Somos ahora los maestros y nuestros estudiantes quienes exigimos un cambio en la forma de vernos por parte de una sociedad profundamente injusta y homicida, polarizada y sometida
La persistencia es capacidad y virtud humana, pero, como en todo lo humano, su exceso se puede volver perjudicial; es cuando nos referimos a alguien como quien está empeñado y la dedicación se convierte en obsesión, la concentración se transforma en ceguera y el estar empeñado habla de la pérdida parcial o total de autonomía. La capacidad de juicio se altera cuando no se intenta o se tiene en cuenta el punto de vista contrario o simplemente diverso. Grandes descubrimientos y teorías nuevas se han originado en el acto de modificar nuestro punto de vista e intentar asumir los hechos desde otra perspectiva. La incapacidad de hacer esto nos lleva al dogmatismo, a la ceguera. Muchos confunden la lealtad, la obediencia y la fidelidad con la rigidez y la incapacidad de cambiar. Por esto mismo líderes de pacotilla, sin altura moral, sin sentido de la historia, se convierten en héroes con pies de barro, adorados por millones.
Los colombianos sí que adolecemos de estas obnubilaciones y quizás el mayor reto que tenemos es ejercer la capacidad de cambiar la mirada. Un ejemplo que hasta duele. Por décadas no hemos apoyado una opción política que revierta la carga impositiva de los trabajadores y apoye decididamente un programa serio de cobro de impuestos a la gran propiedad; somos una sociedad de amos y esclavos satisfechos, un país de derechas, 80% de la población respalda al 20% que se devora la riqueza. Cualquier manifestación de ampliación de la conciencia es conculcada y las luchas por mejores condiciones de vida para las mayorías son inmediatamente estigmatizadas como comunistas.
Hay muchos otros ejemplos en temas menos sensibles y es un reto ver las cosas de otra manera, intentar otra secuencia ¿Somos nosotros quienes hemos domesticado a las plantas y los animales? Y me pregunto porque bien puede ser lo contrario, tal como científicos expertos nos dicen. Para ellos es un hecho que muchas especies vegetales y animales que llamamos domésticas fueron quienes primero hicieron uso de nosotros y ello para preservarse, para garantizar la supervivencia. Hay otros cambios de punto de vista que pueden llegar a ser algo así como la salvación y los ejemplos son abundantes en los conflictos bélicos del siglo veinte. Hay algo profundamente humano y maravilloso cuando dejamos de ver a nuestros enemigos como tales y descubrimos metas comunes, igual sucede si dejamos de ver a los vecinos como si fueran los apestados y los percibimos en su humanidad.
En ocasiones, son las tragedias, los conflictos descomunales o las amenazas, que exceden nuestra capacidad de respuesta, los factores que nos obligan a mirar de otra manera y así podemos mirar con ojos frescos lo que nos llega en el río de la vida. Somos ahora los maestros y nuestros estudiantes quienes exigimos un cambio en la forma de vernos por parte de una sociedad profundamente injusta y homicida, polarizada y sometida, que nos quiere ver como causantes de la tragedia nacional cuando somos quienes con conocimiento y persistencia luchamos por otro país y por remediar un absurdo que asfixia un futuro digno para millones.