La cuestión de la imprevisión o la mala prevención no es cosa nueva, y existe en todos los niveles, aunque se ha resaltado con la nueva pandemia.
Al escribir esta columna durante la Semana Santa coincidente con la cuarta semana de cuarentena, obligada por la batalla contra el Coronavirus y habiendo cumplido los ochenta años de edad quien esto escribe, es muy conveniente hacer algunas reflexiones relacionadas con la situación, que se vive en la actualidad, relacionada con la lucha contra la pandemia desatada contra la humanidad.
Ciertamente, el fragor de la batalla trae a la memoria las palabras de Winston Churchill al referirse a la última batalla global, la Segunda Guerra Mundial, cuando describió las circunstancias que se vivían entonces, con la frase: “Sangre, sudor y lágrimas” (Blood, sweat and tears” en inglés). Como terapia para atender a esta situación, la filosofía cristiana tiene las tres virtudes teologales: “Fe, esperanza y caridad” que bien describen, en pocas palabras, la manera como debe enfrentarse la pandemia.
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Como “hay que ser positivos” y por aquello que sabiamente dice el refrán: “No hay que por bien no venga”, hay que reconocer que la pandemia ha ejercido una función de “Igualador” (Recordando la serie de TV: The Equalizer) del ser humano, que algunas veces ha olvidado que: “No eres más porque te alaben, ni menos porque te vituperen. Lo que eres, eso eres”. En efecto, como recordaría el filósofo criollo Marañas: “Aquí no se queda nadie” y además “De aquí no se llevan nada”, siendo claro el significado de la palabra “Aquí” en las frases.
En otras palabras, recordando las enseñanzas religiosas que se impartían otrora, se trata de la presencia de uno de los Pecados Capitales: La Soberbia que en la actualidad se combate, con la “colaboración” de la pandemia, con la virtud de la Humildad. El que entendió, entendió.
También se ha demostrado, aún a nivel de las naciones: ¿Cual más o cual menos “fue cogido con los pantalones en la mano”? porque surgieron muchas demostraciones de mala prevención o imprevisión y carencia o falta del “arsenal” necesario para emprender la batalla contra el virus.
La cuestión de la imprevisión o la mala prevención no es cosa nueva, y existe en todos los niveles, aunque se ha resaltado con la nueva pandemia. Bastaría considerar los innumerables asentamientos urbanos que carecen del suministro de agua potable y del alcantarillado, para no profundizar en los rurales en donde es calamitosa la situación. Son innumerables, por ejemplo, los muertos por causa de enfermedades diarreicas principalmente entre los niños, y así por el estilo. Algo similar ocurre en muchas otras situaciones como la del hacinamiento en las cárceles.
Empiezan a aparecer muchas teorías relacionadas con el origen de la pandemia que van desde el desaseo en la práctica normal de la población y la ingestión de alimentos mal preparados hasta lo que algunos han denominado la Tercera Guerra mundial iniciada por un ataque de China al mundo capitalista y ya algunos comentaristas recuerdan a Pearl Harbor. Los analistas lo dirán en su momento, pero no hay que olvidar un dicho gringo que acuñaron cuando surgió el equipo de Basket-Ball llamado el “Dream Team” (El equipo de ensueño): “Don ´t mess with US”, en donde la palabra US tiene los dos significados United States y nosotros en inglés, y quiere decir: “No se metan con nosotros”. “¡Amanecerá y veremos!”.
En estas luchas por la supervivencia, relucen los comportamientos heroicos de muchos miembros de la sociedad, como los que componen el cuerpo médico y los guardianes del orden. Paradójicamente también aparecen los aprovechadores que buscan el propio beneficio, como: los especuladores y acaparadores, acompañados por algunos componentes de la “gavilla mediática” que descaradamente andan en busca de la tal pauta publicitaria y ¡cómo no! los burócratas politiqueros que hacen gala de un desmedido protagonismo.
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En medio de los aislamientos a los que es preciso recurrir en esta lucha, es claro que algunos organismos y entidades, como los fabricantes de alimentos y drogas farmacéuticas, las que garantizan la seguridad y el funcionamiento de las vías, las que prestan los servicios públicos y tantas otras de índole estratégica, tienen que seguir funcionando bien.
Es el caso, por ejemplo, de las Empresas Públicas de Medellín, EPM. A pesar de que han pasado casi desapercibidos los cambios en su alta dirigencia, la comunidad se pregunta: “¿Que hay detrás de los cambios en la estructura de EPM?”.
Resulta que dichos cambios, aparentemente pasaron “cual rayo de luz” por la Junta de EPM, y a pesar de que en el Concejo de la ciudad se preguntó por su debida justificación, surgió el “eso debe estar bien estudiado y justificado”, con que se suelen omitir los debidos controles.
¡Cuidado! A la manera del “Remember El Alamo” de los texanos, hay que decir: “Recuerden a Space”, el colapso de la torre de la unidad residencial, porque allí ocurrió que al son de: “eso debe estar bien calculado y diseñado” bajaron la guardia y ¡pasó lo que pasó!