El consenso es que la economía no va a recuperarse de manera rápida como inicialmente se esperaba
El colapso del mercado laboral en el mundo durante el mes de marzo es superior a lo ocurrido durante la Depresión de finales de los años 20. Las cifras que el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos acaba de publicar sobre las cifras de desempleo producen escalofrió. Un total de 20 millones y medio de personas quedaron cesantes subiendo la tasa de desocupación al 14,7 por ciento. Lo más grave es que la cuarentena impide que los desempleados busquen trabajo. Lo que ocurra durante mayo podría ser peor pues la reapertura de la economía todavía no llega a sectores que ocupan millones de trabajadores como los servicios, comercio y turismo.
Quizás la contracara de este oscuro panorama sea el hecho de que muchos de los que están temporalmente cesantes, vuelvan a reintegrarse en el corto plazo a sectores de la cadena de producción que surte a la industria. Hay ganadores como los servicios de mensajería, información y quienes aprovecharon la coyuntura para vender en línea.
El consenso es que la economía no va a recuperarse de manera rápida como inicialmente se esperaba, teniendo en cuanta que el comercio tardará en abrir sus puertas, los restaurantes tendrán que acomodarse a las exigencias de las autoridades sanitarias y la dura realidad de que los clientes no querrán arriesgarse a un contagio. Además, habrá muchos negocios que no sobrevivirán con las consecuentes implicaciones en el empleo y la demanda.
Las recesiones siempre afectan con más fuerza a aquellos que viven de salarios mínimos y quienes por su baja educación no tienen mayores opciones. Pocos hablan de la incidencia de esta pandemia en la clase media que tradicionalmente ha sido la columna vertebral del crecimiento y la demanda. Este grupo poblacional ha apelado a la deuda para el gasto y consumo que seguramente obligará a una reestructuración de las obligaciones con bancos y compañías de tarjetas de crédito.
No hay que olvidar que los de ingresos medios contribuyen con sus impuestos indirectos pagados al momento de la compra. Si bien las ayudas y estímulos gubernamentales en gran parte van dirigidos a los de menores ingresos muy poco va a la clase media. Quienes tienen ahorros en sus cuentas de retiro se verán obligados a usarlas con un impacto en sus pensiones. La positiva tendencia que traía la redistribución del ingreso va camino a retroceder quien sabe por cuánto tiempo.
Por otro lado, esta crisis golpea por igual hasta los más poderosos. Acostumbrado a ponerle una dosis de optimismo en los momentos más sombríos y apostándole a la economía, Warren Buffett, el llamado “Oráculo de Omaha”, en su reunión de accionistas, virtual en esta oportunidad, pintó una realidad marcada por la preocupación en el futuro inmediato.
Fiel a su filosofía de aprovechar las circunstancias adversas Buffett en una de sus frases que lo convirtieron en la vedette de los inversionistas en bolsa, en alguna oportunidad expresó lo siguiente: “Cada diez o más años las nubes oscuras llenan los cielos económicos y hacen llover brevemente oro. Cuando ocurren aguaceros de ese tipo, es imperativo salir corriendo con bañeras, no cucharitas’’.
Esa persona cuya opinión se estima por la gran sabiduría (definición de oráculo), esta vez se le fueron las luces con las inversiones realizadas en varias aerolíneas (que ya vendió) y que le representaron junto con otras caídas, una pérdida de 55.000 millones de dólares. No obstante, todavía dispone en caja de 137.000 millones a la espera de nuevas oportunidades de inversión.
Igual suerte corrieron el gigante del entretenimiento Disney que vio caer sus ingresos en un 98 por ciento por el cierre obligado de sus parques temáticos y dejando en vilo a sus más de 130.000 empleados. J Crew la emblemática marca de ropa que en su momento vistió a la exprimera dama Michelle Obama, se declaró en quiebra buscando sobrevivir mediante una reorganización. La cadena Neiman Marcus símbolo del lujo y cuyo CEO justificó la contratación de una serie de “ejecutivos” en noviembre pasado diciendo que cada uno traería “una pasión por transformar nuestro negocio”, pues esa transformación significo la también bancarrota. Y hay quienes se comen el cuento.