Colombia salió del fango y avanza ante el asombro mundial hacia un horizonte antes lejano de bienestar y estabilidad democrática
Cuando yo nací España y Portugal llevaban muchos años en regimenes dictatoriales fuertes, con Franco y Salazar. Ese mismo 1964 Brasil inauguraba la primera dictadura latinoamericana y luego se contagiaron Chile, Argentina y Uruguay. Europa del Este era una enorme cárcel, de la cual se supo por Solyenitsen en 1973 por “Archipielago Gulag” y en 1984 por Kundera con la “Insoportable Levedad del Ser”. Dos años después de que nací la China Comunista se transformo en una dictadura dentro de la dictadura con su mal llamada Revolución Cultural y generó millones de muertos. Centroamérica era un puñado de dictaduras también y la colección de tiranías de diferente naturaleza era bien grande en Asia y África. Para rematar la Guerra Fría había prometido una destrucción de toda la humanidad si alguien se equivocaba de botón y existía el deseo muy extendido entre intelectuales de meter a sus países en ese gran error histórico que fue el comunismo como práctica. Estábamos además en plena guerra de Vietnam y en esa misma década se dio la invasión a Praga por parte de los soviéticos, y Oriente Próximo se volvió un enorme polvorín. Mejor dicho: nací en el Apocalipsis y se esperaba que viviera pocos y malos años estadísticamente. También nací en Colombia el mismo año que las Farc y nos sentíamos presos en las ciudades, como si fueran enormes guetos, y la cuestión pareció insoluble por muchos años.
Pero medio siglo después se que puedo recorrer de la Patagonia a Alaska sin encontrar más que unas dos o tres dictaduras y con los días contados. Además España, Grecia y Portugal son democracias estables y funcionales en países prósperos, y todos los países comunistas de Europa, que eran medio continente, ahora son regimenes democráticos, o casi todos. Ya las armas nucleares de la destrucción mutua se desmontaron como tales y hasta la china no democrática pasó de la miseria a la prosperidad mas impresionante. Los índices de pobreza bajaron en esas décadas vertiginosamente y los conflictos entre los países se acabaron en un porcentaje altísimo comparados con los siglos anteriores. Colombia por su parte venció a los narcotraficantes, a los paramilitares y a los guerrilleros que se la querían tomar, y hasta pactó con estos últimos una paz indudablemente definitiva que era insoñable, avanzando por el siglo con una crecidísima clase media y un esfuerzo enorme de modernización democrática.
A diferencia de Stefan Sweig que nació al final del siglo XIX y se suicidó en 1942 porque veía imposible recuperar el esplendor que el pinta que existía en “El mundo de ayer” y se había perdido con las guerras, a mi me pasó lo contrario. Vi transformarse una vieja oruga en una bella mariposa, y recorriendo el planeta país por país lo que veo es a una enormísima población antes excluida accediendo a las comodidades de la robótica y votando libremente o sin ya tan férreas dictaduras. Y también un país que dejó de ser tercer mundo, sin grandes ejércitos en contra, con gran obsesión por la modernización política y una población cada vez mas bien informada para votar mejor y tener mejores gobiernos. Veo ejércitos de funcionarios estatales y de organizaciones no estatales dándole gasolina a esta pesada maquina de la democracia colombiana, y a ciudadanos preocupados que antes eran desinteresados descaradamente.
La lista de problemas aun es grande, tanto en lo global como en lo colombiano, pero es que si se mira bien lo que ha pasado parece el resultado de una petición al genio de la lampara. Como si le hubiéramos dicho: quiero un mundo y una Colombia con menos guerras, menos pobreza y avanzando en vez de retroceder, y ¡zaz! Todo eso llega en el transcurso de la vida de una persona y no de varias generaciones como antes, y no se aceptan retrocesos. Y no es un embuste: mire cuantas democracias hay, como creció la clase media mundial, cuantas pocas guerras quedan y menos cruentas con algunas excepciones, de que modo miles de millones acceden a comida y bienes que antes solo eran de clases privilegiadas. Y como Colombia salió del fango y avanza ante el asombro mundial hacia un horizonte antes lejano de bienestar y estabilidad democrática. No me he tomado nada señor lector, es que no entiendo el pesimismo desmedido y solo señalo lo que vi y lo que veo.