A propósito de los 30 años que cumple la tragedia de Villatina, que dejó más de 500 muertos y 200 desaparecidos, hay que reflexionar sobre las acciones y las voces que siempre están en función de evitar nuevos hechos de dolor en una ciudad donde confluyen siempre factores fundamentales para nuevos desastres.
El profesor Mario Monsalve, sociólogo de la Universidad Autónoma Latinoamericana, fue una de esas voces entre tantas otras que intentaron anunciar una posible tragedia que podría ocurrir en Villatina. La tesis de grado de Monsalve para obtener su diploma como sociólogo se tituló: "Villatina, un barrio de ocupación origen de una tragedia". En esta Monsalve describía un panorama de ingredientes sociales, demográficos y geológicos perfectos para configurar un desastre de grandes dimensiones. Lo dijo seis años antes y aún así no fue suficiente para evitar que a las 2:00 de la tarde del 27 de septiembre de 1987 más de 700 personas quedaran sepultadas bajo tierra en lo que se conoce aún como una de las diez peores tragedias urbanas del planeta.
Luego de la tragedia, Monsalve comenzó a trabajar de la mano de la Alcaldía de la época en los que fueron los primeros programas que se encargaron de los asentamientos en zonas de alto peligro. "A partir de la tragedia de Villatina, empezamos a diseñar mecanismos para intervenir zonas de alto riesgo y prevenir o mitigar esos riesgos. Empezamos ese trabajo que fue pionero con el programa de intervención de barrios sub-normales, en casos como el Limonar y Nuevo Conquistadores", cuenta Monsalve.
Él reconoce que la tragedia de Villatina dejó un legado de aprendizajes y procesos que luego pudieron realizarse en otras comunidades en contingencia de vivir situaciones similares. Sin embargo, con su ojo experto de más de 30 años como especialista en educación ambiental y trabajando con asentamientos humanos en relación a su entorno, ve con preocupación algunos fenómenos urbanísticos en la ciudad. "Si uno compara las fotografías de los años 80 y 90 en el sector centro-oriental de Medellín evidencia como ha sido ese crecimiento hacia arriba acelerado de población y no planificado. Hoy no solamente se ha superado esa tasa de crecimiento en el ámbito urbano sino que ahora encuentras grandísimos edificios de más de 20 pisos. Es algo a revisar", dice el sociólogo, quien señala como una paradoja que la mejoría en temas de servicio como de transporte (caso metrocable), facilita la sobrepoblación y la falta de planificación en laderas y periferias de la ciudad.
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En esta fecha que conmemora la muerte de cientos de personas y que sentó algunas bases de prevención para evitar que la ciudad vuelva a vivir un hecho semejante, Monsalve entrega algunos conceptos que, como siempre, si se toman a tiempo en una sumatoria de voces autorizadas, pueden garantizar que desastres evitables enluten nuevamente a la ciudad y a sus gentes.
¿Qué lecciones de la tragedia de Villatina sí estamos acatando como ciudad?
Una muy importante es que los comités locales a través del Sistema Municipal han logrado mayor participación de líderes comunitarios. Eso es un aspecto fundamental.
A partir de ese desastre, hemos avanzado en materia de reacción y respuesta institucional. Pero una deuda que tenemos es la vinculación de las universidades; es decir, necesitamos que la academia llegue más a las comunidades y aporte en investigación. Pienso que en ese aspecto, aunque hay avances, falta mucho por hacer.
Más allá del esfuerzo físico y material que implica una reubicación de una comunidad, ¿cómo se trabaja el tema emocional y aspectos como el arraigo de un colectivo humano con su entorno original el cual deben abandonar?
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Primero hay que tener en cuenta el concepto de resiliencia de cada quien o de un grupo de personas; es decir, cómo me supero yo ante las adversidades. Lo otro es hacer un trabajo psicosocial altamente profesional y muy incluyente. Hay que tener en cuenta esos procesos de readaptación a las comunidades. Porque no es lo mismo reubicar a una familia en un entorno preventivo a hacerlo ya luego del desastre, aunque salgan ilesos, como el caso de Salgar, por ejemplo.
En ese proceso de acompañamiento hay que ser muy receptivos con las comunidades, tener en cuenta su idiosincrasia, sus aptitudes frente al miedo y su actitud frente a una adaptación a un nuevo lugar. Intentar en lo posible no alejarlos mucho de sus entornos a los cuales están acostumbrados y buscar en todo momento mejorar su calidad de vida, no su nivel de vida, porque eso se logra simplemente con un traslado a un edificio nuevo, pero la calidad de vida implica esfuerzos materiales, culturales y psicosociales mayores.
¿En Medellín estamos preparados técnica y culturalmente para atender un desastre en la forma en que lo evidenciaron por ejemplo los ciudadanos de Ciudad de México luego del terremoto?
En mi labor en las comunidades en riesgo yo le preguntaba a las personas, ¿bueno, y estás preparado para una tragedia? -No, pues como, pero es que a mí, ¿qué me va a pasar?- respondían Y es que tenemos muy arraigada esa creencia de que todo lo malo le va a pasar al del frente y no a nosotros.
Por eso más allá de los simulacros, hay que revisar la forma cómo estamos educando a la ciudadanía frente a temas de riesgos y desastres. Hablo de educarlos desde la escuela, el colegio y hacerlo en un lenguaje acertado. Recuerdo al periodista Javier Darío Restrepo, que decía que si los técnicos hubieran hablado claro a los habitantes de Armero se hubieran podido evitar miles de víctimas. Pero llegaron hablando con un lenguaje supertécnico y tan elevado que la gente no entendía, y entonces recurrió a lo que su imaginación le daba, porque como se dice en el argot: lo que no se le informa a las personas, ellas llenan esos vacíos con imaginación. Frente a eventos que en cualquier momento puede ocurrir no podemos dejar que la reacción general responda a creencias, sino que sea producto de una ciudadanía informada.
Por ejemplo, la tragedia de México ya se nos olvidó, pero será que aprendimos de ese desastre para revisar si tenemos un plan interno en nuestras casas o empresas, si tenemos un kit completo de emergencia en casa, o si conocemos los espacios vitales de nuestros edificios, viviendas, barrios. Es decir, ¿esos hechos sí nos están dejando transferencia de experiencias y aprendizajes?
Finalmente, el profesor Mario Monsalve, quien actualmente trabaja en reasentamientos de comunidades por proyectos mineros y energéticos, invitó a que en una fecha como la que se recuerda este miércoles en Medellín con la tragedia en Villatina los gobiernos municipales revisen sus planes de gestión de riesgos, lo único que permite prever cuándo se avecina una avalancha, un desbordamiento, un incendio o un desastre invernal. A lo muertos en desastres naturales hay que honrarlos con conciencia institucional y ciudadana para no repetir hechos de dolor semejantes.