Le corresponde al gobernante de turno ponerse los pantalones, remangarse la camisa y comenzar a actuar, a irradiar aliento y, sobre todo, a servir de inspiración y de ejemplo.
Coinciden algunos de los principales analistas y comentaristas del mundo contemporáneo en que el momento de crisis por el cual atravesamos no tiene antecedentes en la historia y que, lamentablemente, ha coincidido la aparición de la bendita pandemia, con el momento en que más escasos son los líderes mundiales (que entre otras cosas no se ven y no se identifican) y cuando más opacos son en su conjunto, los gobernantes en ejercicio a lo largo y ancho del planeta.
En la mayoría de los casos, los gobernantes de turno son los responsables directos de las polarizaciones que se agudizan al interior de sus países, de la fractura del necesario equilibrio de poderes y del desmembramiento de la tan anhelada y dispendiosamente construida, comunidad internacional.
Irrespeto por los pactos firmados, discontinuidad de políticas y programas y engreimientos y soberbias propios de las monarquías, son las señales que hoy se ven, fuera de la falta de preparación y la falta de carácter de las cabezas de los sistemas republicanos a nivel ejecutivo, obviamente, con las naturales excepciones propias de cualquier actividad humana.
Que los presidentes y primeros ministros de muchas partes del planeta hubieran tenido que esperar a que apareciera una pandemia que distrajera a los ciudadanos y aplazara sus reclamos y descontentos, para comenzar a gobernar o para simular que gobiernan, los convierte en seres débiles, que con ganada razón, no cuentan con el mínimo de gobernabilidad y de aceptación que sirven como respaldo a la legitimidad de un mandato constitucional.
Se supone que para abajo de una cuesta las piedras ruedan, y en un momento de crisis, pues le corresponde al gobernante de turno ponerse los pantalones, remangarse la camisa y comenzar a actuar, a irradiar aliento y, sobre todo, a servir de inspiración y de ejemplo.
No es motivo de agradecimiento que un gobernante haga su trabajo. Para eso luchó hasta con las uñas para su elección y ahora le corresponde trabajar. El disponer de los recursos del erario no es cuestión de buena voluntad y de iniciativa personal, sino que es su responsabilidad la administración de los recursos públicos aportados por todos los contribuyentes, sin ninguna excepción. ¿Le da usted las gracias, amigo lector al cajero electrónico cuando le entrega el dinero que acaba de retirar? Pues claro que no, pues es su dinero y es obligación entregarlo si tiene saldo favorable o cupo de sobregiro aprobado. Hoy somos testigos de una especie de piñata donde todos los días se anuncian ayudas, subsidios, tratamientos especiales, incremento de la deuda pública, liberación parcial del encaje bancario, acompañados, eso sí, por un séquito de plañideras que con razón o sin ella se acercan como mendigos a la mesa del rico Epulón para suplicar sus favores o al menos recoger algo de las migajas que caen de su mesa.
Es la hora de la objetividad, de la racionalidad, pero también de la compasión y el respeto, así como de la solidaridad por parte de todos.
Es hoy cuando se evidencia la falta que nos hace tener una cultura de la previsión y del ahorro.
Hoy más que nunca se requiere de la grandeza de las almas y lo que menos se necesita es la grandilocuencia, o dicho en palabras del común, los discursos politiqueros y los cálculos políticos.
Finalmente, y ante la inoperancia de nuestro aparato de justicia, malditos, mil veces malditos sean los que aprovechan estas penosas circunstancias que estamos padeciendo y esta grave emergencia y hacen negocios turbios con las ayudas, las donaciones o los recursos del Estado, haciendo de la tragedia humana un festín para alimentar la corrupción.
NOTA 1: Expresa el doctor José Gregorio Hernández G. con respecto a la presencia de tropas extranjeras en Colombia: “Al tenor de nuestra Carta Política, el solo tránsito -con mayor razón la permanencia- de tropas extranjeras en el territorio colombiano requiere permiso del Senado, que hoy no está en receso. Y, si lo estuviera, se requeriría concepto previo del Consejo de Estado”. En este asunto no opino pues no soy experto en el tema. Las que sí me parecen simpáticas son las voces patrioteristas de aquellos que inmediatamente salen a vociferar reclamando respeto por la Soberanía Nacional, siempre tan pisoteada. Es como si las prostitutas lideraran una campaña en pro de la virginidad.
NOTA 2: Pasaron de agache los gremios económicos y los defensores de la economía de mercado ante la desconcertante intervención del Primer Mandatario para vetar el nombramiento de quien había sido electo por su Junta Directiva como Presidente de Asocaña. Muy mal mensaje por lado y lado.
NOTA 3: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.