Reyes tiene juventud y dos cosas más a favor: conoce a la generación que viene detrás como que es el entrenador de la Sub 20, y ha venido amalgamando a quienes serán los naturales relevos
Con el permiso de los tantos doctos y tontos exjugadores de fútbol que de un día para otro cambian los guayos por el micrófono pero igual siguen metiendo en él las de andar, esta columna se referirá hoy a un tema sobre el cual todo el mundo se siente con derecho a expresar su opinión: el fútbol.
Lo anterior, no obstante el esmirriado que ahora se practica en todos los estadios colombianos, donde lo más significativo, pero de manera negativa, es la miedosa soledad de esas tribunas que asustan.
Sin explicarse aún en forma plena los intríngulis de la torpe decisión de la dirigencia colombiana que decidió sacar por la puerta de atrás al exitoso José Pekerman, la Selección -algo que es de todos y no de cinco o seis voraces individuos– ha iniciado una nueva etapa que tiene el reto de la Copa América el próximo año y las siguientes eliminatorias suramericanas al mundial de Catar.
Deben estar quienes manejan el fútbol a las patadas, para mantenerse a tono con la esencia de este deporte, haciendo cábalas y cálculos para ver cómo es que se pueden repartir las comisiones que genere el venidero gran negocio: La contratación del nuevo director técnico de la selección colombiana.
Nombres y números van y vienen; reuniones, llamadas y cenas con empresarios usureros e interesados en los dólares, pero no en la selección colombiana, que para ellos es apenas un negocio más en sus truculentas y adineradas existencias.
Uruguay, un país pequeño con una población quince veces menor a la de Colombia, ha conseguido una figuración internacional importante en el ámbito futbolero, gracias a la organización, sentimiento de unidad y, sobre todo, a la continuidad de un proceso.
Los cuatro últimos mundiales han visto a la Celeste, como se le conoce popularmente, derrochar garra, buen fútbol y presentaciones decorosas, gracias a esa continuidad tan necesaria y la comunión sagrada entre los jugadores y el técnico, Washington Tabares, sumo ejemplo de cómo debe manejarse un grupo.
Quien esto escribe lo hace desinteresadamente, puesto que no conoce al señor Arturo Reyes, entrenador encargado de la selección, y de hecho ni con él ni con nadie vinculado al fútbol tiene o ha tenido la más mínima relación, y podría ser el único colombiano normal que en los últimos veintisiete años no haya entrado a un estadio, donde el último gol que vio fue el del “Bendito” Fajardo al América que en 1991 coronó campeón al Nacional.
Hablando de quienes rigen el fútbol, lo único positivo que ha hecho en su vida uno de los más cuestionados dirigentes, Álvaro González, ha sido mostrar su posición frontal para que el próximo técnico de la selección sea un colombiano.
Y aquí entra a jugar el título de la columna: ¿Por qué no encomendarle esa dirección a Arturo Reyes? ¿No será ese el Tabares que se necesita? Sin conocer el resultado de esta noche ante Costa Rica en su cuarto partido como responsable, tiene un envidiable balance, no obstante las circunstancias un tanto adversas que ha tenido que enfrentar.
Si se le gana a los ticos son diez puntos de doce, números dicientes. Reyes tiene juventud y dos cosas más a favor: conoce a la generación que viene detrás como que es el entrenador de la Sub 20, y ha venido amalgamando a quienes serán los naturales relevos de aquellos que van despidiéndose por edad o por falta de rendimiento.
Ah tiene el señor González a Reyes para que se haga matar por su designación, y Colombia pueda, por fin, iniciar un proceso serio y verdaderamente nacionalista que lo impulse a la cúspide, pues material humano tiene suficiente.
TWITERCITO: Llegó el momento de cambiar el estribillo… fue gol de Yepes, por el de …fue gol de Reyes.
Ganar es perder un mucho