Una prisión de espejos

Autor: La Urna Abierta
15 febrero de 2019 - 10:01 PM

En un mundo que más parece un laberinto de espejos, el infierno son los otros porque el infierno soy yo y cada uno de nosotros.

Juan Fernando Gallego Barbier

 

“El infierno son los otros”, piensa una señora indignada al ver a un joven “colándose” en el Transmilenio, el cual aparentemente prefiere arriesgar su vida por no pagar un pasaje. “Aquí si se matan por cualquier peso. Este país lleno de políticos, robándose la plata, y la juventud que no hace nada por cambiar. Nos llenamos de vividores y ladrones” se dice para sus adentros mientras intenta pasar por debajo de la registradora del bus que acaba de tomar, porque para qué pagar eso si lo importante en la vida es “ser avispado”.

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“El infierno son los otros”, dice entre quejidos y gruñidos ininteligibles un hombre de unos 30 años frente a la televisión, mientras emiten los habituales baños de sangre que gustosamente muestran en los noticieros locales. Alega que el país no tiene solución ni salida del terror que se nos ha hecho tan habitual. “El gobierno no sirve para nada. Si lo hiciera, ya hubiera acabado con esas lacras” le grita a su esposa. Media hora después sale de su casa para hablar con el “parcero” del barrio a ver si le presta una “platica” con la que pueda salir a beber este fin de semana. Al fin y al cabo, el dinero que le llegó en la última quincena se le acabó con unas “amiguitas” hace ocho días.

“El infierno son los otros” le grita un padre a su hijo adolescente. Está indignado por las marchas de profesores y estudiantes universitarios, las cuales cree que son formadas por “una parranda de vagos y revoltosos que no quieren estudiar”. Luego del larguísimo sermón que le da a su hijo sobre la importancia de formarse y educarse para ser alguien en la vida, se apura en buscar el control remoto del televisor porque se va a perder el final del reality de moda. Nunca ha leído más allá que los chistes verdes que le mandan sus compañeros de trabajo por el Whatsapp y se defiende diciendo que se mantiene muy ocupado y cansado como para leer “estupideces” y mucho menos para reflexionar sobre ellas.

Sartre tenía razón, el infierno son los otros. No simplemente porque el otro me haga el mal o porque frente al otro nos debamos moderar y tengamos que adoptar una postura que a muchos parecería antinatural. En un mundo que más parece un laberinto de espejos, el infierno son los otros porque el infierno soy yo y cada uno de nosotros. Vemos pasar día a día una innumerable cantidad de personas, a decir, una innumerable cantidad de demonios que nos acechan, esperando atacarnos y destruirnos, sin aceptar que esa imagen tan horrenda que está en el otro, es la reflexión de nosotros mismos.

Posiblemente lo haya olvidado por la fea costumbre nuestra de asistir nuestro sentido religioso cuando nos conviene, pero ya lo decía Jesús en boca de San Mateo: “¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes la viga en el tuyo?”. Pero como es deporte nacional, vivimos tirándonos la responsabilidad de lo malo que sucede día a día en el país. Recuerde que cuando afirma que la sociedad colombiana está podrida, usted no escapa de tal aseveración. Más bien pregúntese por lo que está haciendo por usted mismo y por los demás, y no tema juzgarse con la misma facilidad y severidad con la que sentencia a la vida y conductas ajenas. Eso de “conócete a ti mismo” no es una mera arbitrariedad puesta en el oráculo para llenar un espacio vacío, ni mucho menos una burda frase de cajón.

Lo invitamos a leer: Participación, sujeto y sociedad

Así que no se queje porque el país está podrido por la corrupción, la violencia y la ignorancia, porque el primer y más grande de sus exponentes puede ser usted mismo.

*Estudiante Universidad de Antioquia

 

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