Hay en Colombia unos dos millones de pensionados – engañados y burlados una vez más – y de cada uno de ellos pueden depender dos, tres y hasta más personas
El voto, ese ejercicio tan ponderado en democracias de medio pelo como la que existe en Colombia, no ha servido en la práctica para nada distinto a perpetuar en el poder – sin distingo alguno -- a quienes hoy tienen en quiebra moral, social y económica a la nación.
Tuvo toda la razón el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, quien al referirse al sufragio universal, lo resumió en la más ácida pero cierta definición: “Si votar sirviera para algo ya estaría prohibido”.
Ya es tiempo de que en Colombia los ciudadanos tomen plena conciencia de la importancia de una definición suya frente a las urnas, y antes de plasmarla mediten con seriedad, no tanto a quien favorecer con su voto sino a quien negárselo de plano porque no es merecedor a él.
Algunos politiqueros y columnistas que como rémoras viven pegados a la ubre presupuestal y alaban esta democracia de ficción que hay en el país, se lamentan con frecuencia al sostener que aquí se vota más en contra que a favor de algo o alguien.
Pese a esa crítica ya se puso de moda “votar emberracados” y buena muestra de ello fueron los seis millones y pico de votos depositados contra el plebiscito el pasado 2 de octubre, cantidad significativa contra un hecho político real y concreto.
Eso ya es historia -buena para unos, mala para otros – pero lo que se sugiere ahora es tratar de conseguir también ese caudal inmenso contra las mentiras, las promesas incumplidas y los hechos negativos que en los últimos cuatro gobiernos han golpeado como nunca antes el miserable bolsillo de la mayoría de colombianos.
Cuentas al canto y a mano alzada: Hay en Colombia unos dos millones de pensionados – engañados y burlados una vez más – y de cada uno de ellos pueden depender dos, tres y hasta más personas.
Voto más o voto menos podrían ser unos cinco o seis millones y no se entendería que ni uno solo de ellos fuera a respaldar al candidato santista o del régimen después de lo acontecido con la ley que busca rebajar el aporte de los pensionados a la salud.
Vea sobre el incumplimiento del presidente
Por lógica, entonces, habría que votar, eso sí, emputados, en contra de ese candidato, pues lo contrario haría aparecer a los pensionados y sus familiares como unos majaderos de solemnidad, o como las cucarachas que tratan de subirse por el palo mientras las barren.
Igual masa electoral, emputada, debería arrasar también con las pretensiones de quien represente al uribismo, para recordar que fue su patrón el que, en un acto de taumaturgia, hizo que la luz solar alumbrase hasta las diez de la noche para escamotearle las horas extras nocturnas a los trabajadores; que la mesada 14 le fuera negada a los nuevos pensionados y que su injusto aporte a la salud esté hoy en el 12%.
Estos dos millones de pensionados y sus familiares cercanos, tienen que emputarse si quieren por una vez en la vida sentirse importantes y determinadores, y no cómplices silentes de más corrupción y politiquería, pues ya tienen al menos dos actores importantes a los cuales no deberían favorecer nunca con sus votos. Antes que votos veto total.
Sobre promesas a los pensionados:
En la comedia que se viene quedan otros actores pertenecientes a este sainete que cada dos o cuatro años le ofrecen al pueblo, al que acuden susurrándole al oído promesas y mentiras que jamás cumplirán, así ofrezcan “firmarlas en mármol”.
Y aunque de todos ellos no se hace un caldo -- si acaso una changua insípida – esos sufragios podrían convertirlos los pensionados y sus familias en un poder determinante, antes de que el otro poder – el que los humilla, engaña y maltrata todos los días – les envíe el verdadero sufragio que certifique su desaparición de este mundo.
TWITERCITO. Miente el senador Robledo? Miente el Fiscal Martínez? O el Banco Agrario miente por partida doble? Averíguelo Vargas.