Hay una nueva política a la que hay que inventarle rápidamente una nueva ciencia política que la pueda, por lo menos, describir y medianamente interpretar
Este es el nombre del 14º Congreso español de ciencia política y de la administración, que se está celebrando en Salamanca España del 10 al 12 de julio. Básicamente lo que se plantea es que la realidad ha avanzado tan rápidamente que no se le ha podido hacer una lectura a tiempo a esos cambios. Esto es una constante en España, en donde están preocupados por entender la aparición de partidos como Vox y la difícil situación de Cataluña, pero en general ello se repite en muchas otras partes del mundo, y también en Latinoamérica. La cuestión es que la Ciencia Política fue desarrollando durante décadas una serie de instrumentos para entender el funcionamiento de los estados democráticos, de los partidos políticos y de los procesos de debate en torno al conflicto entre el centro y la periferia además de otros muchos, pero cada vez resulta más cierto que es imposible tomarle la foto a algo que se mueve tanto. Más que respuestas, la mayor parte de los expositores traemos propuestas y preguntas justamente por ese motivo.
En este Congreso ha participado también la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Bogotá, con una ponencia sobre Liderazgo y Reforma Política, que va también en esa dirección de interrogante más que descripción o predicción. Lo que hemos planteado en ella es que las reformas electorales en Colombia y más ampliamente las reformas políticas, han sido productos de liderazgos personales casi siempre de presidentes con gran carisma, en lugar de ser, con algunas excepciones, procesos colectivos de deliberación y decantación.
Llámense López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán, Alberto Lleras, Carlos Lleras, César Gaviria, Ernesto Samper, lo cierto es que las reformas políticas han surgido más de la gestión de estos personajes, que, de ebulliciones colectivas, aunque algunos consideran que nuestra Constitución actual no fue el producto de un plan personal como las otras, y por supuesto tampoco la de 2003. La primera por la séptima papeleta, y la segunda porque lo que se aprobó ese año en el que gobernaba Álvaro Uribe había sido planeado por la comisión de reforma electoral y de partidos del gobierno Samper años antes.
Pero la cuestión central, al igual que le sucede a España, a diversos países latinoamericanos, y a muchas otras democracias del mundo, es la dificultad para entender lo que está pasando ya que hay una nueva política a la que hay que inventarle rápidamente una nueva ciencia política que la pueda, por lo menos, describir y medianamente interpretar.
La dificultad mayor en el caso nuestro, como lo expuse en la ponencia titulada liderazgo y reformas políticas en Colombia, es que definitivamente está claro que se necesita una reforma política, pero no se ve quién pueda tener el liderazgo para hacerla, como en otros casos, y tampoco hay un ambiente colectivo para consensos importantes que faciliten hacerla de la mejor manera posible.
Mejor dicho, si se supone que la ciencia política debe sugerir una reforma política y sobre todo una manera de hacer la reforma política, no se ve por ningún lado que esto pueda ser posible si la interpretación que se hace de ese asunto parte de realidades que ya se han transformado. Esto mismo ha pasado en muchas otras realidades por lo que se ha podido detectar en las conferencias y en las conversaciones con los ponentes, referido a varias otras situaciones.
El observatorio de partidos de la Universidad Nacional, por supuesto tratará de seguir entendiendo esa realidad cambiante, y nuestro último libro: ¡Reforma política ya! va en esa dirección. Creemos que se requiere alguna reforma política, creemos que esta debe surgir de un debate entre académicos primero, organizaciones sociales luego, y finalmente partidos políticos antes de llevarse el Congreso, pero, aunque estamos convencidos de ello, en nuestras nuevas investigaciones nos ha acosado la duda de que quizá esa dinámica puede ser otra en virtud de los rápidos cambios de las relaciones políticas en Colombia.
En síntesis, aunque a estos Congresos se suele llegar con resultados de investigación, en este caso y concretamente para nosotros, si bien tenemos un libro reciente, lo cierto es que dadas las circunstancias hay más preguntas que respuestas. Es muy difícil decirlo porque se supone que la sociedad espera nuestro análisis e incluso algunos gestores políticos, pero esa es la realidad. Lo que ha quedado claro en el evento es que la Ciencia Política tendrá que reinventarse para poder seguir cumpliendo su función dada esa vertiginosa situación de movilidad permanente de los actores políticos y sobre todo de situaciones que se consideraban estables y poco modificables. Quizá los politólogos de mi generación mayor de 50 años no encontremos la clave, pero confiamos en que la gran oleada de nuevos cientistas políticos en el mundo y especialmente en Colombia, pueda responder a esta compleja fórmula de la política del nuevo milenio.