No es políticamente correcto decir que la democracia no funciona porque la clase política bloqueo el legítimo acceso de Petro al poder
El famoso Cantoalegre de Medellín hizo famosa en Colombia esta coloquial canción española, hoy políticamente incorrecta, por cierto. ¿A qué voy? A que lo que era impolíticamente correcto ayer hoy no lo es y al revés. Es decir, había épocas en las que se podía decir chistes de minorías y hoy eso es impensable, así como de defectos de habla como la tartamudez. Pero hoy se pueden decir cosas que antes eran muy mal vistas. Los tiempos cambian. Por ejemplo, antes se podía decir que la gente de izquierda radical quería un sistema comunista. Hoy no, porque hubo un acuerdo de paz y la Guerra Fría acabó en Colombia, un cuarto de siglo más tarde que en el resto del mundo, pero acabó.
También hoy no es políticamente correcto decir que la democracia no funciona porque la clase política bloqueo el legítimo acceso de Petro al poder, como se está diciendo y mucho. Eso era políticamente correcto hace décadas cuando Colombia sufrió los magnicidios de candidatos presidenciales, sobre todo de izquierda, o el genocidio de un partido de esa orientación, y cuando era impensable que un exguerrillero fuera candidato presidencial, y casi ganara. Pero después de que tuvimos exguerrillero ministro, gobernador y alcalde, ya empezó eso a no ser claro, sobre todo por lo bien que lo hizo Navarro en todos esos puestos. Luego más dudas hubo de hablar así cuando vimos que fueron alcaldes de Bogotá, el segundo cargo político más importante del país por elecciones un exguerrillero, un líder sindical y un nieto del fundador de la Anapo, aunque a Petro, Garzón y Moreno no les fuera tan bien como al excomandante del M19, y al último muy mal. Y hoy, después de comprobar que hay comandantes de la exguerrilla Farc con sillas sin votos en el Congreso, y que Petro llegó a segunda vuelta olímpicamente por decir lo menos, es políticamente incorrecto acusar a la democracia porque él no triunfó.
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Hay que cambiar el lenguaje, porque el sistema político, con todos sus defectos, se afinó a tal punto de que quienes decían que la democracia era ilegítima y se asemejaba a un sistema autoritario, deben reconocer que ya no es así, por lo menos en términos de grado. En Ciencia Política se dice que un sistema es más democrático o poliarquico cuando tiene menos elementos autoritarios, y quien puede dudar de esa poliarquización después del acuerdo de paz y de que hasta el candidato elegido ha dicho que no lo hará trizas. ¿Queremos más? Por supuesto, la lista es larga, larguísima de lo que hay que arreglarle a la democracia. Pero de ahí hay un largo trecho de ahí a decir que, porque un uribista fue elegido por 10 millones de personas y con el apoyo de más del 60 por ciento de las bancadas del Congreso, lo que hay es una conspiración que ilegitima ese mandato. Sobre todo, porque, insisto, en cuatro, ocho o máximo doce años, tendremos un presidente de izquierda con gran probabilidad, y ¿entonces cómo se cambiará el discurso sobre la democracia ilegítima de un momento para otro? De hecho, la izquierda más combativa verbalmente debe comprender que para que esa posibilidad real no se estropee, ya es hora de no decirle a nadie más tartamudo, aunque sea un patico.
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