No es época de política partidista, ni de exhibirnos, ni de cobrar réditos, ni de falsos liderazgos. Es época de buscar juntos los mecanismos que nos permitan paliar la embestida de un virus aterrador y sus horrorosas consecuencias
La unidad entre los colombianos y especialísimamente la unidad entre nuestros gobernantes es un imperativo de los tiempos que vivimos y padecemos. El coronavirus nos impone afrontar el pésimo momento con entereza, con valor, con gran disciplina social, con solidaridad, con amor, para poder paliar el embate de algo que no esperábamos y que no estábamos preparados para recibir.
No es época de política partidista, ni de exhibirnos, ni de cobrar réditos, ni de falsos liderazgos. Es época de buscar juntos los mecanismos que nos permitan paliar la embestida de un virus aterrador y sus horrorosas consecuencias sobre la salud de los colombianos, nuestro sistema sanitario y la economía. El mal llega como un monstruo que amenaza la estabilidad institucional del mundo. Si continúa el egoísmo miles perecerán físicamente, pero los sobrevivientes heredarán terribles secuelas financieras, sociales, sanitarias y políticas de imprevisibles valoraciones.
Es hora de tomar decisiones dolorosas, no podemos pensar en los beneficios de los que todo lo han tenido. Llegó el momento de decidir lo que mejor convenga y salvaguarde vidas. Los que han acumulado riqueza tienen cómo subsistir, por lo tanto, la acción del Estado debe ir encaminada a los que más lo requieren, al pobre, al desamparado. Todo sin olvidar que las decisiones siempre tienen que ir encaminadas a impedir que el virus continúe su camino expansionista y que, si por fin lo logra, la acción del Estado se debe encaminar a contar con un sistema de salud eficiente y oportuno. Qué el médico no tenga que definir en los sanatorios a quién prefiere para ponerle los equipos que le salven la vida y a quién deshecha a su suerte. Todos por igual deben recibir los beneficios sanitarios. La decisión del presidente Iván Duque, de un aislamiento de la población, en sentir de científicos y expertos, va en el sentido correcto y todos debemos apoyar esa y otras decisiones afines.
Existen liderazgos visibles y dignos de reconocer. Voy a citar dos nombres a sabiendas de que existen muchos más. Claudia López, alcaldesa de Bogotá y Aníbal Gaviria, gobernador de Antioquia, han demostrado imaginación, creatividad, visión, en síntesis, liderazgo, en el manejo de esta compleja crisis. Pero no poco ha sido el aporte de los gobernadores de Cundinamarca, Boyacá y Meta en el caso de la alcaldesa de Bogotá y tampoco podemos menospreciar el empuje del alcalde de Medellín, Daniel Quintero y de los demás alcaldes del departamento de Antioquia que han contribuido al éxito de las medidas tomadas y consensuadas con todos ellos por Aníbal Gaviria. Esas son muestras de unidad, que es lo que el momento exige.
En otras esferas del poder es necesario afinar ese liderazgo. Estar bien asesorado es menester en estos momentos y ese asesoramiento debe ser en lo científico, la oportunidad y la comunicación. Es necesario silenciar los “parlantes” inoportunos, torpes, incendiarios que existen en dependencias oficiales. Se deben tomar decisiones oportunas, en el momento indicado y no cuando ya sea tarde. No se pueden expedir normas a la “topa tolondra” como decían nuestros abuelos, para después tener que corregir o morigerar en los medios y repito: el confinamiento de todos los colombianos, por diez y nueve días, se imponía, al decir de los entendidos. El apoyo a todas estas decisiones, por dolorosas que sean, debe ser total y sin miramientos políticos o de otra índole.
Termino diciendo que no se puede confundir liderazgo con vitrina. Lo que menos deseamos los colombianos es funcionarios pantalleros.