Pedro Costa es uno de los directores con mayor reconocimiento en Europa por sus trabajos y técnicas para elaborar sus producciones
FICHA TÉCNICA
Título original: Vitalina Varela Año: 2019 Duración: 124 minutos País: Portugal Dirección: Pedro Costa Guion: Pedro Costa, Vitalina Varela Fotografía: Leonardo Simões Reparto: Vitalina Varela, Ventura Género: Drama
El portugués Pedro Costa nos ha dado una lección de cine con Vitalina Varela para decirnos que la estética sigue ahí latente y a través de una técnica llamada claroscuro que fue muy popular a mitad del siglo XX, que tiene como propósito alcanzar sensaciones diferentes entre los espectadores.
Su historia es muy sencilla: Vitalina Varela es una mujer de 55 años procedente de Cabo Verde que llega a Lisboa tres días después de celebrar el funeral de su marido, que tiempo atrás emigró dejándola sola. Ha estado esperando este momento durante más de 25 años para entender por qué su marido la dejó.
Pedro Costa es uno de los directores con mayor reconocimiento en Europa por sus trabajos y técnicas para elaborar sus producciones. En sus últimos proyectos ha querido mostrar la historia secreta de Portugal a través de la inmigración de los habitantes de Cabo Verde y lo ha hecho con actores amateurs que han demostrado su calidad artística. Vitalina Varela es una de esas cintas que cala en la piel del espectador, porque de alguna manera denuncia las miserias de los inmigrantes, y lo hace a través de los personajes de sus relatos sin importar los causantes de la situación.
Desde su comienzo, 'Vitalina Valera' es la encarnación del claroscuro en el cine portugués
Costa es un director que sigue retratando la aldea de Fontaínhas por quinta ocasión: ese sector de precarias viviendas autoconstruidas donde, durante décadas, se fueron instalando los migrantes de Cabo Verde, hasta el momento en que el vecindario fue demolido. Un lugar que para el portugués sigue representando parte de la faceta de Portugal, porque allí creció y para ello, Vitalina Varela es fundamental como pieza cinematográfica para seguir insistiendo.
Desde su comienzo, Vitalina Valera es la encarnación del claroscuro en el cine portugués, con una entrada que permite al director, tomarse todo el tiempo del mundo en pasar de escena a escena, con una protagonista, Vitalina Tavares Varela (mujer real que construyó con Costa el guion de esta película) quien luego de décadas de espera llega a Lisboa para no volver nunca más a Cabo Verde. Su marido albañil, al que amaba y aborrecía en partes iguales, acaba de morir. De ahí en adelante, ella transita el más enigmático de los duelos: indaga en las circunstancias que llevaron a su esposo a la muerte, sostiene con él diálogos imaginarios, conversa con un sacerdote abatido interpretado por Ventura, que le complica más sus sentimientos de esposa.
Mientras que los hombres del barrio que no conoce deambulan por su casa acompañándola en su dolor y amargura, ella camina por pasillos de la casa hablando con el fantasma invisible de su esposo mientras lamenta la vida lujosa que él le prometió. Costa y su habitual director de fotografía, Leonardo Simões, capturan a Vitalina en magníficos primeros planos de claroscuro, mientras la cámara estática se demora en composiciones impresionantes con paletas tan delicadas que bien podrían ser pinturas renacentistas que cobran vida.
Vitalina Valera puede ser una obra que pueda recoger muchos admiradores por su estética y fotografía, algo que pasa por la dirección de Costas, con un sello inconfundible que demuestra su capacidad detrás de cámara. Sus hermosas composiciones, sus planos bellamente construidos al igual que sus personajes llenos de contrastes y debilidades lo ponen a la altura de los grandes en Europa. Pero su obra, es distante y fría y le falta el ritmo necesario para evitar caer en la monotonía de una historia que encanta y desencanta y que por momentos es difícil de ver, por la falta de ritmo de algunas escenas, que son muy visuales y absorbentes, donde las reflexiones de la protagonista son el centro de la película.
De lo que si estamos seguros y es muy importante resaltar es que son pocos los directores que realizan sus trabajos de una manera tan singular, cuya cada toma parece un lienzo de pintura. Además, el cine de Costa es lírico, lleno de ambigüedad, rico en implicaciones y con personajes repletos de poesía, complejos y sombríos. En "Vitalina Varela", Costa potencia a sus protagonistas al enmarcarlos como narradores majestuosos y dejar que sus historias se hagan cargo, pero el ritmo siempre será importante en la narrativa fílmica.
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