Una vez perpetrada la estulticia del “diplomático”, el titular de la primera magistratura no se ha pronunciado en la forma en que debía hacerlo
Quien iba a vaticinarle al cavernario Alejandro Ordoñez que pese a haber perdido la consulta de su partido con Marta Lucía Ramírez, algún día llegaría a ser, sin mayor esfuerzo, presidente de esa Colombia camandulera y retrógrada que siempre ha anhelado.
Para llegar a tanto sin merecimiento alguno y seguramente sin proponérselo, al incinerador de libros solo le bastó apoderarse en forma descarada de la política exterior colombiana, y exponerla sin ningún miramiento en un escenario internacional propicio: La Organización de Estados Americanos.
Lea también: El deporte nacional
Allí, en plena asamblea y asumiendo la vocería de un gobierno que lo “enmermeló” con semejante chanfa, el destituido exprocurador tuvo la desfachatez de aseverar que los miserables migrantes que salen de Venezuela semidesnudos y con hambre, son enviados del dictador Maduro para expandir el socialismo del siglo XXI en el continente.
Tamaña ridiculez sólo cabe en la retorcida mente de un sujeto como Ordoñez, quien con ella desató una contundente respuesta por parte de casi todos los líderes democráticos y sensatos del continente, asombrados por semejante tesis.
Rechazo abrumador, es cierto, dentro del cual es notoria la ausencia del propio gobierno colombiano, al parecer resignado a tener que soportar semejante mequetrefe diplomático quien sabe por cuánto tiempo más para no enojar a los amos de la camada más reaccionaria.
De ahí el burlesco título de la nota, pues una vez perpetrada la estulticia del “diplomático”, el titular de la primera magistratura no se ha pronunciado en la forma en que debía hacerlo, dando a entender con esa pasiva postura que, o comparte lo dicho por su vocero en la OEA, o teme de algún modo decirle de una vez por todas quien es el que traza y dirige la política exterior colombiana.
Lo mismo ocurre con el singular ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Holmes Trujillo, quien a tientas y con tibieza suma, le solicitó a su errado –aunque para el caso debiera escribirse con h- embajador ante la OEA, una rectificación, la cual tampoco se ha producido, quedando la impresión de que el verdadero canciller es Ordoñez.
En cualquier otro gobierno y en cualquier otro país, un episodio como este habría tenido un desarrollo totalmente distinto, pero en Colombia no, porque aquí, al menos en este caso, el que parece tener la razón y fijar la posición gubernamental, es el troglodita que devenga en la OEA.
Planteadas así las cosas sin que hasta el momento haya razón alguna para pensar distinto, cabe esperar cual será la posición del “canciller” ad hoc alrededor de otros temas fundamentales para Colombia, por ejemplo, el relacionado con el inocultable enfrentamiento que hay entre Estados Unidos y las altas cortes, sometidas en los últimos días al más vulgar chantaje.
“O mis intereses o sus visas”, parece ser la consigna trazada desde el país del norte, y quienes creen que no hay presidente ni canciller que orienten el asunto como debe ser y fijen una posición erguida, estarán ansiosos por conocer cuál será la postura del insufrible Ordoñez.
Y esperan también que hable y dicte sentencia, por ejemplo, sobre la aspersión aérea con glifosato para erradicar los cultivos de coca; las negociaciones que tengan que ver con el comercio exterior o la inversión en proyectos tecnológicos.
Loor, pues, a quien desde su dorado refugio diplomático, hace las veces de presidente, canciller y embajador al mismo tiempo.
TWITERCITO: Antes era Roma locuta, causa finita. Ahora es: Ordoñez afirma, Duque y Holmes aceptan.