La indiferencia de quienes presenciaron la agresión protagonizada por las estudiantes del Inem es preocupante para los humanistas y las autoridades.
El ataque de dos estudiantes de la Institución Educativa Inem José Felix Restrepo hacia otras dos compañeras generó el rechazó de la Administración Municipal y de la ciudadanía en general, sin embargo, la omisión y la falta de auxilio por parte de quienes presenciaron el hecho y se dedicaron exclusivamente a registrar el episodio con sus teléfonos desató el repudio vehemente del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, quien definió como “criminal” esa conducta indiferente.
“No es posible que para un hecho tan atroz la respuesta de quienes graban sea la burla y la ridiculización frente a lo que viven otras personas. Es una humillación lo que pasó con estas niñas y pudo haber sido peor. Esto no sólo ha pasado en esta ocasión, ha pasado en otros momentos y en muchas otras ciudades, es un problema de convivencia y de respeto”, exclamó el mandatario medellinense.
Para el docente con funciones de orientador escolar, Wlliam Mape, tras un suceso de agresión como el ya citado entre las adolescentes del Inem, la atención se enfoca principalmente entre la agresora y su víctima, pero coincide con el alcalde en que es igualmente preocupante la actitud de aquellos que asumen la posición pasiva de espectadores ante este tipo de grescas.
“Resulta que al rededor del hecho hay otras personas que pueden echarle leña al fuego o, ayudar a calmar los ánimos. No obstante, prefieren no intervenir por indiferencia, ese es otro fenómeno relacionado con el civismo que en las escuelas debemos seguir trabajando. En nuestra sociedad la indiferencia es grandísima, nos limitanos a dar ‘me gusta’ en los vídeos compartidos, y alimentamos el problema”, consideró el especialista en orientación estudiantil.
En estas situaciones, a juicio de la docente del programa de psicología adscrita a Uniminuto, Diana Bedoya, hay una actitud de goce reflejada en esos observadores, que parecen disfrutar de la exhibición sin asumir posición alguna.
“Hay actitudes específicas que se han naturalizado en ese contexto violento, eso podría implicar que nosotros adoptemos posturas de indiferencia ante el agravio o el daño a terceros. Por otro lado, tenemos el privilegio de la propia persona, es decir, yo no intervengo porque no estoy dispuesto a salir dañado”, puntualizó la docente en psicología.
De acuerdo con la profesora de Uniminuto, algunos transeúntes también pueden llegar a creer que simplemente por registrar con sus aparatos tecnológicos un caso de agresión están ayudando, pero no es así, puesto que no hay alguna acción material ayudando a impedir la agresión, afirmó la psicóloga.
Para los especialistas en el área de conducta humana, es la vinculación con el lazo social la que debería formar esa capacidad de reconocer en el otro a un semejante, y de paso la disposición de ayudarle.
“Esta no es una sociedad que cultive el cuidado del otro, todo lo contrario, es un conjunto social en el que el otro representa una amenaza, un conflicto o un problema. Se podrían cultivar otros valores pero no lo estamos haciendo. Es como si finalmente estuviésemos generando islas, individuos que buscan la manera de sostenerse a ellos mismos”, expuso Bedoya.
Según el orientador escolar anteriormente reseñado, la situación de violencia como la protagonizada por las menores del Inem no solo atañe a la escuela, y pudo suceder en cualquier otro escenario. Pero en este caso, dilucidó, los seres humanos proyectan su procedencia con la manera de resolver los conflictos en todos sus espacios, es decir, reflejan los valores inculcados en casa.
“La ley 1620 le da herramientas a los entornos educativos para promover los derechos humanos, para la promoción de la ciudadanía y la mitigación de la violencia escolar. Esto permite que el comité de convivencia planteé estrategias en esos cuatro componentes. Muchas veces lo que hacemos es brindar atención a situaciones como la registrada en el vídeo de esas adolescentes de Inem”, manifestó Mape.
Y agregó, “lo que no hacemos muchas veces es un trabajo de prevención, esto significa promover acciones que le indiquen a los estudiantes cómo resolver problemas, entre esos mecanismos de resolución está la negociación directa, si tenemos una diferencia, hablando directamente podemos resolver el desacuerdo”.
Pese a todas las campañas que se puedan adelantar desde las instituciones educativas, el alcalde recordó a los jefes cabeza de hogar que no deben desprenderse de su responsabilidad como formadores primarios. “desde cuando los padres de familia entregaron la responsabilidad de formar a sus hijos al Estado, obviamente en las escuelas también debemos formar buenos seres humanos, pero le pido a los padres que estén más pendientes de sus hijos”.