Bolsonaro y muchos de los extremistas que están imponiéndose en las elecciones de diferentes países, son la antítesis de los valores democráticos.
En los últimos años, mayorías ciudadanas de diferentes democracias de occidente, a la hora de acercarse a sus periodos electorales, están optando por elegir ideas extremas o respaldar mayoritariamente a los candidatos “antisistema”. Grupos radicales, tanto de izquierda como de derecha, están ganando terreno con propuestas disruptivas, que prometen cambios vertiginosos con soluciones inmediatas y reformas estructurales que, en algunos casos, van en contravía de la democracia misma.
El caso más reciente es el de Jair Bolsonaro, el candidato ultraconservador en las elecciones de Brasil que está a punto de quedarse con la Presidencia. De talante autoritario, racista, homofóbico y misógino –calificativos que no son gratuitos, sino que están respaldados por diferentes actitudes y declaraciones a lo largo de su carrera política–, Bolsonaro ha capitalizado los problemas de corrupción e inseguridad en su país durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), para impulsar su polémica propuesta política, hasta el punto de casi quedarse con la jefatura de Estado en primera vuelta.
Su posible mandato, también amenaza con dejar graves consecuencias para el medio ambiente, pues, de llegar a ser investido, su país –poseedor de más de la mitad de la selva amazónica–, podría salir del Acuerdo de París, y las posibilidades de explotación indiscriminada del llamado “pulmón del mundo” aumentarían, a causa de la cercanía de este político con grupos de poder interesados en la deforestación del Amazonas. No por nada, este conjunto de “cualidades” de Jair Bolsonaro, le han merecido el apodo mediático del “Trump brasileño”.
Bolsonaro es, en este momento, la representación del político extremista que está encontrando cabida en las democracias occidentales y que amenaza con poner en riesgo el sistema democrático. La desconfianza de los ciudadanos en sus instituciones; las crecientes y en algunos casos desbordadas expectativas de las sociedades modernas –que muchas veces se asocian más con estados de satisfacción particulares y no con el bienestar del conjunto de la población–, y la apatía por las discusiones públicas sobre las problemáticas sociales combinada, a su vez, con la búsqueda de soluciones exprés a los grandes problemas, pueden ser algunos de los factores que estén favoreciendo el incremento de ese descontento generalizado por las propuestas moderadas, lo que ha facilitado la pululación y el triunfo de las ideas radicales.
Ante esta situación, conviene volver la mirada sobre lo que ha analizado y propuesto el gran pensador Amartya Sen, ganador del popularmente denominado “Premio Nobel de Economía” de 1998. En un artículo llamado “El valor universal de la democracia”, Sen exponía:
“¿Qué es democracia exactamente? No debemos identificar democracia con gobierno por la mayoría. La democracia tiene complejas exigencias, que ciertamente incluyen la votación y el respeto por los resultados electorales. Pero también requiere la protección de libertades, el respeto por los derechos legalmente conferidos, la garantía de discusión libre, la distribución de noticias y comentarios sin censura alguna”.
Justamente, Bolsonaro y muchos de los extremistas que están imponiéndose en las elecciones de diferentes países, son la antítesis de los valores democráticos y utilizan los comicios como instrumento para legitimarse en un poder con el que empiezan a tomar decisiones autoritarias que van desmontando la democracia. ¿Cuáles son nuestras prioridades como sociedades? ¿Estamos dispuestos a sacrificar derechos por promesas de bienestar económico y seguridad poco fiables? ¿Qué tanto nos informamos críticamente? Los extremismos y sus peligros están en auge… ¿cómo frenarlos?
Nota de cierre: la primera parte de esta columna fue publicada el 28 de julio de 2016. En esa oportunidad, la reflexión estaba asociada, especialmente, al terrorismo yihadista y su contracara en Occidente: el surgimiento de peligrosos movimientos nacionalistas y antinmigrantes. Puede leerla en www.elmundo.com
Lo invitamos a leer: El peligroso auge de los extremismos