No pueden seguir apareciendo candidatos hazmerreír, para deslustrar para volver circenses las elecciones populares.
En Colombia, para ser elegido alcalde se requiere solo ser ciudadano colombiano en ejercicio, haber nacido o ser residente del respectivo municipio o de la correspondiente área metropolitana durante un año anterior a la fecha de inscripción o durante un periodo mínimo de tres años consecutivos en cualquier época. Como quien dice, que quien aspire simplemente respire… El propósito del legislador, sin duda alguna, fue permitir la participación amplia en los procesos electorales de personas que por su trayectoria comunitaria y reconocimiento social podrían postularse para una alcaldía municipal. Empero, se requiere mucho más que las ansias de ser alcalde, ya que el cargo exige conocimiento, experiencia y tacto, de manera que permita exhibir liderazgo, tomar decisiones, orientar la administración y manejar los recursos del municipio.
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En varias ocasiones, se han radicado ante el Congreso de la República, proyectos de ley que establezcan mayores requisitos para quienes aspiren a ser elegidos alcaldes. Recuerdo, uno de ellos, que recogía la exigencia –para las categorías especial, primera y segunda– de acreditar título profesional en cualquier área del conocimiento, cuyo programa deba ser aprobado por el Ministerio de Educación Nacional, o reconocido mediante homologación; o haber cursado un Programa de Tecnología en Administración Municipal o Administración Pública en la Esap. Y para los municipios de las categorías tercera, cuarta, quinta y sexta, se debería acreditar el título de bachiller. Pero todos los proyectos de ley se han despiporrado. Ha sucumbido la sensatez. Viene triunfando la ternura.
Como dijo una vez un analista, “la democracia también necesita cualificarse, de lo contrario es imposible exigir mejores resultados a nuestros mandatarios”. Toda la razón. Pues bien, relata El Tiempo (07/08/2019), que a la alcaldía de Arauca está aspirando Jesús María Álvarez, de 66 años, avalado por la Alianza Democrática Afrocolombiana, un llanero que no sabe leer ni escribir. El día que inscribió su candidatura en la Registraduría de Arauca, cuando le pidieron que firmara el acta, se limitó a poner la huella. En el documento quedó escrito: manifiesta que no sabe firmar. Sigue refiriendo el periódico capitalino, que Álvarez no tiene teléfono celular y que anda a pie, porque la bicicleta en la que se desplazaba por las calurosas calles araucanas se le dañó hace varios días. Como si fuera poco, deriva su sustento de un asadero de carnes que tiene en las afueras del terminal, vive en un barrio de estrato muy bajo y su esposa lo dejó hace varios años. Como le faltan algunos dientes, dice con gracejo que garantiza que no le va a "echar muela al presupuesto". Su plan de gobierno, se cifra en ayudarles a los pobres y dar mercados para los viejitos. Y cuando le inquieren acerca de cómo se defenderá de las tareas en su despacho, si no sabe leer ni escribir, responde: “Pa eso están los dotores”.
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Durante dos décadas, Gabriel Goyeneche se lanzó a la Presidencia de Colombia con propuestas como pavimentar el río Magdalena. Decía que era fácil y barato. Como se observa, muchísimos años después, siguen saliendo goyeneches. En Antioquia hay varios ejemplos para enmarcar: uno de ellos, propuso hace varios años montar guarderías en las universidades. Deberían, pues, los legisladores jalonar proyectos de ley para crear mayores requisitos para los gobernantes elegidos popularmente. No pueden seguir apareciendo candidatos hazmerreír, para deslustrar y volver circenses las elecciones populares. Es hora de filtrar y de cualificar la democracia. Es algo serio y estamos patrocinando, con ligerezas no superadas, condiciones non sanctas para el gobierno de las regiones.