Sorprende la resiliencia de la economía norteamericana que hasta el momento no da muestras de debilitamiento
Como cualquier paciente afectado en su salud, el pronóstico de la economía global es reservado. Las perspectivas muestran algo más allá de las repetidas alarmas por las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China, los bajos niveles de inversión y los flujos comerciales. La Organización para la cooperación y el desarrollo económico -Ocde- prevé que el crecimiento global se encuentra estancado a una tasa del 2.9 por ciento para este año y el que viene, debido a los desafíos que representa el cambio climático, la tecnología y el hecho de que la guerra comercial es solo parte de un mayor cambio en el orden mundial.
Esa organización urge una reconsideración de las políticas ambientales cuando el mundo ve con asombro los devastadores incendios en Australia y los niveles casi sin precedentes del agua en Venecia, que en ambos casos y otros como en California están ligados al cambio climático.
Pero sorprende la resiliencia de la economía norteamericana que hasta el momento no da muestras de debilitamiento. En su informe al congreso de los Estados Unidos, el presidente de la Reserva Federal dio un parte de optimismo, aunque destacó las amenazas que se ciernen en el horizonte. “En particular, el lento crecimiento en el extranjero y los acontecimientos en el comercio que han pesado en la economía y presentan riesgos permanentes”.
La información económica de octubre salida del Departamento de Comercio indica que las ventas del comercio repuntaron, aunque los consumidores se restringieron en compras de productos de mayor costo, lo cual podría moderar las expectativas para la temporada de Navidad que se avecina En el mismo sentido, la producción manufacturera volvió a caer reviviendo las preocupaciones de una reducción en la dinámica económica.
El gasto de los hogares contrario a la inversión ha sido precisamente el motor que ha hecho posible el crecimiento. Vale la pena recordar que el consumo aporta cerca de un 70 por ciento del producto en los Estados Unidos. Las ventas del comercio crecieron 0.3 por ciento, movidas por un aumento de las ventas de vehículos y por los precios de la gasolina.
Para la Reserva Federal, el sistema financiero parece en general estable, aunque llama la atención por los altos niveles de deuda corporativa y el impacto de bajas tasas de interés de largo plazo que podrían crear riesgos. En particular, esa creciente deuda de las empresas es preocupante para el sector financiero, de darse una desaceleración en los negocios.
La tarea de los bancos centrales es mantener la inflación bajo control y lograr el pleno empleo. El desempleo en los Estados Unidos es el más bajo de los últimos 50 años con un crecimiento moderado de los salarios y unos niveles de precios dentro de lo esperado. Mientras haya un ambiente de estabilidad de manera que el mercado laboral no experimente un “recalentamiento”, la Reserva no anticipa un aumento de las tasas de interés.
En síntesis, si bien los principales indicadores son positivos, debe mirarse con juicio aquellas variables que en ultimas generarían riesgos por decisiones que están fuera del manejo del banco central. Uno de ellos que no encuentra solución es la guerra comercial que impide a los sectores productivos avanzar en los planes de inversión. El otro es la urgencia de poner el presupuesto federal en una senda sostenida que ayudaría a fortalecer la economía y dejar espacio para ajustes de darse una recesión.