Los gremios se están convirtiendo en trampolines para que sus cabezas de turno hagan lobby personal ante el gobierno del momento
Personalmente no estoy de acuerdo con que los dirigentes gremiales sean nombrados en altos cargos gubernamentales.
Alguien argumentará favorablemente con respecto al aprovechamiento de la experiencia adquirida, a la utilidad de la colaboración de los ciudadanos con los gobiernos de turno, a la idoneidad profesional del personaje, entre otras varias consideraciones válidas, con respecto a lo cual, no hay discusión.
En un país próximo a cumplir 200 años de Independencia y que sin embargo todavía no ha podido adentrarse ni insertarse al proceso de modernidad, el concepto de representación sigue siendo muy importante, máxime si está asociado al concepto de delegación, lo cual le genera una enorme responsabilidad al representante que además tiene la capacidad de decidir por otros.
Con excepciones notables, como en toda actividad humana, la figura gremial en cualquiera de sus formas, -pero sobre todo en los gremios económicos sectoriales o subsectoriales-, ha tenido un bajísimo perfil en Colombia, dependiendo muchas veces de las calidades personales y profesionales del dirigente de turno. Los gremios están, ahí, pero convocan poco, se preocupan poco por sus afiliados, creen que con hacer una reunión anual es suficiente, y sobre todo, se están convirtiendo en trampolines para que sus cabezas de turno hagan lobby personal ante el gobierno del momento, haciéndose visibles para poder aspirar a alto cargos, lo cual no es del todo ético, pues muchas veces sacrifican sus deberes de representantes de sus afiliados, para volverse agentes gobiernistas del gobierno de turno, abandonando la crítica constructiva y propositiva y convirtiéndose en aliados incondicionales y subordinados de los gobiernos.
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Hay gremios que tienen cientos, miles, diez miles o cien miles de miembros o de afiliados. ¿Con cuántos de ellos interactúan? ¿Qué programas reales tienen para el fortalecimiento de los que hacen sus primeros pinos como empresas? ¿Qué programas con resultados concretos tienen para mostrar con respecto a la formalización de las actividades económicas vinculadas? ¿Cómo defienden efectivamente los intereses de todos sus asociados ante temas como el Alca en su momento, los TLC actuales y ahora la Ocde? ¿Cuántos Proyectos de Ley han presentado por iniciativa propia? ¿Cómo premian o castigan empresarial y profesionalmente a aquellos cuyas actuaciones son positivas o negativas? ¿Cómo articulan sus objetivos a nivel nacional, departamental o municipal? ¿Cuál es su compromiso real por propiciar un verdadero desarrollo asociado a la productividad, la competitividad y la justicia social? ¿Cómo promueven las buenas prácticas y el concepto de Responsabilidad Social Empresarial?
¿Han presentado proyectos, no ideas, formalmente elaborados para buscar el desarrollo con equidad? ¿Han criticado con firmeza las decisiones gubernamentales que vayan en contravía de la mayoría de sus afiliados? ¿Se aseguran de que sus afiliados tengan buenas prácticas laborales y que como mínimo cumplan con la ley? ¿Han construido bases de datos y estadísticas que permitan adelantar estudios serios? ¿Han desarrollado contribuciones reales, no teóricas, con respecto a la innovación, la ciencia y la tecnología dentro de su sector o subsector? ¿La configuración de sus juntas directivas si refleja la realidad y variedad de los miembros del sector y sí están compuestas por gente comprometida, idónea y competente? ¿Si se realizan los relevos generacionales oportunos, o se permite el atornillamiento de sus miembros en sus puestos? ¿Si se tiene visión y mentalidad planetaria?
¿Se han comprometido para evaluar la posibilidad de convertir su actividad económica en un sector estratégico para el país? ¿Sí tienen claro qué es, qué condiciones tiene y para qué sirve un sector estratégico?
¿Se han comprometido abierta y decididamente para exterminar la corrupción que pueda suceder y que vincule a algunos de sus miembros? No es suficiente con elaborar bellísimos códigos eticos, pues un código de estos finalmente no se le niega a nadie. ¿Se han preocupado por elaborar planes de desarrollo sectoriales y los han vendido y defendido ante los gobiernos de turno y sobre todo ante sus afiliados? ¿Son aliados o contradictores de las respectivas Superintendencias?
Los gobiernos departamentales y municipales esperan el apoyo de los gremios para respaldar algunas de sus decisiones y programas y sus altos representantes son invitados a participar en una gran diversidad de juntas directivas, consejos superiores, juntas asesoras, o simplemente como convidados de piedra para dejar constancia de que se ha tenido en cuenta al sector privado.
Sería interesante conocer la calidad y pertinencia de su presencia en dichos escenarios y los resultados que tienen para mostrar.
En un país desarrollado, en épocas de dificultades, los gremios se “echan el país al hombro”. En los países subdesarrollados como el nuestro, los gremios negocian tratamientos especiales, exigen ventajas arancelarias y medidas proteccionistas y para colmo de males, se comportan como plañideras o como aves de mal agüero.
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En un momento histórico de gran desprestigio de la institucionalidad colombiana, se abre una gran posibilidad para que los gremios de todo tipo y tamaño adquieran una presencia más determinante frente al rumbo que ha de tomar el país, para que su viabilidad, sostenibilidad y sustentabilidad no pase de ser un conjunto de deseos y por qué no, de sueños o de quimeras.
¡Qué gran reto!