Es claro que los países, especialmente las potencias, no tienen amigos. Pero la acción de Trump no tiene antecedentes en la historia de las alianzas militares de USA
Los kurdos son una gran nación, de hecho, la mayor del mundo, treinta millones de personas con historia milenaria, lenguaje y cultura comunes, sin territorio propio, es decir, son una nación sin Estado. Están asentados en lo que hoy es Turquía, y Siria, Irán e Irak, países que se beneficiaron de la repartición que Francia y otras potencias occidentales hicieron de esos territorios cuando los dominaban, teniendo siempre en mente sus intereses petroleros, pues en los asentamientos kurdos ese hidrocarburo existe en gran cantidad.
En Irak han alcanzado importante autonomía, e incluso llegaron a realizar un referendo de independencia para establecer el Kurdistán. El movimiento fue encabezado, entre otros, por el PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán y por eso, presumo, entre otras razones, no fue apoyado por Occidente.
En el actual ajedrez del Medio Oriente, los kurdos han jugado un papel esencial en la contención y derrota de los terroristas de Isis o Dáesh (el estado islámico), en el norte de Irak y Siria, como parte de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico de Irak y el Levante, dirigida por el Mando central de los Estados Unidos para coordinar la alianza militar de más “de 30 países en el mundo, entre ellos, Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Jordania, Países Bajos y el Reino Unido. Aquellos que han coordinado ataques aéreos en Siria incluye a Estados Unidos, Australia, Bahréin, Canadá, Francia, Países Bajos, Jordania, Arabia Saudita, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido” (ver: https://bit.ly/3177HrS)
El punto es que Siria es un país dividido militarmente, donde una coalición de rebeldes, que al principio tenía el apoyo de Isis, disputa, desde hace años, con el de Estados Unidos, el control de Siria al presidente sirio, Bashar al Assad, soportado por Rusia y ahora, crecientemente, en alianza con esta, por Turquía, a pesar de que es miembro de la Otan, y la República Islámica de Irán, que acusan a USA de ser responsables de la guerra. En resumen: USA hasta ahora apoyó a los rebeldes sirios, pero bombardeó a ISIS; y Rusia y Turquía, este último miembro de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico, apoyan a Al Assad y atacan a Isis.
Y en medio de todo esto están los kurdos, quienes hasta esta semana tenían el apoyo en campo de los Estados Unidos, quienes decidieron abandonar Siria, por ser “una guerra ajena”. Turquía inmediatamente invadió los territorios kurdos, con la APROBACIÓN DE TRUMP, quien en una broma de mal gusto les pidió a los turcos “no pasar la línea roja”, mientras en dos días de operaciones ya iban más de cien mil kurdos desplazados por las acciones militares de aquellos. Y eso que, como dije más arriba, estos han sido los más fieles amigos de los norteamericanos en Irak, en la invasión norteamericana de comienzos de este siglo, y ahora, cuando dejaron su sangre en el campo de batalla, para contener a Isis, en ese país y en Siria.
Es claro que los países, especialmente las potencias, no tienen amigos. Pero la acción de Trump no tiene antecedentes en la historia de las alianzas militares de USA, que es mucho decir, porque muchas veces han dejado colgados de la brocha a sus aliados. Esta traición es particularmente odiosa porque ese retiro parece perjudicar los intereses estratégicos de esa potencia, ya que los kurdos deberán abandonar la lucha contra Isis (que puede resurgir) para centrase en la defensa de su gente, como muchos analistas, incluso republicanos han señalado.
Y deja a nosotros una gran lección. Con Trump nada es predecible. Nosotros llevamos el peso real de la lucha contra la dictadura madurista y el presidente norteamericano nos ha ofrecido protección en caso de una agresión militar del dictador venezolano, que no tiene visos de caer en el corto plazo, y, en cambio, está interviniendo abiertamente en Colombia y el Ecuador. Si yo fuera Duque y demás responsables de la seguridad nacional, no me confiaría mucho en esa promesa. La defensa nacional debe depender básicamente de nosotros, y modularía la política frente a esa cuestión, fundamentado principalmente en lo que realmente tenemos y podamos conseguir a futuro basados en nuestros propios esfuerzos.
Vaya traición la de Trump. Y vaya lección para nosotros-