La crisis en la frontera es una bomba de tiempo a punto de estallar y nada indica que sea posible desactivarla pues no hay un plan en marcha por parte de la administración o los políticos. México es el trompo pagatodo pues ha sido incapaz de frenar la llegada de grandes caravanas que por su tamaño son muy difíciles de controlar. No todos provienen de países vecinos. Centro América es el corredor expedito para que miles de extranjeros provenientes de Asia y África lleguen al norte. A marzo el número de inmigrantes varados en la frontera sur ha llegado a 103.000 personas entre hombres, mujeres y niños. Los albergues están al tope y la desesperación comienza a generar graves problemas de convivencia, higiene y el hambre acosa.

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Evidentemente, la situación muestra que el sistema colapsó y ni republicanos ni demócratas tienen la intención de buscar una salida de corto plazo. En la era Trump la forma de enfrentar las dificultades es culpando a los demás, haciéndole creer a sus seguidores que en su gobierno hay que actuar con fuerza y sin compasión con los “ilegales”. Esa ha sido la política que ha propiciado la separación de familias y el dolor de padres e hijos, muchos de los cuales se desconoce su paradero.

Es cierto que los Estados Unidos no pueden recibir a todos los inmigrantes y la figura del asilo político es una herramienta a la que muchos apelan, pero pocos a quienes se les otorga. Es preciso definir prioridades: quienes son victimas de violencia y persecución serian los primeros en recibir refugio. Aquellos que demuestren ciertos niveles de educación, destrezas y habilidades también serian aptos para entrar.

Trump equivocadamente busca cortar las ayudas a Guatemala, Honduras y El Salvador argumentando que los gobiernos de esos países no están haciendo lo suficiente para frenar la migración. Una medida que va en contravía de lo que esos dineros hacen para combatir la pobreza, reducir la violencia y promover la educación. Asimismo, cuesta creer que el presidente ponga en la misma canasta a todos los refugiados en la categoría de delincuentes y criminales. Mas aun que de Colombia, el mejor aliado de los Estados Unidos, están llegando indeseables. O desconoce la geografía o mezcla erróneamente peras (aumento en los cultivos de coca) con manzanas (malhechores).

“Nuestro país está lleno”. La verdad es todo lo contrario. Los Estados Unidos necesitan mas inmigrantes. La Organización Trump es la primera que debe reemplazar a tantos que han sido despedidos en los últimos días por su situación migratoria. El mercado laboral se encuentra en uno de sus mejores momentos. Según el Wall Street Journal hay escasez de trabajadores en muchos sitios y las compañías no están encontrando candidatos para trabajos de menor calificación.

Las cifras lo dicen todo. El numero de vacantes disponibles es de 7.1 millones. Un 39 por ciento de las pequeñas empresas no encuentra el candidato para suplir las vacantes y para nueve de cada diez, encontrar personal capacitado es el problema mayor impacto. Más aun, la demanda por trabajadores estacionales es tan grande que cuando se abrió la ventana para las visas H2B (visas de trabajo) en este año, el sistema electrónico colapsó. Los patronos pedían 3 veces el numero disponible.

La administración Trump quiere revivir una propuesta de enviar a los indocumentados a las ciudades Santuario, lugares donde se protege a esa comunidad evitando ser deportados. “Les llevamos a los ilegales, los llamo así porque cruzaron la frontera ilegalmente” La tradicional forma de utilizar a los indocumentados como arma política. El cinismo habitual de Trump y su incapacidad para lograr consensos.

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Ronald Reagan, el presidente republicano que se atrevió a resolver el problema migratorio fue claro en su discurso de despedida a la nación diciendo que “los muros deben tener puertas”. Para Trump el país esta lleno y no existe la forma de entrar.