El blanco es además valiente, pues hoy en Colombia enfrenta, no a uno, sino a todos los demás colores que lo acosan con agresiones o cantos de sirena para que de aquellos se vista
Blanco que te quiero blanco. Mi voto libre y consciente y eficaz y coherente e independiente. Íntimo y personal y crucial. Y frío y tibio y caliente e hirviente. Elaborado y muy pensado. Ángel y demonio y testimonio. Atacable pero respetable -como el de todos-. Será franco, será en blanco.
De blanco dice el Diccionario de la Lengua Española:
“1. adj. Dicho de un color: Semejante al de la nieve o la leche, y que corresponde al de la luz solar, no descompuesta en los varios colores del espectro… 2. adj. De color blanco. 3. adj. Dicho de una cosa: Que tiene un color más claro que otra de su misma especie. Pan blanco. 4. adj. Dicho de un vino o de la uva con que se elabora: De color dorado más o menos intenso, por oposición al tinto. Apl. al vino…”.
Es que el blanco sí es un color y no la ausencia de color como varios dicen. Tiene identidad propia. Personalidad. Una personalidad, quién lo creyera, fuerte, muy fuerte cuando pinta porque resalta entre circunstancias como las que vive nuestro país. El blanco es además valiente, pues hoy en Colombia enfrenta, no a uno, sino a todos los demás colores que lo acosan con agresiones o cantos de sirena para que de aquellos se vista.
El blanco tiene carácter y significado. Significa un grito, un grito de angustia e inconformidad, de desesperanza pero también de esperanza, un grito de independencia, un llamado de orden sobre el caos, de sensatez sobre la insensatez, de reconciliación y aplacamiento entre extremos que arden. Es calma sobre la algarabía. Es ese elocuente silencio tan necesario para pensar y dialogar con firmeza sobre ideas y propuestas de cambio.
El blanco es suave como el mármol y duro como el mármol. La materia prima para la grande y bella escultura si los escultores saben esculpirla, si tienen la sensibilidad para darle forma. En Colombia es la forma que requiere ser formada desde hace 200 años y que hoy más que nunca urge urgente. La forma que al fin configure y retenga el contenido de una nación. La forma del agua, la forma del aire, la forma de nuestras montañas y de ser diferentes y discutir sin matarnos.
Sí, quién creyera: el blanco puede ser una mancha y es una marcha. Una pincelada de protesta propuesta sobre una difusa pintura confusa. Sobre la guerra, como significan las palomas blancas. Como los pañuelos blancos que reciben a los cansados combatientes que sobrevivieron.
Y llegan cadenas por las redes sociales afirmando que Fajardo está unido por debajo con Duque. En similares términos llegan otras que lo alían con Petro. Prácticamente solo cambian el apellido de un candidato por otro. País de verduleros. Y como respeto el bello oficio de vender verduras, tan sabrosas, tan sanas, tan buenas para la salud, en este caso me refiero a la segunda acepción que el Diccionario citado trae de ‘verdulero’: “Persona descarada y ordinaria.”. Suena duro, no quiero eso, pero lo dice el Diccionario y de eso posan -quiero creer que solo posan- muchos en esta Colombia de hoy: Extremos quizá -sí, mejor quiero que quizá- perdidos en la maraña del desconcierto o del desespero por buscar pedestales para la historia o de la angustia para evitar los barrotes o extraviados en las páginas de milenarios libros sagrados.
Blancas, muchas velas blancas para los colombianos confundidos. Valeriana, mucha valeriana para los seguidores de los candidatos Petro y Duque. A aquellos les aconsejo -qué pena yo- mucho trabajo, no botar energías agraviando a quienes bien saben no se defienden con violencia ni insultos. Por eso los invito a invertir esas energías en la calle consiguiendo votos positivamente. Respeto, mucho respeto por ambos candidatos y entre todos. Son valientes, creen en la democracia.
Pero las dos últimas semanas, todo el tiempo, pero en especial estas dos semanas, he visto más claro que nunca que a los colombianos antes de ser seres políticos nos falta ser ciudadanos, y que antes de ser ciudadanos nos falta ser seres humanos. ¿Aprenderemos? Ojalá no sea más tan demasiado tarde.
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Gane quien gane, la gran cantidad de votos en blanco seguirá ahí, vigilante, reflexiva, respetuosa, resistente, oponiéndose a los actos que perjudiquen a Colombia y apoyando los que la beneficien, activa en la calle, en los medios, en las redes y en los eventos democráticos.
Blanco el lienzo para pintar la Colombia que nos merecemos. Para pintarla con los oleos de la palabra, de la inteligencia, de la serenidad, de la paz, de la vida.