El programa Música para ver es una iniciativa de la Fundación Uno Más Uno, en colaboración con Incolmotos Yamaha, que busca acercar la música a niños invidentes.
Luis Fernando Gómez, director de la Fundación Uno Más Uno, “abrió sus ojos” en 2013 a la situación de los niños invidentes, justo cuando perdió por completo la visión.
En ese momento era un empresario del sector de la moda en Medellín, y redireccionó su rumbo cerrando sus almacenes y buscando crear un una entidad sin ánimo de lucro que ayudara a incorporar a los menores con su misma discapacidad visual a la enseñanza de la música.
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“Yo tenía muy claro que no quería pedirle plata a nadie, mi propósito era generar proyectos empresariales con un profundo espíritu al sentido social que apalancaran a la Fundación, y si en el camino aparecían apoyos, pues serían bienvenidos. Pero pensé en algo autosostenible”, recordó Gómez, al detallar que la venta de prendas de la marca 1+1, escrita en letras para diferenciarlas comercialmente de la Fundación, en almacenes de cadena y la realización de conciertos, en asocio con la Orquesta Filarmónica de Medellín, son los pilares financieros de su organización.
A la fecha se han realizado cuatro conciertos del programa Música para ver, que amalgaman el rock y la música clásica en homenajes a Racmaninov (2013); The Beatles (2014), Queen (2015) y Pink Floyd (2016). En estos conciertos, además de deleitarse con una experiencia estética, los asistentes tienen la oportunidad de ver a los jóvenes de la fundación interpretando la flauta dulce, y tener un momento experiencial que propone, por ejemplo, escuchar la música a ciegas mientras se toca la letra de la canción escrita en braille.
Luis Fernando, el actor tras bambalinas de estos eventos, dice estar convencido del poder transformador que tienen la música, no sólo para los asistentes a los conciertos que ofrece el programa, sino también para los niños que se benefician con la instrucción musical y el apoyo a su aprendizaje por medio de tabletas iPad, las cuales les permiten navegar en internet con facilidad gracias a su programa de asistencia Siri.
“Los chicos son actores activos en los conciertos con la Filarmónica, tienen una voz y un talento increíble, y es maravilloso poder verlos en un escenario que fue montado para ídolos o virtuosos. Ahora ya no sólo quieren cantar, sino que quieren cantar más, quieren ser las estrellas, y de eso se trata, de que ellos también se puedan tomar el mundo”, dijo el director de la Fundación.
Música para ver
En la primera etapa de este programa, Uno Más Uno tiene como aliada a la Fundación Incolmotos Yamaha, que se ha vinculado brindando procesos de iniciación musical a más de 281 niños sólo en 2016. Según manifestó José William Velásquez, director ejecutivo de esta fundación. Desde 2014 se inició el trabajo conjunto con la entidad creada por Luis Fernando Gómez como una prueba piloto.
“Comenzamos a trabajar con esta fundación como un anexo de nuestras becas Tokando, ya habíamos trabajado con niños con alguna discapacidad, pero no en algo especialmente enfocado a esta población, y gracias al éxito que tuvo la alianza lo sacamos del programa de Tokando, lo volvimos una línea de nuestro trabajo, enfocándonos de lleno en la iniciación instrumental con flauta dulce del programa Música para ver”, destacó el directivo.
Además de la entrega de la flauta, que es un instrumento que por sus costos y fácil manejo ha permitido masificar el programa, las instituciones reciben una cartilla impresa en braille. Escuchar, cantar, tocar leer, escribir y crear, son los logros que los niños participantes alcanzan en esta iniciación.
Una luz que se escucha
Alison Osorio es una de las beneficiarias de Música para ver y a sus 12 años ya es un ávida intérprete de la flauta sopranino, un instrumento en el que toca con destreza piezas como La marcha de las abejas o El botecito.
“Cuando sea grande me gustaría también aprender a tocar el violín y el acordeón. Al principio era muy difícil poder tocar y leer la partitura en braille, pero uno se va aprendiendo las notas, y ya logro identificar muy fácil una negra, una redonda o una corchea”, contó Alison sobre su proceso.
Nancy Cardona, su mamá, también ha sido testigo del avance musical de la niña a lo largo de estos tres años. Destacó que este tipo de proyectos demandan de todo el apoyo de la sociedad, ya que permite el acceso de los niños con discapacidad a programas de formación a los que no tendrían acceso.
“Ahora ya está en la segunda etapa que es el coro, en el que está con otros 15 niños. Siento que la música le ha ayudado a socializar más, a integrarse sin miedo con la gente, también le ha ayudado mucho la tableta que le proporcionó la fundación, porque ya se siente más independiente para hacer sus consultas o hablar con sus amigos”, relató la mamá de Alison.
Al igual que ella, más de 30.000 niños y jóvenes han sido beneficiados por el trabajo de ambas fundaciones, que bajo el método de enseñanza musical de Yamaha, ha llevado la posibilidad de aprender música a poblaciones de escasos recursos en el país.