En una democracia las personas pueden deliberar sobre lo que se decide, aún en crisis, y de acuerdo con cada constitución pueden incidir incluso en algunas decisiones
Mi clase virtual del martes con los estudiantes de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia fue sobre la representación y su crisis permanente. En momentos como estos considero que vale la pena preguntarse si ese modelo que elegimos, con todos sus problemas, puede tener un cierto sentido finalmente y cuáles son sus límites.
Les contaba a mis estudiantes que en la Democracia Griega de antes de Cristo no existía la representación porque se trataba de una democracia directa, pero que, al inventarse ese modelo de nuevo en Estados Unidos en 1776, la democracia directa resultaba inviable por razones físicas. En fin, que la democracia en grande, en principio solo podía ser representativa. Es más, les comenté que incluso hoy debe ser así porque si bien la tecnología permite unir a muchas personas en un lugar virtual, o bien estas no están preparadas en políticas públicas complejas en su mayoría, o no tienen tiempo y pueden cometer grandes errores por emocionalidad o por manipulación externa.
Como ellos ya habían visto en otra clase virtual que subí a un canal de You Tube que creé para esta coyuntura (https://www.youtube.com/channel/UCCyToknz5_kuDmmI68Eiohg/), que trataba de la crisis de la representación, me preguntaron por qué en dicha presentación yo había dicho que la democracia representativa podía ser complementada, pero por ahora no reemplazada por una democracia participativa. En esa clase había dicho justamente (https://www.youtube.com/watch?v=8aWeeBnaLAA&=&t=3s) que en los años sesenta y setenta se había propuesto crear democracias participativas con gran revuelo, pero que pasados los años se había visto que nadie había logrado hacer un modelo puramente participativo, sin un congreso representativo. La buena noticia es que sí se transformaron las democracias haciéndose por lo menos en el papel cada vez más participativas, como se observa por ejemplo en nuestra actual Constitución.
Otra pregunta que surgió en el encuentro por Google Meet con los 68 estudiantes de la asignatura de partidos políticos y sistemas electorales, estuvo basada en otra de esas clases virtuales del canal sobre la crisis de las democracias (https://www.youtube.com/watch?v=8aWeeBnaLAA). Ya no era sobre la democracia participativa, sino sobre la democracia deliberativa. Querían saber si finalmente convive esta también con la democracia representativa y su complemento, la democracia participativa. La respuesta fue positiva, y lo hice citándoles algunos autores, según los cuales cuando un congreso decide algo importante tiene que hacerlo luego de una gran deliberación nacional y un cierto consenso ampliado. Es decir, se supone que el pueblo opina cuando vota por un partido y unos candidatos que proponen una ideología y unas políticas públicas determinadas, pero ahí no acaba su derecho. En virtud de la democracia participativa también pueden incidir en políticas públicas a través de figuras establecidas en la Constitución, incluyendo la protesta. Pero, además, tienen derecho a la deliberación, a opinar en medios, en redes, en escenarios públicos sobre lo que deciden los gobiernos y los órganos legislativos.
La gran pregunta es, aunque no lo discutimos en esa clase todavía, si en una situación como la presente la democracia representativa desplaza a las anteriores y la respuesta es difícil. En principio debemos decir que sí, porque dada la crisis Los gobiernos deben tomar acciones urgentes sin demasiada consulta, sobre todo cuando hay una saturación de opiniones desmesuradamente desproporcionadas como la actual, a través de las redes sociales. Pero también es cierto que se están oyendo voces serias en contra de algunas de esas decisiones, las menos urgentes, y no puede prescindirse de esa democracia deliberativa por la mera razón de Estado, aunque resulte difícil hacer operacional un debate ampliado en este momento.
Mejor dicho, es afortunado que nos hubiéramos inventado la representación, porque para esta crisis tuvimos una voz unificada de mando en cada democracia, y que además es legítima. En otros regímenes no democráticos quizá puede ser más eficiente la acción para solucionar la crisis, en parte porque no permiten ni la votación, ni la participación, ni la deliberación. Pero como sabemos las democracias tienen instrumentos para fortalecer los ejecutivos en este tipo de situaciones, y así se viene haciendo. La diferencia es justo que en una democracia las personas pueden deliberar sobre lo que se decide, aún en crisis, y de acuerdo con cada constitución pueden incidir incluso en algunas decisiones, aunque habría que inventar el modo virtual de hacer esas consultas. Es un equilibrio muy difícil y es otro de los retos a los que nos estamos enfrentando en las actuales circunstancias.