Se ignoró el resultado del Plebiscito, según el cual el “tal” acuerdo NO EXISTE. Luego vinieron toda clase de tropelías como el nefasto “fast track”, para terminar con la implantación grosera e infame de la tal JEP. Entonces ¿No eran de esperarse todas las reacciones negativas que se han despertado?
En el desarrollo de muchos acontecimientos, se suelen presentar situaciones que, aparentemente, llegan a sorprender, por inesperadas, a la comunidad, lo que no debiera ocurrir, si se analizan fríamente las causas de tales hechos anómalos.
En otras palabras, se le da cabida a la conocida Ley de Murphy: “Cuando algo puede ir mal, lo más seguro es que ocurre mal”. En palabras muy sencillas, es el caso del conductor de automóvil, que un día decide viajar sin llanta de repuesto: ese día se vara por llanta.
Entonces, en el ámbito, es muy importante analizar lo que viene ocurriendo con la implementación de la “tal” Paz, luego de los acuerdos de la Habana.
¿No eran de esperarse todos los inconvenientes, inconformidades y rechazos que han surgido? Lo primero que habría que definir es: ¿en qué consiste la tan anhelada Paz? En esta columna se acogió, hace mucho, la definición que hizo el desparecido dirigente político Darío Echandía, cuando hablaba de “Poder pescar de noche”. Lo que pasa es que se ignoró el resultado del Plebiscito, según el cual el “tal” acuerdo NO EXISTE. Luego vinieron toda clase de tropelías como el nefasto “fast track”, para terminar con la implantación grosera e infame de la tal JEP. Entonces ¿No eran de esperarse todas las reacciones negativas que se han despertado?
¿A quién se le ocurrió que Cuba podría ser un garante, lo mismo que Venezuela? ¿Quién se inventó el embeleco del “Nuevo Mejor Amigo”? Y siguen muchas más preguntas relacionadas con la proliferación de los cultivos de droga, con el “tal” debate sobre el glifosato, la impunidad sobre los delitos atroces, el escándalo de Santrich y así por el estilo. Ante todo, cabe preguntar de nuevo: ¿No era de esperarse el estado de cosas que ocurren en la actualidad? Y claro, el mamertismo siempre tiene a quien endilgarle la responsabilidad, empezando por el “imperialismo yanqui” o el senador Rubio con el apagón en Venezuela. A propósito del “imperialismo yanqui”, también se olvidaron los mamertos que: esos “capitalistas” fueron los salvadores de la Unión Soviética COMUNISTA con la Ley de Préstamo y Arriendo de la Segunda Guerra Mundial.
Entre otras cosas ¿no eran de esperarse la hambruna y las carencias en salud en Venezuela? Los herederos del “padrecito Stalin”, tienen grandes experiencias en el tema, como las hambrunas en la Unión Soviética, “remember” Ucrania, y el bloqueo a la ciudad de Berlín. En cuanto a los “falsos positivos”, otro de los caballos de batalla del mamertismo, cabe peguntar también ¿qué era entonces el “paredón” en la “garante” Cuba?
Al momento de escribir esta columna, ya se conocen las objeciones del señor presidente a la Ley Estatutaria de la JEP. ¡Se quedó corto! Es que, si se tiene en cuenta el resultado del Plebiscito, todos estos debates no debieran existir. Claro que el mamertismo, encabezado por la Cadena Radial Mamerta, saltó “todos a una” a protestar. Pareciera que el estado actual de cosas en Venezuela, los llena de satisfacción. “El que entendió, entendió”.
Es necesario cambiar de tema, para hacer referencia a la “contingencia” de Hidroituango”. Es imperativo tener en cuenta que: entre las causas, existen algunas que no son estrictamente técnicas. Por ejemplo, está el mencionado, repetidamente, contrato Boomt, con el cual, al decir del señor Gobernador de Antioquia, según manifestó recientemente: “Hidroituango tiene un contrato Boomt con EPM, donde se le entregan todas las obligaciones. La Junta de Hidroituango, que presido, no ejerce control previo, podemos hacer comentarios y sugerencias, pero no tenemos mando sobre EPM como constructor”. Pero: ¡si tienen obligaciones ante la comunidad! Aparentemente delegaron lo que no se puede delegar, y cabe la pregunta. ¿No será este tipo de contrato una de las “causas raíz” de la contingencia?
Una de las consecuencias es la rotura entre socios de Hidroituango, hasta llegar al extremo de que el señor Gobernador afirma: “A EPM le ha faltado humildad y le ha sobrado vanidad”. “¡Apague y vámonos!”.
Como era de esperarse, a raíz de la aparición, a destiempo, de las “asustadorías”, y el ataque del centralismo cundiboyacense, aparece, a manera de defensa, un brote de regionalismo, con los lemas de que “hay que salvar el proyecto” y “se debe rodear a las EPM”, que, en principio, no tienen nada objetable, pero ¡sin caer en extremos! Por ejemplo: en el caso de las EPM, hay que reconocer que, gracias a su bien ganado prestigio, dada su trayectoria, se la ha rodeado de una aureola de infalibilidad, y se suelen pasar por alto algunas actuaciones anómalas. Sin entrar a repasar casos como Orbitel y Antofagasta, a pesar de que al decir de un alto exdirectivo de EPM: todos los proyectos hidroeléctricos “se ejecutaron correctamente”, es preciso recordar que en el proyecto Bonyic, en Panamá el costo se multiplicó por 6, y en Porce III, trascendió que el sobrecosto fue de USD 382 millones. Es que: “Al mejor panadero se le puede quemar el pan”, y para evitarlo son necesarios el autocontrol y el rigor interno, a más de las exigencias y regulaciones que demanda la buena práctica y los entes de control. A la larga, existe el temor de que se cumple el dicho: “Cría fama y échate a dormir”.