El partido demócrata vive una crisis existencial entre la corriente moderada y quienes se mueven a la izquierda con un programa progresista
Hay que repetirlo: falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales, pero comienzo tienen las cosas. Los debates de miércoles y jueves son una medida del entusiasmo en las toldas demócratas. Ver a los 20 candidatos debatir los temas de actualidad es el primer paso hacia lo que será una baraja de aspirantes para enfrentarse a Donald Trump, una misión difícil pero no imposible. Además, lo que hoy domina la opinión con seguridad será muy distinto en el futuro cercano. Por ejemplo, la crisis en la frontera que cruelmente dejó sin vida a un padre y su hija dará paso a la realidad que significa lidiar con un problema que no tiene una solución a corto plazo.
El partido demócrata vive una crisis existencial entre la corriente moderada y quienes se mueven a la izquierda con un programa progresista que hizo posible la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de mitaca de 2018. Toda la energía y el momento están del lado del ala más liberal, olvidando que un 35 por ciento de votantes se declara conservador y otro tanto moderados. Sorprendentemente, para ellos ser de centro es sinónimo de no futuro.
El debate entonces se concentra en temas conocidos como que la gente tenga acceso a la salud de modo que una enfermedad no signifique la muerto o la quiebra. La desigualdad que durante este ciclo económico en particular ha evidenciado la brecha entre ricos y pobres. El dominio de los gigantes de la industria farmacéutica que tienen el control de los precios de las medicinas. La industria de los seguros de salud que imponen primas y deducibles que les representa unas jugosas utilidades.
Si algo queda como conclusión es que en los debates los candidatos cercanos al movimiento progresista del partido demócrata se robaron el protagonismo con propuestas populistas que en principio son loables pero cuya implementación genera dudas y aleja al centro. ¿Quién no quisiera tener todo lo que los políticos siempre prometen? El capitalismo ciertamente requiere de ajustes de modo que la clase media se fortalezca, como históricamente ha mostrado en el pasado.
El otro tema recurrente de las últimas elecciones es la inmigración no solo por los indocumentados que piden a gritos alguna forma de legalización, sino por el tratamiento dado a los miles de llegados a la frontera. Los norteamericanos en su mayoría aprueban una reforma migratoria que le permita a los millones de los sin papeles vivir dignamente y salir de las sombras. Otra cosa es promover una política de fronteras abiertas como algunos pretenden demagógicamente. Ello sería darle la razón a Trump en su empeño por satanizar a inmigrantes y refugiados.
Es muy temprano para saber quién puede resultar vencedor en estas primarias teniendo en cuenta lo que se avecina en materia económica como resultado de las medidas adoptadas por la administración Trump que desde ya comienzan a sentirse en el empleo y la producción agrícola. Interesante saber que hay consenso en que China representa la mayor amenaza para el futuro de los Estados Unidos. Asimismo, los efectos colaterales del proteccionismo y aislamiento propios del gobierno norteamericano ponen en aprietos la estabilidad de la economía global.
Por último, preocupa que los candidatos septuagenarios Joe Biden exvice de Obama y Bernie Sanders, el más extremo de la izquierda progresista, sean los favoritos en las encuestas. Muchos cuestionan si no va siendo hora de un relevo generacional. Quienes piensan lo contrario afirman que la senadora Elizabeth Warren y Kamala Harris las triunfadoras en los debates, podrían ser una alternativa para enfrentar a Trump. Ha surgido una refrescante opción en la figura de Pete Buttigieg, alcalde de una pequeña ciudad de Indiana y primer candidato gay quien ha demostrado ser el futuro del partido demócrata.