Esta iniciativa colectiva apoyada por una alianza interinstitucional estrena en Medellín un nuevo taller de producción para asegurar su competitividad en el mercado textil.
“Volver a comenzar”, es el mensaje estampado en la ropa de la primera colección de Vivimos Pacíficamente, la marca social con la que 86 víctimas del conflicto en Colombia se superan para confeccionar unidos sus proyectos de vida como empresarios.
Esta iniciativa colectiva apoyada por una alianza interinstitucional estrena en Medellín un nuevo taller de producción para asegurar su competitividad en el mercado textil. El grupo de 19 emprendedores antioqueños asociados en la precooperativa Red-i recibieron el local dotado con un show-room, maquinaria industrial, insumos como telas y software contable, lo que significó una inversión de casi 200 millones de pesos.
Después de perderlo todo por el desplazamiento forzado, vivir las dificultades de ser viudas y mujeres cabeza de familia tras los asesinatos o desapariciones por parte de la guerrilla o las autodefensas, entre otros hechos victimizantes, el taller de confecciones significa un premio a su tenacidad para consolidarse como emprendedores.
“Tenemos este taller gracias a muchos cooperantes que hacen de este sueño una realidad”, dice Monica Isabel Pinilla, vicepresidenta de la precooperativa de confeccionistas al reconocer la formación empresarial y el acompañamiento de Propais, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.
Su familia fue golpeada por el conflicto en el año 2002, cuando la guerrilla del Eln asesinó a su esposo en Arauca. Por culpa de la violencia se vio obligada a abandonar su región y desplazarse junto a sus dos pequeños hijos a Medellín para empezar de cero. En esta ciudad volvió a trabajar y, años después, inició un negocio de productos de aseo.
Desde 2015 se unió a los microempresarios textiles que hoy conforman la precooperativa Red-i y ahora ve con optimismo la oportunidad de sacar adelante un proyecto colectivo que recompensa la fortaleza de las víctimas que nunca se rindieron.
“Queríamos reinventarnos a pesar de que sufrimos por el conflicto, volver a comenzar y superar esa condición de víctimas… ahora somos empresarios sobrevivientes”, dice optimista del futuro de la empresa mientras observa las nuevas máquinas, que significan nuevos empleos para otras personas, muchas de ellas también afectadas por la violencia.
Para Jorge Mario Alzate, director de la Unidad para la Reparación a las Víctimas en Antioquia, este proyecto “es un ejemplo de la resiliencia de este grupo de personas que, siendo víctimas, se unieron para ayudarse de forma solidaria a superar las condiciones de vulnerabilidad que les dejó el conflicto y volverse emprendedoras con el apoyo que gestionamos con varias entidades”.
Además, destacó que “estas alianzas interinstitucionales permiten la generación de negocios rentables y sostenibles que permiten reconstruir los proyectos de vida, su inclusión social y así avanzar con su reparación integral”.
La tenacidad es justo la historia de Claudia Correa, otra de las sobrevivientes del grupo de 19 microempresarias que se benefician del nuevo taller en Medellín, quien tuvo la oportunidad de presentar la marca de ropa Vivimos Pacíficamente en la más reciente feria Colombiamoda (www.vivimospacificamente.com).
“Me siento orgullosa y empoderada de ver materializado este proyecto, que era un sueño y poder transmitir mi conocimiento a otras personas. Con la marca Vivimos Pacíficamente muchas familias que sufrieron el conflicto armado van a poder salir adelante”, dice esta mujer emprendedora que fue desplazada de la comuna 13 de Medellín.
Ella destaca que el taller representa un gran impulso para asegurar la sostenibilidad de la nueva empresa conformada por los sobrevivientes emprendedores: “Antes, cuando nos presentábamos a los clientes, no teníamos capacidad de producción y ahora con el taller sí podemos producir y llegar al mercado”.
Con el taller puesto en funcionamiento en Medellín, ya son cuatro los que producen para los 86 microempresarios textiles de la precooperativa Red-i. Los tres restantes se ubican en Bogotá, Bucaramanga y Valledupar.
Estos proyectos de inclusión productiva para la población víctima del conflicto y los grupos étnicos ha beneficiado a más de 7.000 empresarios en Colombia, gracias a instrumentos como las microfranquicias, la comercialización de la producción agrícola familiar y la marca social de confecciones Vivimos Pacíficamente, con una inversión del Gobierno Nacional en 2017 de 26.500 millones de pesos.