Hoy como ayer la mujer define el rumbo de la sociedad desde sus múltiples papeles de dirigente, política, guerrera, intelectual, y no solo como madre-hija-esposa-amante pasiva.
Para la celebración del bicentenario de la Independencia abundó la mención a las heroínas y/o libertadoras de postín. No menosprecio sus ejecutorias que merecen todo reconocimiento, sino la mezquindad para darles su lugar en la historia, por ej.: a una de ellas (Policarpa Salavarrieta) se la recuerda por el nombre genérico de cerveza “la pola”; a otras por el nombre de escuelas públicas (Antonia Santos), sin ahondar su peso en la historia. Reto a explicar su papel en la campaña libertadora, más allá de repetir que fueron mártires. Peor aún sucede con las miles mujeres anónimas que participaron en el proceso libertador, en todas las fases, desde distintos ámbitos y codo a codo con los hombres; comprometiendo sus vidas, bienes, familia y reputación, por el servicio a la causa de la independencia. Unas escondiendo patriotas, o entregando joyas, bienes, ganado o hijos para la causa. Otras portando información secreta cosida entre sus trajes o envuelta en sus cigarros. Sufriendo iguales o peores castigos que los hombres, se habla de 59 fusiladas: Mercedes Ábrego, Dorotea Castro con su esclava Josefa, Estefanía Neira, Manuela Uscátegui. Ejecución, destierro, cárcel, confiscación de bienes (y de esclavos o trabajadores), obligadas a confeccionar camisas para los realistas o dedicarlas a barrer las calles.
Hago un repaso, incompleto, de aquellas anónimas u olvidadas, que posibilitaron la victoria hace 200 años. Presentación Buenahora, casanareña fusilada por Bayer, su casa era refugio de las tropas patriotas, proveía caballos y víveres. Juana Velasco suministró 2000 camisas y una recua de caballos, incluido “Muchacho”, el que cabalgó Bolívar en Boyacá; entregó a sus dos hijos y a un grupo de trabajadores de su hacienda. Micaela Mutis (sobrina del sabio Mutis) se atrevió a participar del lado de los patriotas, aunque casada con un realista de Girón; se alistó en las tropas donde tuvo una pareja, se le abrió juicio por adulterio, perdió la custodia de sus hijos y sus bienes y fue encarcelada; al final su esposo la perdonó luego de que su amante la abandonara. Francisca Prieto, creó una tertulia santafereña donde se incubó el pensamiento independentista que culminó con el estallido del 20/07/1810. Otras tertulias fueron las de: Manuela Santamaría, Catalina Tejada, Andrea Ricaurte.
Evangelista Tamayo, de Tunja, capitana que luchó al lado de Bolívar en Boyacá. Matilde Anaray, de Socha, a sus 13 años lideró una campaña para que los feligreses ofrecieran su ropa al ejército libertador. Margarita Urrea parte en un contingente de 125 marinillos a la Guerra del Sur a órdenes de Nariño; deja a su hija de diez meses con su madre; tras una heroica acción de defensa de su dignidad logra rescatar a su esposo de las garras de Sámano, que lo había sentenciado a fusilamiento. Se señalan entre las “señoras de sociedad” por la causa a: Petronila Nava, Josefina Baraya, Petronila Lozano, Gabriela Barriga, Carmen Rodríguez, Eusebia Caicedo, Josefa Santamaría, María Acuña, Josefina Lizarralde, Juana Robledo y Casilda Zafra, Santa Rosa de Viterbo, quien le regaló a Bolívar el caballo “Palomo”. Mercedes Nariño que con su padre Antonio empuñó las armas y con su madre Magdalena Ortega, mantuvo vivo el ideario de Antonio Nariño mientras él purgaba los muchos años de cárcel, a los que fue condenado en Cartagena.
Fueron miles las anónimas que participaron directamente en la liberación, disparando, enfrentando los cañones enemigos, alimentando la tropa, sirviendo de enfermeras, de espías y conspiradoras, recorriendo llanos y selvas al lado de los hombres; algunas travistiéndose como Simona Amaya, quien murió en el Pantano de Vargas donde fue descubierta. En 1819 Santander prohíbe que las mujeres sigan a los ejércitos y amenaza con latigar a quienes infringieran la orden. De esta categoría se destacan Las Juanas: mujeres campesinas que surtían de alimento y licor (aguardiente) a las tropas. Sobresale Simona Duque, de Marinilla, quien entregó a sus cinco hijos a la causa. Otras cien paisanas suyas la imitaron y se dedicaron a dotar a sus esposos e hijos de “los mejores uniformes y banderas”. Así mismo el 13/8/1810 unas 600 mujeres arremetieron contra el convento de la Enseñanza, donde se encontraba la virreina; la sacaron del sitio en medio de insultos y escupitajos; al día siguiente un grupo de nobles, de damas santafereñas (entre ellas las esposas de Torres y Nariño) y de la iglesia, la rescataron y devolvieron al Palacio.
En la categoría de Cacicas resalto a: La Agrazaba, Dabeiba, enfrentó a los españoles que sometieron a su tribu, los catíos, con flechas envenenadas y arrasó sus cultivos para someterlos por hambre. La Gaitana, yalcona, Huila, vengó con severa crueldad la muerte de su hijo a manos de Pedro Añasco; reunió a más de 6000 indios para poner presos a todos los españoles en Timaná. La Zulia, guaimaral, Norte de Santander, con malicia e intrepidez defendió sus tierras del despojador Diego Montes.
Bolívar asentó en los libros del Cabildo de Socorro su reconocimiento a la lucha de las mujeres de esa localidad. Varios autores coinciden en que luego de la pacificación y llegado el republicanismo, las mujeres fueron de nuevo confinadas a sus hogares y marginadas de toda actividad pública o política. Hoy como ayer la mujer define el rumbo de la sociedad desde sus múltiples papeles de dirigente, política, guerrera, intelectual, y no solo como madre-hija-esposa-amante pasiva.
Fuentes:
Arias, Yuri, “Sobre mujeres tunjanas”, Unal, Revista 28
Gómez, Amanda, “Mujeres heroínas en Colombia y hechos guerreros”, Gobernación de Antioquia, 2010
Jstorres, “Las mujeres en la independencia de Colombia”, Archivo de Bogotá, dic/2018
Ramírez, Himelda, citada por Hernández, Richard, U. Barcelona-Unal, Radio Nacional, 13/07/2019
Rodríguez, Pablo, Banrepública, Credencial 247