La tierra de Urabá está dedicada principalmente a la ganadería y a las plantaciones agrícolas, pero esto no siempre fue así, este territorio solía estar cubierto por una densa selva tropical.
Hace un siglo, el territorio de Urabá estaba cubierto por una densa selva y era habitado principalmente por comunidades indígenas que vivían de forma aislada. En el siglo XX, el bosque se convirtió en fincas ganaderas y bananeras.
Los campesinos e indígenas recuerdan cómo eso cambió. Milton Díaz, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Porroso, Mutatá, explicó que décadas atrás, los territorios que ahora son fincas ganaderas eran pantanos y grandes extensiones de bosque.
Gran parte de Urabá hace parte de ese extenso territorio conocido como Chocó Biogeográfico, que ocupa poco menos del tres por ciento de la superficie terrestre y contiene más del diez por ciento de su biodiversidad. Esta región va desde el Darién al sureste de Panamá hasta el costado noroccidental de Perú. Alberga más de 9.000 especies de plantas vasculares, 200 de mamíferos, 600 de aves, 100 de reptiles y 120 de anfibios. Una cuarta parte son endémicas.
Si bien el territorio de Urabá ya no está cubierto de bosque, aún es un territorio verde. Cuando el avión vuela de Medellín a Carepa, hay un momento en que las montañas cambian de color y pasan de ser verde claro y marrón al verde oscuro del bosque, es el territorio de Dabeiba y Mutatá. Luego inicia una planicie cubierta por amplias plantaciones de banano.
“La historia reciente del Urabá no puede abordarse sin tener en cuenta el inicio de la producción bananera con la entrada de la United Fruit Company, la cual fue determinante en la región. La multinacional llegó a Urabá en busca de nuevas tierras, como alternativa a las que ya tenía establecidas en el Magdalena. Según estudios de la compañía los suelos del Urabá presentaban mejores condiciones productivas para el cultivo del banano, no sólo en cuanto a la calidad del suelo sino también a la disponibilidad de recursos hídricos”, señaló el estudio del Banco de la República: El Caribe antioqueño: entre los retos de la geografía y el espíritu paisa.
Pero hoy las grandes plantaciones de banano en Urabá son de empresas nacionales. En 1963 nació Augura (Asociación de Bananeros de Colombia) en Urabá, actualmente están afiliadas comercializadoras y productoras con más de 38.000 héctareas, esto solo equivale al 3,26% de todo el territorio de Urabá.
Pese a que el sector bananero es el principal motor económico en el Urabá, el sector pecuario es que el que ocupa mayores extensiones de tierra, con municipios como Necoclí o Arboletes que destinan más del 90% de su territorio a esta actividad económica; según datos del estudio del Banco de la República: “Prácticamente la totalidad del territorio en Arboletes, San Juan de Urabá y Necoclí están en las actividades pecuarias, dejando una disponibilidad casi nula para actividades agroforestales o de conservación”.
“Esto no se va a recuperar nunca, a menos que el ser humano se extinga”, dijo María Isabel Ochoa, coordinadora del Proyecto Conexión Biocaribe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el cual busca reconectar las zonas protegidas a través de corredores de flora y fauna estratégicos.
Mensaje en un corredor de restauración forestal en los bordes del río León.
Ella explicó que, si bien la selva no va a volver, es importante preservar las zonas boscosas que aún existen y enseñar a las comunidades que habitan estos territorios a cuidarlos. También, destacó el trabajo mancomunado entre entidades internacionales, el estado y el sector privado.
Ejemplo de este trabajo es la recuperación de los bordes del río León en Mutatá, Chigorodó y Turbo, trabajo realizado por la FAO con las comunidades y con el apoyo de entidades privadas como Fundaunibán.
“Este terreno en el que estamos era una finca ganadera grande, pero no tenía límites con el río León, el potrero llegaba hasta la orilla y estábamos logrando dos cosas: destruirlo y soportar inundaciones que acababan con los pastos, los cultivos y el ganado. Con este proyecto establecimos una franja de 15 metros de distancia con el río a través de tres hileras de árboles nativos”, señaló Díaz.
“La estrategia Conexión Biocaribe, apunta hacia la recuperación de la estructura ecológica y social de la región para incidir en el mejoramiento de la capacidad de los ecosistemas en la generación de servicios indispensables para el desarrollo regional y el bienestar de sus comunidades”, indicó la FAO.
Entre los ecosistemas más importantes en zona costera se encuentra el manglar. Precisamente en Unguía, Chocó, parte del proyecto Conexión Biocaribe es la recuperación de áreas de manglar en zonas inundables cerca la desembocadura del río Atrato.
Pese a que los manglares son de gran importancia ecológica, se encuentran gravemente amenazados. El artículo Deforestación y sedimentación en los manglares del Golfo de Urabá: Síntesis de los impactos sobre la fauna macrobéntica eíctica en el delta del río Turbo, publicado en 2013 por un amplio grupo de científicos e investigadores, señaló que “la deforestación en las cuencas hidrográficas costeras en el golfo de Urabá es una de las más altas y aceleradas del país, debido principalmente al intenso aprovechamiento de las áreas con potencial agrícola y pecuario”.
El proyecto busca que las comunidades recuperen áreas que anteriormente fueron manglares y se encarguen de su protección. Igualmente, busca que se siembren corredores verdes entre los potreros y el río León para recuperar un poco de lo que el hombre le arrebató a la selva.
Ochoa destacó los logros conseguidos en estos procesos de conservación y restauración con las comunidades, pero agregó que este aporte sólo “es un grano de arena frente al gran problema que es la deforestación en Colombia”.