La perestroika venezolana solo podrá ser posible cuando el régimen de Cabello-Maduro deje recibir el apoyo de la cúpula militar y esto solo se logra cuando desde los niveles medios hacia abajo en las Fuerzas Armadas de Venezuela se rompa la unidad de mando.
Con la caída del muro de Berlín en 1989, se derrumba el modelo socialista orquestado desde Moscú con el bloque de países sometidos a la presión moscovita. Ese lapso de la posguerra dominado por la carrera armamentista nuclear y el temido botón rojo dispara-misiles tuvo en tensión a oriente y occidente bajo la denominada guerra fría.
Los altos costos de mantenimiento, el atraso tecnológico, la represión de los regímenes hacia los diferentes actores de la oposición hicieron inviable el sostenimiento del modelo.
Lech Walesa, líder sindical polaco, condujo los destinos del sindicato Solidaridad, y con él comenzaron los cambios en Polonia. Paralelamente, en Rusia, Mijaíl Gorbachov inició una revolución pacífica denominada perestroika, conducente a la modernización de la URSS, que finalizó con la disolución de la misma y cada país volvió a recobrar su autonomía política y económica, insertándose así en las dinámicas de la naciente globalización. El fin de la Guerra Fría cambió también las relaciones mundiales, desde la perspectiva geopolítica hacia la geo economía.
Pocos países en el mundo mantienen el modelo socialista, incluso uno de sus más recalcitrantes defensores del maoísmo, la China, mantiene la estructura política, pero es un activo competidor en los mercados mundiales.
Mientras qué los países de la Cortina de Hierro aplicaban su propia perestroika, América Latina iba en contravía. La llegada de Hugo Chávez a la presidencia venezolana en 1999 y el anuncio del Socialismo del Siglo XXI, con el apoyo de los Castro desde Cuba, produjo una cascada de cambios presidenciales en la región, tales como Evo Morales en Bolivia, los esposos Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, con un enfoque de izquierda radical, mientras que en Brasil con Lula Da Silva, Michelle Bachelet en Chile, José Mujica en Uruguay, la izquierda fue moderada.
Pero la gasolina de la revolución del Socialismo del S.XXI se les acabó, por varios motivos, entre ellos la quiebra de Venezuela por la caída de los precios del petróleo y la muerte de Chávez, que frenaron en seco las intenciones expansionistas castro-chavistas y el reacomodo de varios de esos países hacia gobiernos de derecha e incluso extrema derecha mandan señales al mundo y máxime a Venezuela la necesidad que allí mismo se inicie la perestroika del Siglo XXI.
Venezuela ya inició su transformación con la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente interino con la misión de generar un cambio hacia la recuperación socioeconómica venezolana. A diferencia de intentos anteriores, ahora la oposición y el gobierno paralelo cuentan abiertamente con el apoyo de muchos países, entre ellos Estados Unidos, los integrantes del Grupo de Lima, algunos europeos y del lejano oriente. Pero la perestroika venezolana solo podrá ser posible cuando el régimen de Cabello-Maduro deje recibir el apoyo de la cúpula militar y esto solo se logra cuando desde los niveles medios hacia abajo en las Fuerzas Armadas de Venezuela se rompa la unidad de mando y estos se subleven, esto lo ha entendido Guaidó con el anuncio de la amnistía a los militares, invitándolos a través de sus familiares y amigos para iniciar la perestroika venezolana.
El camino es largo y retrechero, la comunidad internacional está alerta y si Maduro da muestras de su “brillante inteligencia” deteniendo a Guaidó, los 5000 marines le caerán encima dando comienzo a una nueva guerra, a la que nadie quiere llegar, pero como estamos igualmente en una nueva Guerra Fría.