Es evidente la existencia de una conspiración, utilizando todas “las formas de lucha”, para acceder o recuperar el poder, que se está desarrollando no solo a nivel nacional sino internacional
Después de las reciente elecciones, surgieron muchos comentarios y explicaciones sobre las “sorpresas” que se presentaron.
Se presentan algunos comentarios personales con el ánimo de contribuir al análisis. Lo primero es que muchas de las “tales sorpresas” no lo fueron. ¡Eran de esperarse!
Entre otras cosas, porque los numerosos “debates” entre los precandidatos, que precedieron la justa electoral, no lo fueron. Consistieron en innumerables exposiciones de lugares comunes con los infaltables “cantos a la bandera”, pero los verdaderos debates o confrontaciones de ideas y propósitos “brillaron por su ausencia”.
En el proceso electoral reciente, se puso de presente que cada día hay menos ideologías o principios en la mayoría de los partidos, por no decir que en todos. Con las múltiples alianzas se demuestra que se puede “mezclar el agua y el aceite”. Las alianzas solo buscan acceder a la burocracia y entrar a usufructuar los presupuestos. Es entonces cuando surgen, “por arte de birlibirloque” los “tales” candidatos independientes, que no lo son porque dependen fundamentalmente de las alianzas.
Los movimientos “triunfantes” se ufanaron de que por fin se había triunfado sobre las “maquinarias”. ¡Nada más lejano de la realidad! Bastaría analizar lo que sucedió en la Costa Norte, Bogotá, el Valle del Cauca y ¡SI! También en Antioquia.
El mamertismo, en general, presa de su animadversión visceral contra el expresidente Uribe, encabezado, (¿cuándo no?) por la “gavilla mediática, se vanaglorió de la derrota del partido de gobierno, el CD, lo que también obliga a analizar más los hechos.
En primer término, es innegable el desprestigio del gobierno actual principalmente porque no ha sido capaz, (o ¿no ha querido?) de sacudirse o desprenderse de la “herencia” que le dejó el gobierno anterior de Santos. También es notoria la existencia de desavenencias internas en dicho partido, llegando al extremo que en el departamento de Antioquia y en el municipio de Medellín, se ha llegado a concluir que el apoyo que los miembros de dicho partido les dieron a sus candidatos, parecen corresponder al dicho: “Con amigos así, para que enemigos”.
La desorientación de dicho movimiento ha sido tal que se enfrascaron en discusiones inútiles para demostrar que “no podían haber perdido lo que no tenían”. Maturánicamente resolvieron que “perder es ganar” porque ganaron en algunos cuerpos colegiados. En vez de utilizar el verbo “perder” deben utilizar más el “no ganaron” muchas de las aspiraciones que tenían. Y punto. ¡El que entendió, entendió!
También se dijo que la juventud votó masivamente, y que, tal hecho, explica la elección del alcalde de Medellín. En cuanto al número de votantes puede ser cierto que, sí, aumentaron los votos de esos estratos, pero surge otra preocupación muy grande y es la preparación de los jóvenes para tomar sus decisiones. No hace mucho que se dice que las nuevas generaciones son, en la práctica, “analfabetos funcionales” y si a eso se agrega la nefasta influencia del mamertismo infiltrado en la educación, es muy triste reconocer que los jóvenes de hoy, en un gran porcentaje, al decir de Marañas, “no saben dónde están parados”. Es el caso anecdótico de un manifestante en contra de las políticas del FMI, que al ser le preguntado por dicha institución, manifestó su desconocimiento. Es, también, el caso de la efigie del “Che” Guevara que muchos lucen desconociendo la trayectoria de tal personaje.
Muy preocupante el surgimiento de candidatos camaleónicos, que en un número “n” de años cambian “(n +1)” veces de partido, como parece ser el caso del alcalde elegido para la ciudad de Medellín. También surgen por doquier los promeseros ofreciendo “cantos de sirena incumplibles”, y la comunidad, indudable y justificadamente insatisfecha e inconforme, cae depositando su voto por esos “espejismos”.
Respecto a los candidatos que salieron elegidos a nivel local, el ferviente deseo es que tengan éxito en sus gestiones, y que ojalá no incurran en los excesos en la utilización de la propaganda mediática de la cual hicieron gala sus antecesores.
En el fondo hay que reconocer que el mamertismo ha hecho muy bien su tarea propiciando un clima de desasosiego, inconformidad y rechazo hacia todo lo que implica “Libertad y Orden” como reza el símbolo patrio, lo que se manifiesta en las repetidas asonadas que eufemísticamente llaman “marchas”. A eso hay que agregar la “fríamente calculada” actuación de las cortes como ocurrió con la indagatoria al expresidente Uribe.
Es evidente la existencia de una conspiración, utilizando todas “las formas de lucha”, para acceder o recuperar el poder, que se está desarrollando no solo a nivel nacional sino internacional, como está ocurriendo en algunos de los países latinoamericanos.