Ya basta del argumento según el cual la Segunda Enmienda de la Constitución que protege la tenencia de armas es intocable
Un disco rayado que siempre termina en tragedia. Un país a expensas de un grupo que recibe réditos de la industria de la muerte hace imposible el control a la venta y posesión de armas. La Asociación Nacional del Rifle-NRA es más poderosa que el mismo Congreso. O para decirlo de otra manera, muchos legisladores en los Estados Unidos son el cordón umbilical que los une a esa macabra organización. Reciben enormes recursos que financian sus campañas políticas y en consecuencia cualquier intento por regular ese gigantesco mercado se hace imposible.
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Ya basta del argumento según el cual la Segunda Enmienda de la Constitución que protege la tenencia de armas es intocable. Ya basta de palabras vacías condenando hechos que no dejan de repetirse. Ya basta de pedir oraciones por los caídos y sus familias. Ya basta de la falta de compromiso político en ambos partidos para hacer realidad el impedir que las armas terminen afectando a tantas familias.
“Nosotros somos los niños, ustedes legisladores son los adultos”. Una frase lapidaria pronunciada por uno de los jóvenes afectados por la matanza de Parkland exigiendo acciones efectivas para que cese la violencia en las escuelas de los Estados Unidos. No es justo que por el comportamiento errático de unos pocos enajenados se acaben los sueños y la vida de compañeros y profesores.
De acuerdo con los testimonios recogidos por los estudiantes de la escuela secundaria de Parkland, el autor de la masacre había anunciado por las redes sociales la posibilidad de convertirse en un “tirador profesional de la escuela”. Lamentable que nadie haya tomado con seriedad las amenazas. Ni siquiera los jóvenes que viven permanentemente conectados a sus teléfonos tuvieron la valentía de denunciar lo que se veía venir. No fueron suficientes las fotos en Instagram posando con diversas armas.
Ciertamente se hace necesario atacar la creciente epidemia de enfermedades mentales que afecta a tantos norteamericanos. En este caso en particular, el autor había recibido ayuda profesional del sistema de salud y las autoridades escolares sabían que representaba un alto riesgo teniendo en cuenta las amenazas recibidas. Sin embargo, hubo un evidente vacío en la legislación que no impidió la compra del arsenal encontrado en la casa donde se hospedaba luego de perder a su madre a finales de año. El mismo FBI aceptó que no se siguieron los protocolos luego de que recibiera una llamada anónima que denunciaba al atacante.
Inaceptable que en los Estados Unidos los padres de familia vivan en una permanente zozobra e incertidumbre por la seguridad de sus hijos o que las escuelas se vean obligadas a instalar detectores de metales. En todo el mundo hay gente que padece trastornos mentales, pero en este país la otra epidemia, la de los atentados a la población se volvieron una costumbre. No es posible disparar en una escuela, club nocturno, teatro o un concierto en Las Vegas de la manera como lo planearon sus protagonistas, si no hubieran tenido acceso a armamento diseñado para una guerra convencional.
No hay que hacerse muchas ilusiones de que haya algún cambio si el mismo Trump en todas sus declaraciones públicas ha estado completamente mudo sobre el control a las armas. Al fin y al cabo, su campaña presidencial recibió más de 23 millones de dólares de la NRA. La clase política no se atreve a desafiar a un lobby millonario que los tiene prisioneros de su destino. Enfrentarse a este monstruo significa el suicidio político. Mientras tanto, seguiremos viendo caer inocentes por culpa de la desidia de quienes tienen la responsabilidad de legislar.
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