DC-3, buses de la selva

Autor: Rubén Darío Barrientos
14 marzo de 2019 - 09:04 PM

Las pistas en los Llanos Orientales son arenosas, hay que sobrevolar para espantar vacas, la ubicación para los pilotos es un río, un árbol o el color de un techo de una casa.

Como todos sabemos, el sábado 9 de marzo último, se presentó un accidente letal de un DC-3, de Láser Express, en la vereda La Bendición, zona rural del municipio de San Martín (Meta), donde murieron 14 personas. No será el último siniestro este, desde luego. Es conocido que el Douglas DC-3, revolucionó el mundo del transporte aéreo de pasajeros hace 84 años. Voló por primera vez en 1935 y hoy sigue operando. Se han construido 16.000 aviones de esta índole y su presencia en el mercado fue para competirle a los Boeing-247. Primero emergió el DC-1, para 12 pasajeros; luego hizo presencia el DC-2, para 14 pasajeros y más adelante advino el DC-3, entre 21 y 28 pasajeros. Confirma la historia, que durante la Segunda Guerra Mundial, muchos aviones de esta línea, fueron reconvertidos para uso militar.

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Aseguran que es el mejor avión que ha surcado los aires en el siglo XX, pues lleva más de ocho décadas volando en todo el mundo, anotándose que la producción del DC-3 finalizó en 1942 y la de los aviones militares de esta categoría en 1945. En una estupenda crónica del Malpensante, titulada “El vuelo de un pterodáctilo”, que ganó premio Simón Bolívar en 2017, se expresó que “este aparato (DC-3), tose como en una pulmonía”. Avianca los trajo al país y entre 1965 y 1999, se presentaron 50 accidentes. En Colombia, desde el año 2000, han ocurrido 16 siniestros fatales, de los cuales ha habido 11 en la zona de los Llanos.

Y ya que nos referimos a los Llanos Orientales, digamos claramente que la aeronavegación en esa región no cumple con los requisitos mínimos de largo-ancho-zona de seguridad. Las pistas son arenosas, hay que sobrevolar para espantar vacas, la ubicación para los pilotos es un río, un árbol o el color de un techo de una casa. No hay información del estado del tiempo y para aterrizar en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio, hay que guiarse por el río Guatiquía. De igual forma, no funciona el radar de aproximación y las pistas más grandes tienen 1.700 metros de extensión. Se juega la vida en la aeronavegación en esa zona de la geografía colombiana. Aparte de ello, hay que adicionar que las condiciones meteorológicas son impredecibles (fluctúan entre malas, pésimas y desastrosas).

Hoy, de 16.000 aviones DC-3 construidos, solo vuelan 200. Se caracterizan estos pájaros del aire por el ruido de sus motores (estridencia) que es rugoso y cortante, que se  asemejan a una bestia asmática, como lo describe El Malpensante. Germán Castro Caycedo afirma que este tipo de navegación área “es romántica y de cojones, porque es de atraso y pobreza, de necesidad y de adversidad”. Las pistas de barro de no pocas zonas de los Llanos Orientales, son la casa de estos abuelos del aire, de estos buses de la selva. En Colombia, continúan volando 20 aviones DC-3, que cada tres meses presentan una emergencia por fallo del motor y que obligan no pocas veces, a lanzar la carga desde el aire como salvavidas. Entre otras cosas, a las 4 p.m. en esa región, el cielo se llena de tormentas eléctricas y todo queda supeditado a la destreza del piloto.

En el accidente aéreo del 9 de marzo, murió el capitán Jaime Carrillo, un ícono de la navegación aérea de la zona, al que una falla en el motor izquierdo y la imposibilidad de utilizar el tren de aterrizaje, lo volvieron historia, luego de dejar una estela de 27 años de intrepidez y valerosidad con el telón de fondo de la Orinoquia y la Amazonia, especialmente. Había sobrevivido a ocho momentos críticos, entre impactos de balas en la aeronave, pérdidas de motor e incendio. Tenía 27 años como piloto de DC-3, es decir, como timón de lo imposible. Dicen que este tipo de aviones no tiene fin, no obstante no es presurizado y a 10.000 metros hay que conectar el oxígeno. Opera para cualquier tipo de pistas este aparato diseñado por Douglas Aircraft Company, como bimotor con motores radiales.

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Sin embargo, caben varias preguntas: ¿Por qué el gobierno no le invierte a estas macabras pistas para mejorarlas y permitir llevar aviones modernos? ¿La indolencia estatal se cifra en dejar que haya más accidentes? La aviación del Llano ha puesto muchos muertos: es hora de atajar este desfile fúnebre de personas valientes que abordan ataúdes del aire.   

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