Lo que le espera a Latinoamérica no es nada halagador. Millones que van a engrosar las filas de la pobreza. Las múltiples generaciones de progreso social súbitamente borradas
Cuando el enfermo comienza a sanar luego de un largo período de convalecencia y creyendo estar totalmente recuperado comienza a hacer movimientos nada recomendables por los médicos, entonces la recaída es inevitable. El símil se puede aplicar a lo que hoy atraviesan los Estados Unidos donde por recomendación del ejecutivo, desconociendo las directrices de las autoridades sanitarias y con un afán electoral, muchos estados abren sus economías sin haber puesto en ejecución un plan por etapas como lo sugirieron los expertos.
La Organización Mundial de la Salud-OMS anunció esta semana un aumento dramático de casos en el planeta: 183.000 en un solo día, lo que supera las cifras más altas de abril. De ese total, una quinta parte en los Estados Unidos muy a pesar de los anuncios del vicepresidente Mike Pence menospreciando una segunda ola de infecciones, señalando que el número de muertes iba en descenso y que se iba ganando la batalla.
No es ninguna sorpresa que los estados donde el rebrote se ha acentuado hagan parte de la bancada republicana que siguió los erráticos llamados del presidente para reabrir la economía a cualquier precio. El caso más crítico hoy es Florida donde los números son alarmantes obligando a varios alcaldes a cerrar playas, evitar el contacto masivo e incluso exigir el uso de tapabocas. Texas está pagando el costo de una apertura prematura con los hospitales llegando al límite por el número de pacientes contagiados. Una situación similar se vive en Arizona
El mapa del rebote muestra una concentración en el sur del país, mientras el noreste se recupera y ve caer no solo el índice de contagios sino la cifra de muertes. Nueva York que fue de lejos el estado más impactado ahora muestra que con el liderazgo de su gobernador y siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias es posible superar los momentos de mayor dificultad.
Habría que preguntarse las razones por las que unos estados hayan podido aplanar la curva de contagios y muertes al tiempo que en el sur se observe lo contrario. De acuerdo con una encuesta del New York Times y Sienna los votantes mayoritariamente estaban a favor de darle prioridad al control de la pandemia por encima de una reapertura de la economía. Sin embargo, los votantes del partido republicano presuntamente apegados a las directrices de la Casa Blanca y las opiniones de los columnistas de Fox News optaron por una vía opuesta.
Es bien sabido que Donald Trump desde un comienzo desestimó los alcances de la pandemia siendo el argumento principal el triunfalismo económico de su mandato por encima de las vidas y los enfermos. Lo que siguió después es bien conocido. Aunque aún faltan varios meses para las elecciones, el presidente ha perdido parte de su base de electores que ven como las muertes se acercan a 130.000, la economía colapsa y la gente va perdiendo la esperanza. Lo mas absurdo es hacerle creer a la opinión publica que el virus se va desvaneciendo, que una segunda ola es un invento de sus opositores y portar una máscara es símbolo de flaqueza.
La situación en América Latina no es menos dramática pues se está lejos de pasar la primera fase. En la región los casos se han triplicado en menos de un mes. Brasil lleva la carga más pesada con más de un millón doscientos mil infectados y las víctimas fatales 55 mil. Bolsonaro en su infinita ignorancia, repitiendo el modelo Trump culpando a la oposición y los medios ya es segundo en ambos conteos. López Obrador no se queda atrás con un discurso demagógico y centrado en su personalidad. La masificación de pruebas, el más importante indicador del avance de la pandemia no arranca, lo que sumado a la indisciplina social obliga a las autoridades a tomar medidas draconianas de control.
El virus que importaron los más ricos luego de sus periplos por Europa y el Norte, se va extendiendo a los más vulnerables. Los llamados para que la población entienda la importancia del confinamiento y distanciamiento social no encuentran eco en particular entre los jóvenes. Con tan solo el 8 por ciento de la población global, Latinoamérica aporta la mitad de las muertes.
Lo que le espera a la región no es nada halagador. Millones que van a engrosar las filas de la pobreza. Las múltiples generaciones de progreso social súbitamente borradas. Tantos que veían como su ascenso en la escala social hacia la anhelada clase media, tendrán que esperar a ver que les depara un futuro que nadie se atreve a predecir. La generación de nuevos emprendedores frustrada por el cierre masivo de pequeñas y medianas empresas y muchos sueños truncados.