Y entonces el virus decidió que la palabra ideología está proscrita porque las unicas ideologías que existen son las de los movimientos progresistas, o la ideología de género
Mario Bunge es el más reciente de los muertos gloriosos que hemos tenido por estos días. Se murió como debe ser la muerte de un filósofo: ¡pensando! y lo hizo luego de cumplir un siglo de edad. Todo en él fue así de macanudo. Bunge era argentino.
Me enviaron una entrevista que concedió a Gabriel Arnaiz en donde se puede apreciar toda la valentía, originalidad y autenticidad de ese pensamiento suyo que ejerció además a contracorriente. Hay ahí unas frases tartánicas, poderosas, provocadoras y altamente representativas de lo que él denominó “el escepticismo metodológico” que lo caracterizó siempre. Mire nada más:
“Para evaluar una filosofía hay que preguntarse qué problemas contribuyó a resolver. Wittgenstein negó la existencia de problemas filosóficos, y Heidegger no hizo sino juntar palabras. Wittgenstein es popular porque es trivial y Heidegger porque es hermético”.
“Hoy en día el charlatanismo académico proviene principalmente de París, urbe que, de “ciudad de la luz” hacia 1750, pasó a ser “ciudad de las tinieblas” dos siglos y medio después”.
“Entiendo por charlatanería académica la que se produce en ciertas universidades, consistente en una mezcla de sinsentidos, falsedades y perogrulladas enunciadas en lenguaje hermético”.
“El primero y peor de todos esos charlatanes fue Hegel”
En su texto Las pseudociencias, ¡Vaya timo!”(Bunge 2020.Jojexcah ePub base r 1.0) el autor acuña la frase del “virus intelectual” y se concentra en contra de: “creencias mágicas, míticas, dioses, religiones, supersticiones, parapsicología, quiromancia, conceptos anticientíficos y toda una serie de estructuras mentales y ‘basuras intelectuales aparentemente inofensivas’” con las que “se deforma el pensamiento general y se arrastra a las personas a la superficialidad del análisis”.
Pero se pone uno a reflexionar y va descubriendo como el tema del “virus intelectual” tiene mucho más alcance que la sola territorialidad de las pseudociencias. Ese virus es una especie de “pandemia axiomática” que inunda de nuevas “verdades” a amplios sectores de la población y contribuye a su estancamiento.
Mire usted el tono solemne con el que este muchacho Luis Carlos Vélez habla de la manera como las movilizaciones sociales en Colombia son producto de la ingerencia extranjera a través de las redes sociales y cita fuentes, y adopta en la pantalla una pose reflexiva y, claro, termina siendo un hazmerreir en el campo internacional, porque no resulta comprensible que un país como el nuestro, repleto de dificultades, desigualdades y tropelías de su clase dirigente, no tenga para protestar, razones distintas a la influencia maligna de fuerzas extranjeras.
Y entonces el virus decidió que la palabra ideología está proscrita porque las unicas ideologías que existen son las de los movimientos progresistas, o la ideología de género para no citar sino dos ejemplos, pero que la derecha, el Centro Democrático, el neoliberalismo, el nuevo conservatismo, no son ideologías. Y la gente se traga el cuento.
Y escriben, pontifican, sustentan, arguyen desde la lógica del virus, para que sus corifeos los aplaudan y la ignorancia crezca. ¡Qué horrorosa pandemia!
Atreverse a pensar pareciera ser el único antídoto posible.