Ciudades circulares para el bien común

Autor: Sergio Alzate
28 febrero de 2018 - 12:05 AM

Urbes modernas pensadas para el bien común de sus ciudadanos, actúan guiadas por principios de corresponsabilidad, rentabilidad y reputación

Los retos ambientales exigen una sociedad civil más organizada, que actúe con la responsabilidad de una conciencia ética con el ambiente, para garantizar una generación superior, amparada por la competitividad y el crecimiento verde, que no vea amenazada su propia existencia.

La crisis sanitaria por el colapso de los rellenos, evidencia que tenemos patrones de producción y consumo insostenibles, generamos 12 millones de toneladas de basura al año, de la cual sólo recirculamos el 17%, producimos 32.000 toneladas por día; de esas se reciclan 6.000, y 3.100 son por obra de los recicladores. Usamos una economía lineal que es derrochona, ineficiente y costosa, orientada a extraer, transportar, fabricar y botar a un alto costo.

Países como Holanda y Suecia desechan el 0% porque saben reutilizar sus bienes, están preparados integralmente para aprovecharlos y tratarlos, o utilizarlos para generar energía. Alemania desecha el 2%, Suiza, Bélgica y Austria el 50%, y Corea del Norte planifica a 2030 ser un país con cero residuos, entre tanto Dinamarca provee el 5% de su electricidad con residuos. Estos países castigan la disposición de residuos con un precio promedio de US$40, en tanto nosotros por cada tonelada dispuesta pagamos US$6.

Las Ciudades Circulares son aquellas en las cuales hay “cero residuos” industriales, posindustriales y posconsumo. Urbes modernas pensadas para el bien común de sus ciudadanos, actúan guiadas por principios de corresponsabilidad, rentabilidad y reputación, con una alternativa económica eficaz, que supere la tradicional pugna de las políticas económicas que nada han resuelto, unas orientadas al capitalismo salvaje e inhumano y otras al comunismo derrochón e ineficiente.

Lea también: Ciudades para la vida

Las ciudades del futuro deben basarse en los paradigmas de eficiencia de un capitalismo social para la seguridad humana, donde el gasto público impulse con creces la dinámica de productividad propia de cada tipo de mercado, por medio de su regulación o por consensos sociales, con una agenda ambiental ajustada a sus objetivos.

La economía circular es liderada por el suizo Walter Stahel, quien pretende modernizar los hábitos de consumo colaborativo, fomentar las sociedades abiertas a las mejores prácticas del mercado de materiales, planificar mejor el futuro, priorizar los avances tecnológicos, el liderazgo empresarial, promover la propiedad colectiva, la economía colaborativa y el alquiler social, a la par que forma ciudadanos con habilidades multitareas, capaces de convertirse en actores sociales con una cultura económica y productiva de carácter solucionador en empleos verdes.

El reto es implementar un flujo económico orientado a un sistema de aprovechamiento de materias primas y bienes, con alto valor agregado industrial y tecnológico, con operaciones eco-eficientes, que aumentan las ganancias basados en acciones estructurales de reducción, reutilización, recuperación, reparación, regeneración y reciclaje inclusivo, para mantener el valor y la utilidad de los bienes estratégicos que consumimos.

Son insuficientes los métodos tradicionales de disposición, de incineración, las chimeneas para evacuar los gases y los conductos de los lixiviados, el enfardado o comprimidos y la extinción por plasma. Es de vital importancia que en la creación de valor se evite el consumo de recursos finitos y, en su lugar, se propenda por aprovechar el máximo de vida útil de estos productos y materiales primas, de una manera viable, rentable y sostenible en todos sus ciclos de vida.

Para alcanzar niveles revolucionarios se requieren estímulos tributarios y una perspectiva de industrialización donde el papel, el cartón, el metal, el plástico, el vidrio, entre otros, se refrabrica y recomercializa en otras cadenas de valor, con uso limitado del agua, la energía, combustibles y el transporte.

Algunos columnistas recomiendan productos con eco-diseños de la materia y reciclabilidad, cultura de separación de residuos, profesionalizar el reciclaje con prácticas de gestión sostenible, financiar el desarrollo tecnológico innovador de una cadena logística reversa para recuperar y reparar materiales, aumentar la capacidad de acopio, transporte y prensas para aprovechar los productos, tecnificar la industria covertidora, y eximir el IVA a compradores o reutilizadores u otros impuestos descontables por inversiones ambientales.

Vea también: Alcaldes lideren la economía

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