“El mundo ya no es el mismo”. Una frase que se volvió repetitiva pero que cuestiona la forma como vivimos, actuamos y pensamos durante esta pausa obligada. Si salimos de esta encrucijada sin habernos cuestionado el papel que cada uno desempeña en su ámbito familiar, social y laboral, entonces se perdió un tiempo precioso. Mirando hacia el futuro, la incertidumbre y el temor se apodera del proceso de toma de decisiones lo que plantea nuevos retos y un liderazgo acorde con las circunstancias.

Lea también: Made in China

Esta pandemia ha hecho posible que los gobiernos se concentren en la salud destinando inmensos recursos para atender a los enfermos. Por fin se hace realidad, al menos por el momento, tener una especie de seguro universal y unos servidores a quienes se les reconoce su sacrificio y esfuerzo. Una deuda de muchos años que con justicia comienza a pagarse.

Contrario a la filosofía de que un aparato estatal grande es incompatible con la teoría de mercado, esta crisis ha probado que las ayudas del gobierno a los mas pobres y al sector productivo son esenciales para mitigar el hambre y evitar una quiebra masiva de empresas medianas y pequeñas. La situación ha obligado a un endeudamiento sin precedentes de los gobiernos a nivel global como única fórmula para enfrentar los estragos dejando a millones sin patrimonio y empleo.

Los llamados a abrir la economía por parte de las autoridades nacionales se han encontrado con la opinión pausada y racional de los mandatarios locales que ven con escepticismo lo que se podría venir. Son estos quienes conocen de cerca los peligros de un contagio masivo si no se toman las medidas adecuadas. Este es el papel renovado que juegan mostrando un liderazgo que pide respetar la autonomía y cuestiona el poder central que no siempre beneficia a sus ciudadanos.

A nivel organizacional, el mundo empresarial debe considerar cómo esta crisis va a modificar la interacción social, los eventos masivos, la forma de relacionarnos y en consecuencia que productos y servicios se van a ofrecer hacia el futuro. No hay que olvidar que los patrones de comportamiento del consumidor inevitablemente van a ser distintos. Estamos viendo a muchas compañías usar el momento para pensar diferente, evaluar las bondades del teletrabajo y crecer las estrategias digitales.

Mucho antes de la pandemia, el comercio en las tiendas estaba siendo golpeado por las ventas en línea. Muy interesante ver que ante las limitaciones de hacer las compras in situ, muchos grandes y pequeños establecimientos se acomodaron rápidamente ofreciendo despachar a los hogares los pedidos realizados por redes que como WhatsApp han servido de intermediarios muy efectivos entre vendedor-cliente. Por su parte los juegos en línea han sido un medio de esparcimiento fundamental en la convivencia y esparcimiento familiar.

La educación igualmente sufrirá una transformación con el lanzamiento de programas virtuales donde el papel de los maestros será fundamental para que los estudiantes cumplan con las tareas y el conocimiento no pierda su objetivo. Tristemente, la brecha entre aquellos que tienen acceso a la red y dispongan de computadores y los que carecen los mismos seguirá ampliándose.

Le puede interesar: El señor de las volteretas

Finalmente, con la introducción de tecnologías de supervivencia para monitorear a la ciudadanía, se comienza a perder la privacidad tan anhelada en todas las latitudes. No sea que estemos comenzando a vivir lo que se conoce como la sociedad ‘’orwelliana’’ en el libro 1984, donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva que sirve para reprimir.