Se puede leer en todos los evangelistas algo como: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga en el ojo tuyo?”.
Sin importar el credo religioso, es preciso reconocer que en los Evangelios se suelen encontrar parábolas y hechos que son muy útiles para tener en cuenta y ser seguidos en la busca del correcto desempeño de los individuos.
Se puede leer en todos los evangelistas algo como: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga en el ojo tuyo?”.
Es lo que sucede, continuamente al soportar los ataques permanentemente desatados por el mamertismo, en su afán de recurrir a “todas las formas de lucha” para apoderarse del poder.
Para dar cumplimiento a una de sus estrategias principales, consistente en el desprestigio de las instituciones, lo que han logrado en un alto porcentaje, porque tanto el Gobierno, como el Congreso y las Cortes están en un muy alto nivel de desprestigio, han arreciado sus ataques contra la Iglesia y el Ejército.
A la Iglesia la están atacando con la continua denuncia de escándalos sexuales y también es muy claro que ha sido infiltrada por el mamertismo.
En cuanto al Ejército, es preciso reconocer que han arreciado con las denuncias de escándalos de malos manejos administrativos y peculados entre la alta oficialidad y de los, como no de nuevo, los “falsos positivos”.
Desgraciadamente sobre los “falsos positivos” es muy cierto que se presentaron muchos casos de ese tipo, pero sin olvidar que respecto a las eventuales víctimas se cumple aquello de que: “No están todos los que son, ni son todos los que están”.
Pero eso no es lo más grave. Lo más grave es que se olvidan del GRAN FALSO POSITIVO (viga en el ojo propio) que es el “tal” acuerdo de Paz de la Habana. Continuamente se habla de las “bondades” de tal acuerdo y que, aunque “estamos en el posconflicto” ahora resulta que hay varios conflictos, la extorsión, el boleteo, la impunidad y, en fin, la inseguridad campea a lo largo de la Nación, y cabe preguntar ¿Cuál Paz? Se han inventado, al respecto, un juego de palabras con el nombre de un reconocido “gurú” de la cadena radial mamerta: “¿Paz? ¿Cuál?”.
Y también cabe plantear la inquietud sobre otras “perlas” como la JEP: ¿No se trata de otro “falso positivo”? Y así por el estilo.
Tristemente a pesar de que se dice que “hay menos muertos”, hay que reconocer que se ha incrementado el número de víctimas algunas de las cuales han sido denominadas como “líderes sociales”, lo que en primera instancia exige la respuesta a la pregunta: ¿Quién es un líder social? Porque aquí también: “No son todos los que están, ni están todos los que son”.
También, el mamertismo entre “todas sus formas de lucha”, suele atacar toda clase de proyectos que buscan beneficiar la población, como el desarrollo de proyectos mineros y, léase bien, con razones que se caen de su peso, atacan los proyectos hidroeléctricos. Es una estrategia clara para empobrecer la población, porque dicho movimiento se mueve muy bien en un ambiente, que suelen propiciar, de miseria y hambre, esgrimiendo siempre su lucha de clases contra el capitalismo y el imperialismo gringo, “el ojo ajeno”, y no “echan de ver” el comunismo y el imperialismo ruso, “el ojo propio”.
Lo que se ha desarrollado a través de los años, es el gran poder que tiene, en el ámbito mundial, el mamertismo. No son de extrañar las manifestaciones en el exterior en contra del expresidente Uribe o del presidente Duque, “fríamente” calculadas y orquestadas por los mamertos que viven en el exterior, muchas veces con la alcahuetería de gobiernos “garantes” dizque amigos (“Con amigos así…”) o gracias al ejercicio de una diplomacia colombiana también infiltrada por el mamertismo.
Dicho poder del mamertismo, se manifiesta de muchas formas, y entre muchas cosas cabe preguntar si ¿no tienen gran influencia en la elección de algunos premios (literatura y paz) Nóbel?
Algo parecido puede ocurrir con la adjudicación de algunas distinciones como el título “Honoris Causa” que se le dio recientemente al expresidente Santos. No parece ser que, entre sus merecimientos está su desempeño en la Federación de Cafeteros a través de muchos años en Londres, o en sus ejecutorias como exministro de hacienda de Colombia o el estado en que dejó a la economía colombiana.
Es por eso, por lo que viene a la memoria un cuento que se difundió mucho hace unos años, consistente en lo siguiente: Resultó que un nuevo rico, destacado representante de la llamada “clase emergente” (mafioso, Juanito) quiso que un hijo suyo adelantara estudios en una universidad extranjera. Al ser informado que, para comprar los formularios de inscripción, debía enviar mil dólares, el individuo de marras resolvió enviar un millón de dólares. Y ¡recibió a vuelta de correo el correspondiente título! ¡El que entendió, entendió!