En Colombia, a mediados del siglo 20, surgió un brote del Partido Comunista que parece haber originado el calificativo mamerto.
El titular corresponde a un estribillo de una canción popular de Wilfrido Vargas titulada El Africano de hace algunos años, que se adapta para aplicarlo a otros sujetos u organizaciones y en la actualidad teniendo en cuenta lo que viene sucediendo en el mundo, sería: ¿Qué será lo que quieren los “mamertos”?
Es entonces conveniente y para atender la inquietud de algunos lectores, tratar de investigar el origen de la calificación de mamertos que se les da a ciertos grupos.
En Colombia, a mediados del siglo 20, surgió un brote del Partido Comunista que parece haber originado el calificativo. Se define en forma muy simplista que “mamerto” es: “persona que es miembro del partido comunista”. Pero también que un mamerto es: “una persona que tiene escasa inteligencia y habilidad” que no parece ser aplicable, puesto que han demostrado ser muy inteligentes y habilidosos para alcanzar sus fines. Lo que sucedió es que a los primeros miembros de la organización se les calificó como “MAMones” siendo un mamón el que “se quita” de un acuerdo, o un principio, o un grupo y para los cuales “no hay ley”. También en forma muy pronta la comunidad se sintió MAMada o sea “estar cansada” de escuchar repetidamente las arengas y estribillos de los comunistas criollos principiantes. Esto parece justificar la primera parte de la palabra.
La segunda parte parece estar originada en que entre los nombres de sus dirigentes iniciales aparecían las sílabas “berto”, como en Gilberto, y entonces se compuso la palabra agregando a MAM las letras ERTO resultando el calificativo “Mamerto” tan utilizado en los últimos tiempos.
Lo que pasa es que el brote inicial de mamertismo fue mutando, se fue extendiendo, se hizo viral como dicen ahora, y resultó aliándose con grupos internacionales y al final el adjetivo se aplica a los grupos, que, sin Dios y sin ley, lo único que pretenden es acceder al poder recurriendo a “todas las formas de lucha”, a toda clase de alianzas e infiltraciones tanto nacional como internacionalmente.
Es así como a dichos grupos se unen las comunidades afrodescendientes, los grupos diversos de género, los ambientalistas, los defensores de los derechos humanos, las autodenominadas víctimas, los narcotraficantes, los autodenominados también como intelectuales, los “revolucionarios de cafetería”, los “hijos de papi”, los “rebeldes sin causa”, los resentidos sociales y muchos más etcéteras como integrantes de los “matices” cambiantes de algunos movimientos políticos tradicionales. Y es claro que, aunque aparentemente tienen una ideología clara, lo único que ambicionan es acceder, como sea, al poder. Y entonces es muy aplicable y válida la inquietud del político Darío Echandía cuando preguntaba: “¿El poder para qué?”.
Carecen de principios al formalizar alianzas. Un ejemplo cumbre y clásico es la alianza de los comunistas con los capitalistas en la Segunda Guerra Mundial. Entre todas las formas de lucha esta la infiltración en todos los estamentos del estado como en los organismos encargados de la administración de justicia y han penetrado malignamente en la docencia a todo nivel para desorientar a las nuevas generaciones.
Se destacan las persecuciones que desatan sobre los que se oponen a sus designios, y potencialmente puedan alcanzar el poder. Son ejemplos claros de dichas persecuciones, encabezadas por la CSJ, los casos de los excandidatos a la presidencia Ramos y Zuluaga y el exministro Arias, circunstancia que aparentemente se estaría repitiendo en la actualidad. “El que entendió, entendió”.
En principio, entonces, son muy bien conocidas las intenciones del mamertismo, lo que se ha visto confirmado recientemente con la explosión de “espontáneas” manifestaciones de índole étnica que buscan la desinstitucionalización de entidades como las encargadas de preservar el orden y, al mismo tiempo, en forma por demás sospechosa por lo “fríamente calculadas”, contribuyen a la propagación del virus. Pero también, cabe aplicar el cuestionamiento, derivado de la canción, a otros entes como la Corte Suprema de Justicia, CSJ, buscando la intencionalidad que hay detrás de sus actuaciones.
Como la CSJ se ha caracterizado por un trato calculadamente sesgado contra los dirigentes políticos contrarios al movimiento mamerto, cabe preguntar ¿“Qué será lo que quiere” la CSJ?
También se aplica a funcionarios de muy alto nivel como el Fiscal y el Procurador quienes hacen permanentemente gala de un desmesurado protagonismo mediático y vale la pregunta: ¿“Qué será lo que quiere” el señor Fiscal o el señor Procurador? Y así por el estilo: la comunidad puede aplicar la metodología, propuesta en este escrito, a un sinnúmero de actuaciones de personajes y funcionamiento de entidades. Finalmente, un pequeño cambio de tercio para mencionar la nueva ampliación de plazo que, según las EPM, se requiere para que entre en funcionamiento el proyecto Hidroeléctrico de Ituango.
Resulta que se presentó una revisión del plazo que se había informado sin conocer la magnitud real de los daños, porque no se había podido acceder a todas las instalaciones afectadas por la contingencia. No fueron oídas las voces de quienes expresaron su inconformidad y desacuerdo por esa falta de previsión y planeación. También el brote del ataque viral demostró que no se habían tomado todas las medidas necesarias para mitigar los efectos de la pandemia.
Si a esta situación se agrega lo que viene sucediendo en la planta PTAR, hay que decir que las EPM, a pesar de ser la “Joya de la corona”, no son como las pintan y que en su funcionamiento “hay mucha tela por cortar”. Y el ente de control para EPM por excelencia, que en este caso sería el Concejo de la ciudad, brilla por su ausencia exceptuando las valerosas denuncias de la concejal Aguinaga.