Desde 2008 líderes comunitarios del barrio le apostaron a los recorridos turísticos con el objetivo de mostrar la otra cara de lo que fue, entre 1970 a 1984, uno de los basureros de Medellín.
Son pocos los recuerdos que quedan en la actualidad de ese sector marginado, contaminado y con pocas oportunidades que fue desde 1956 y hasta principios del 2000 el barrio Moravia de la Comuna 4 de Medellín.
Un barrio que aprovechó su localización, población y emprendimiento para hacerlo uno de los sectores más dinámicamente productivos del norte de la ciudad.
Establecimientos educativos y comerciales, centros culturales que brindan oportunidades de formación gratuita, recorridos comunitarios para extranjeros y locales, centros de salud y espacios de esparcimiento y encuentro son los que hoy se pretenden dejar en el imaginario de la gente a la hora de pensar en Moravia, comunidad que le apostó al desarrollo por medio de trabajos conjuntos entre sus habitantes.
De acuerdo con Orley Mazo, líder comunal de Moravia desde hace 30 años y quien se graduó hace un par de semanas en una técnica de turismo comunitario, erróneamente las personas han calificado al sector como una “invasión” sin conocer que los primeros habitantes del barrio fueron pioneros en desarrollo ya que se preocuparon por buscar ellos mismos fuentes de ingreso, mercado y vivienda sin depender de ninguna administración municipal.
“Nosotros debatimos mucho el término de ‘invasión’ con el que califican el barrio, por no lo consideramos así, ya que la misma comunidad, que decidió construir sus casas aquí, fueron los encargados de las vías que hoy dan acceso al sector, el alcantarillado y las fuentes de energía, así que si fuera una invasión las personas sólo se hubieran dedicado a establecerse y nada más”, comentó Mazo.
Con la unión comunitaria inició el proceso de transformación del barrio y la recuperación del territorio luego de que en 1984 la administración municipal decidiera trasladar el basurero a la Curva de Rodas debido al nivel de contaminación en el que vivían las familias establecidas en el cerro de Moravia, quienes subsistían del reciclaje.
Por años Moravia fue el barrio más densamente poblado de Colombia, de acuerdo con el líder comunal, por la alta diversidad cultural que tenía dado a que todas las personas desplazadas de otras ciudades llegaban a construir en la llamada “invasión” por la facilidad de habitar el terreno.
“Moravia siempre ha sido estigmatizado y llamado de formas muy peyorativas por el pasado que tuvo, pero para mí aquí nunca hubo pobreza, hubo desconocimiento de las oportunidades, por eso la primera forma de empleo que encontraron fue el reciclaje, es más, fuimos pioneros en esa dinámica de recuperar los residuos”, precisó el líder comunitario.
Según el censo realizado por la Alcaldía en 2004, año en el que se definió el “Proyecto de Intervención Integral de Moravia y su área de influencia”, 2.224 familias se alojaban en sus diez hectáreas de terreno, sobre una montaña de 35 metros de altura conformada por 1,5 millones de toneladas de desechos.
La inestabilidad del suelo, sus altas pendientes, la fragilidad de las construcciones, la presencia de desechos industriales, clínicos y domésticos, y la continua emanación de gases tóxicos y lixiviados, hacía que los habitantes de Moravia estuvieran sometidos a un elevado riesgo químico y microbiológico, lo que hizo que fuera declarado en el 2006, por el Ministerio del Interior y de Justicia, como calamidad pública.
Tras esto, se inició un intenso trabajo social, urbano y ecológico, activo aún en la actualidad, para lograr el reasentamiento de las familias que habitaban en situación de riesgo el Morro de basuras; sin embargo, hasta la fecha y tras la entrega en 2014 del jardín más grande de la ciudad construido sobre los desechos, aún viven en el sitio más de 800 personas, lo que significa al menos 150 familias que decidieron no restablecerse en un nuevo espacio.
El Morro de Moravia se ha convertido en uno de los espacios verdes de la ciudad, integrándose al resto de cerros tutelares de la ciudad que le aportan a la ecología municipal y la calidad de vida de la población.
Una exitosa articulación entre la comunidad y la administración ha generado espacios exitosos de fomento de cultura, tal y como lo fue la construcción del Centro Cultural Moravia, entregado en 2008, y el que ha servido para dinamizar los procesos sociales y reconstructivos del sector por medio de actividades que han llamado a la unión, el arte y el sano esparcimiento.
“El Centro Cultural fue lo que por fin le dio visibilización a la transformación de Moravia debido a todos los beneficios que le ha aportado a la comunidad, como la formación gratuita con más de 70 talleres artísticos y culturales para todas las edades. Para mí el desarrollo no son las paredes, para mí el desarrollo es la posibilidad de espacios de encuentro y participación con la comunidad”, comentó Mazo.
De acuerdo con el líder, el verdadero desarrollo social de Moravia se ha efectuado debido a las herramientas que se le han podido otrogar a la población para que se integre, cree, participe, se forme, conozca y se reconozca para un beneficio que además es colectivo.
Hoy, cualquier persona, local o extranjera, puede caminar con tranquilidad por las calles del barrio, dejando de lado los adjetivos dados en el pasado, la mala “fama” que por años ha alejado a turistas y el mal aspecto que aún queda en la imaginación de muchos, para pasar a ser partícipes del cambio que le ha logrado dar un aire de esperanza a la comunidad que está orgullosa del espacio que tienen como suyo.