Los animales de compañía son, también, el reflejo de los contrastes y las inequidades de las sociedades humanas contemporáneas.
Mientras en Turbo, Antioquia, una gatita perdió a todas sus crías recién nacidas debido a los malos cuidados de sus dueños, en Medellín existen decenas de almacenes de mascotas que venden exclusivos gimnasios para gatos que superan fácilmente el medio millón de pesos. Mientras en casi cualquier pueblo de Colombia es relativamente fácil encontrar centenares de perros callejeros –algunos de ellos repletos de garrapatas y en las peores condiciones de vida posibles–, en Bogotá es apenas natural ver en las mañanas a los paseadores de perros caminando por las calles con los canes, casi todos de raza, que aunque lucen en perfectas condiciones tienen dueños que ni siquiera tienen tiempo para compartir con ellos una caminata en la mañana.
Los animales de compañía son, también, el reflejo de los contrastes y las inequidades de las sociedades humanas contemporáneas. Y no solo eso, también se ven afectados por los comportamientos humanos hacia ellos que van desde la actitud troglodita y violenta que los objetualiza de una forma abusiva, hasta las prácticas de humanización y exceso de cuidados a las mascotas que les hacen perder casi toda posibilidad de desarrollar sus instintos y de vivir, realmente, como animales.
Aunque los retos de las autoridades locales son bien distintos a la hora de pensar en determinaciones relacionadas con los animales de compañía –por supuesto dependiendo de su contexto y de sus recursos–, sí existe un mensaje común que debería impulsarse en el ámbito nacional y que está asociado con la tenencia responsable de las mascotas.
En las ciudades, dicha tenencia responsable pasa especialmente por la convivencia y el respeto por el otro. Recientemente vi como el propietario de un perro reaccionó de forma altiva y desafiante ante un jardinero que, de forma desprevenida, intentaba alejar a la mascota de su zona de trabajo. En Medellín, hace apenas unos días, un periodista fue acusado de agredir a una anciana porque ella le pidió que tuviera a su perro con bozal en medio de una zona común.
Mientras tanto, en pequeños municipios y zonas rurales se debería prestar una mayor atención al cuidado del animal y al control de su reproducción, pues la irresponsabilidad de muchos dueños de animales de compañía incrementa el problema de los animales callejeros, que ya no solo representa un reto para el bienestar animal, sino también para la salud pública.
Aunque parezca un tema menor, los animales de compañía representan una realidad cada vez más extendida en nuestro entorno… una realidad que amerita tenerse en cuenta no solo por el bienestar de los animales, sino también por la convivencia, la salud y el respeto en las comunidades humanas.
Nota de cierre: después de leer el artículo publicado por el periódico EL MUNDO sobre la no continuidad de Mayo por la Vida en esta administración, es inevitable para mí sentir que la no violencia no representa una prioridad para la actual Alcaldía, como si lo es, por ejemplo, atrapar ladrones popularizados en redes sociales. Ojalá se entendiera que si se trabajara estructuralmente en lo primero, lo segundo no tendría por qué existir de forma tan dramática.