Violencia, un espanto para la familia en los estadios

Autor: Redacción
24 septiembre de 2019 - 06:17 PM

Los mal llamados hinchas siguen empeñados en convertir los estadios de fútbol en sus campos de batalla. El último de estos episodios se vivió en el Atanasio Girardot.

Medellín, Antioquia

No había iniciado el último clásico entre Independiente Medellín y Atlético Nacional, el pasado 8 de septiembre, y a unas cuadras del estadio Atanasio Girardot, en plena calle Colombia, un grupo de seguidores del DIM se enfrentaban a machete limpio. Fue afuera, sí, pero esas son las mismas personas que entran al estadio.

Las espeluznantes imágenes que grabaron e hicieron públicas conductores de vehículos y transeúntes que en ese momento pasaban por el lugar, le dieron la vuelta al mundo en sólo unos minutos.

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Y apenas quince días después, el pasado sábado, la ira de uno de esos mal llamados hinchas, trastornado por el mal momento deportivo que vive el Poderoso, trasladó esa violencia al interior del estadio. El rabioso hombre, desde la tribuna Norte, decidió lanzar un puñal contra los jugadores de Millonarios que celebraban el gol que al final les dio la victoria (1-2) ante el equipo local.

Pero estos no son los primeros y seguramente tampoco los últimos episodios violentos que han protagonizado esas personas que se disfrazan de hinchas y que se encubren en la pasión del fútbol para desatar una furia y una rabia que se torna sin medida en medio de la agitada masa.

La historia se remonta a décadas atrás. El 8 de marzo de 2008, el fútbol colombiano vivió tal vez el momento más aterrador de su historia, cuando en medio de un clásico caleño hinchas del América protagonizaron una verdadera batalla campal en las tribunas del Pascual Guerrero que dejó decenas de heridos, entre ellos un policía apuñaleado, muchos más detenidos, vallas derribadas, invasión de campo y un negro broche con la agresión del técnico americano Diego Umaña contra el uruguayo Daniel Carreño, técnico del Cali. Hecho que no terminó en una tragedia con cientos de muertos, porque los milagros existen. Hoy todavía esas imágenes erizan la piel.

Este hecho se repitió en mayo de 2017, en otro clásico en el mismo escenario, donde la gravedad de los hechos, con heridos y detenidos por doquier, hizo que el alcalde Maurice Armitage decidiera estudiar la posibilidad de prohibir el fútbol en Cali.

En agosto de 2016, en uno de los peores momentos deportivos en la historia de Millonarios, más de 400 hinchas invadieron la cancha de El Campín tras la derrota con Bucaramanga y algunos jugadores del conjunto Embajador fueron agredidos dentro del mismo camerino.

También en noviembre de ese mismo año, una vez finalizado el partido entre Junior y Nacional en Barranquilla, donde el equipo Verde ganó el título de la Copa Águila, una mujer hincha del Junior, navaja en mano, intentó agredir al jugador Miguel Ángel Borja.

Y en junio de este año, hinchas de América invadieron la cancha del Pascual Guerrero antes del final del partido que perdían por goleada con Pasto y varios de los jugadores del equipo caleño fueron amenazados y correteados por los enfurecidos hinchas.

Pero lo más grave es que por cuenta de las riñas callejeras y los infortunados encuentros de esos hinchas violentos en las afueras de los estadios, en carreteras o en cualquier lugar, se cuentan hoy más de 300 jóvenes muertos, principalmente de Bogotá, Medellín y Cali, aunque este fenómeno de la violencia por el color de la camiseta afecta ya a la mayoría de ciudades que albergan a los más tradicionales equipos del fútbol profesional colombiano.

 

Sitios peligrosos

Una lástima, porque ante la recurrencia de estos hechos, es muy osado seguir invitando a la familia para que asista a los estadios, convertidos ahora en lugares peligrosos.

¿Con qué argumentos se le puede decir a un buen hincha, a un buen ciudadano o a un padre de familia, que vaya con su novia, su esposa o sus hijos al estadio? ¿Qué garantías de seguridad puede tener esa persona si antes de cada partido los estadios están rodeados por jóvenes, hombres y mujeres, pidiendo o rebuscándose el dinero para la boleta? A lo que muchos acceden sólo por temor, porque se sienten intimidados.

¿O con qué tranquilidad se puede sentar en la tribuna un papá con su hijo, si fácilmente el de al lado puede estar armado con un puñal? Como ya ha ocurrido.

Don Alberto Molina es un hombre de edad, que disfrutó del fútbol en otras épocas. Hoy dice que dejó de ir al estadio “porque da miedo. No me voy a arriesgar a encontrarme en medio de una situación de esas”.

“No, yo no volví al estadio. Es mejor evitar, eso se volvió peligroso”, dice don Manuel Ortiz, otro hincha, como dicen en el barrio, de la vieja guardia.

Como ellos don Pedro, mucho más joven pero con dos hijos que aún están bajo su responsabilidad: “Prefiero no ir, dice. Asisto esporádicamente cuando mis hijos me piden que los lleve, pero la verdad estoy tratando de convencerlos de que ese no es un lugar para ir, es demasiado arriesgado”.

Y así muchas otras personas que, ante hechos tan evidentes, se han alejado de la fiesta del fútbol por simple temor.

“Una sola persona no puede empañar el comportamiento de 40.000 y de un trabajo que con esfuerzo se ha hecho durante esta Administración para vivir el fútbol en paz, son catorce clásicos en paz, por eso rescatamos y resaltamos el comportamiento en términos generales de las barras, de las hinchadas y de los equipos”, dijo el alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga frente al hecho del fin de semana en el Atanasio Girardot, que volvió a desatar la polémica por la seguridad en los estadios de fútbol.

“Esto que pasó debe servir para que la gente sepa que si entra al estadio y se porta mal, se jodió”, apuntó el alcalde, pero la verdad es que ante situaciones como esta, es claro que, en medio del arrebato del fútbol, el hincha desprevenido está casi que en estado de indefensión entre esa multitud en la que se amparan quienes son capaces de llevar un arma para ir a ver un partido de fútbol.

“Las crisis son oportunidades, ese es el mensaje, y ahora hay que decirle a todo aquel que ingresa al estadio con el propósito de hacer mal, de manejarse mal, que lo estamos viendo, que lo están grabando, no hay zonas de tolerancia, el que la embarra le va mal. Allí tenemos 175 cámaras, de ellas 38 son de reconocimiento facial, instaladas en las entradas, en cada acceso, y sólo este año hemos individualizado 228 personas que tuvieron malos comportamientos dentro del estadio”, explicó Gutiérrez Zuluaga.

Precisó que “antes pasaban las cosas, no se encontraba al responsable y sancionaban el estadio y a los equipos, pero esto no es de sancionar cemento o tribunas, esto sirve si se individualiza, que es lo que estamos haciendo. Estas personas deben entender que cualquier mal acto tiene sus consecuencias”.

 

Falta la denuncia

Seis horas después de los hechos ocurridos el sábado en el Atanasio Girardot, las autoridades confirmaron la plena identificación del joven de 19 años que lanzó el arma punzocortante. “Nadie se puede excusar en una camiseta para cometer actos delictivos y criminales…Este caso no quedará como un hecho más. Enviaremos las pruebas a la Fiscalía para que determine cuáles son los delitos que esta persona cometió”, dijo el alcalde Federico.

Y el caso está precisamente pendiente de esa denuncia penal que anunció el alcalde, porque el responsable fue conducido hoy mismo por la Policía a la sede de la Fiscalía, donde minutos después fue dejado en libertad sin restricciones porque hasta este momento no existe ni denuncia oficial y mucho menos una orden de captura en su contra.

Pero “esto va más allá de lanzar algo a la cancha. En mi concepto existe tentativa de homicidio”, había manifestado antes el alcalde en rueda prensa, a lo que se sumó el presidente de Dimayor, Jorge Enrique Vélez: “Eso lo tienen que entender los delincuentes vestidos de hinchas que van a los estadios de Colombia. Con este tipo de medidas que debemos tener en todos los escenarios, los vamos a derrotar. Una persona que va con una puñaleta a un estadio, está buscando causar daño. Estoy esperando hablar con el alcalde de Medellín y si él quiere colocamos la denuncia juntos, sino seré yo como presidente de la Dimayor”, dijo el directivo en 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio.

Es decir, de momento el joven responsable de lanzar el arma sólo tiene la sanción administrativa que le impuso la Mesa para la Convivencia en el Fútbol, que consiste en tres años sin ingresar al estadio y una multa económica que la determinará un inspector de policía.

Sin embargo, alcalde y presidente de Dimayor anticiparon la denuncia penal, y una vez se haga oficial, la Fiscalía entrará a valorar los atenuantes para determinar si es necesario presentarlo ante un juez de control de garantías, que será quien en última instancia decida cuál es la gravedad de los hechos y la posible sanción, que podría ir desde una simple amonestación que es excarcelable, hasta una privación de la libertad.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-09-26 09:05:19
Ir al estadio? Ni de fundas!

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