombia hace carrera aquello de que “engavetar” es aplazar o posponer.
Dicho término, incluso, le valió al doctor José Gregorio Hernández, expresidente de la Corte Constitucional, para que el 15 de junio de 2015, titulara su columna para Colprensa: “Engavetar”. Y desarrolló la tesis de que “en Colombia, el término se refiere a la conducta del fiscal, juez o magistrado que, a pesar de tener un término para tomar una decisión, opta por guardar en su escritorio el expediente, retardando una providencia” Esta palabreja, pues, ha sido apropiada para lo malo, para lo que retarda deliberadamente decisiones, cuando su origen es absolutamente noble e inane: guardar algo en una gaveta. Y la palabra gaveta, es sinónimo de cajón. De hecho, algunas personas se refieren a un mueble con cajones para almacenamiento como gavetero o cajonera. Sí, engavetar es un verbo, como categoría gramatical, pero que con énfasis se utiliza hogaño, para denotar “archivo” en sentido perverso. La palabra “engavetar”, asfixiada por la corruptela, sucumbió a su origen, a su apacible acepción…