El corregimiento El Prodigio, en el municipio de San Luis, oriente antioqueño, se convirtió en una zona verde de turismo, lea qué tuvo que dejar atrás esa comunidad para ello.
De San Luis, Antioquia, ahora se habla como un territorio ideal para el aprovechamiento turístico. Aunque siempre ha sido así, ya que existen allí diversos balnearios, cavernas, cascadas, senderos ecológicos y por estar ubicado en un cinturón kárstico, donde la topografía de la montaña y la erosión con los ríos han formado diferentes cuevas y grutas, hacía muchos años la comunidad no aprovechaba ese territorio así, debido a que en un tiempo pasado sufrieron los impactos del conflicto armado.
Sin embargo, lo que en este momento se vive allí se trata de turismo comunitario en armonía con el medio ambiente.
Equipo de trabajo de geoarqueología en San Luis, Antioquia.
Todo comenzó así, después del proceso de negociación en La Habana, la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, dispuso unos recursos para apoyar comunidades en zonas de posconflicto y fue ahí cuando el grupo de Investigación en Geociencias propuso un proyecto para establecer la ruta geoarqueológica en El Prodigio, corregimiento de esa municipalidad.
Aunque, unos años atrás, en ese lugar del Oriente de Antioquia la población tuvo que abandonar el territorio, tras el retorno, iniciado en 2017, ellos mismos llegaron con la idea de plantear a su comunidad desarrollos económicos diferentes al tradicional, que ha sido históricamente en reglones como la minería y la pesca artesanal.
Ahora, los sanluisanos ven una gran potencialidad en el tema del turismo de naturaleza, dado que su territorio es una zona rica en esos escenarios.
“Nosotros, con esa demanda de la comunidad y el interés de la universidad de vincularse con esas comunidades vulnerables, entonces, iniciamos un proyecto que constaba en diseñar, junto al grupo local Vigías del Patrimonio, la adecuación de una ruta, que ellos ya tenían previamente visualizada, de tipo geoarqueológica. Se trata de una ruta que está siendo utilizada para turismo y mezcla senderismo, elementos arqueológicos y arte rupestre”, narró Albeiro Rendón Rivera, geólogo, profesor del departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Unal.
Actividad de registro arqueológico en El Prodigio.
No obstante, el otro factor de esta ruta, la arqueología, contó con la suerte de que los mismos habitantes, cinco años atrás, habían venido descubriendo arte rupestre en el territorio, actividad que ya había sido reportada al Instituto Nacional de Antropología. Por ende, esos hallazgos carecían de la valoración y la cartografía necesaria para poder disfrutar de ellos, y ahí fue cuando entró a hacer ciencia el grupo de Investigación en Arqueología del departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia.
Este grupo de investigación se ocupó de la realización de un inventario del patrimonio arqueológico del corredor kárstico del corregimiento El Prodigio, dirigido al fortalecimiento del estatus patrimonial de las representaciones rupestres, en este caso, se halló “petroglifos grabados sobre rocas y pictografías que pudieron ser realizadas con diferentes tipos de pigmentos”, contó Alba Nelly Gómez García, jefe del departamento de Antropología de la UdeA.
Y fue así como, durante 2017 y parte del 2018, ambos grupos de investigación lograron construir, con la comunidad, una ruta geoarqueológica, la cual fue señalizada, se hizo la capacitación a los futuros guías y además logró constituir un museo arqueológico en El Prodigio, tras el estudio más científico del arte rupestre identificado en la zona.
En el momento, este corregimiento de San Luis, cuenta con dos proyectos finalizados, el de la Unal y el de la UdeA, y “tenemos la idea, las dos universidades, de seguir trabajando con los habitantes de El Prodigio en proyectos en temas comunitarios. Allá los habitantes tienen muchas iniciativas, pero necesitan un gran apoyo institucional para que sus ideas salgan adelante, se vayan consolidando en el tiempo y se mantengan”, añadió el profesor Albeiro.
Lo que lograron los investigadores de la Universidad Nacional fue crear una ruta que a escala de la calificación mundial de recorridos en sitios turísticos está valorada como intermedia, de uno a cinco obtuvo 3 puntos.
El Segmento A busca llegar al curso de la quebrada El Prodigio, con una longitud de 4.5 kilómetros y una duración aproximada de 4 horas. En ella se podrán apreciar valles en rocas calcáreas, cavernas con diversas formas, balnearios y los vestigios arqueológicos de los antepasados que ocuparon al municipio de San Luis.
El recorrido inicia en el cerro Pepinos, un lugar perfecto para contemplar los cúmulos de mármol con, precisamente, la forma de un pepino, se ubica en el kilómetro 2 de la vía El Prodigio a Puerto Nare; luego se llega al petroglifo El Búho, que invita a deleitarse con el tallado en piedra por los antepasados que habitaron la zona al exterior de la caverna.
Más adelante, “están las formas del mármol, en donde los caminantes podrán observar todas las figuras que pueden crearse en las rocas y el paisaje que existe en el territorio a causa de la disolución del mármol por la acción del agua”, refirió Luis Guillermo López, otro de los arqueólogos que hicieron parte de la investigación.
Continúa un tramo contemplativo, en donde a causa de una roca ígnea, conocida como Batolito Antioqueño, el paisaje ha cambiado de cerros pepinos a colinas bajas y onduladas; para así, llegar a una zona de descanso, propicia para integrarse con los demás acompañantes del recorrido.
Las imágenes corresponden a petroglifos (grabados sobre rocas), trabajos de identificación de áreas con alto potencial arqueológico, como también aterrazamientos del terreno antrópicos.
Finalmente, se llega a los tres tramos de agua. López explicó que en el río se avistan casi todas las rocas que se encuentran en las montañas de El Prodigio, los caminantes podrán allí identificar sus formas, texturas y colores para diferenciarlas; al seguir el recorrido, se llega a La Cascada del Amor, donde los visitantes podrán refrescarse en esta pequeña cascada, cuya característica es que el agua cae lavando las rocas grises del gran batolito; para así, acabar la ruta en la Cuneta del Diablo, más y más agua, un sitio ideal para bañarse y en el que finaliza la ruta A.
En el Segmento B son protagonistas los bosques, las cavernas y los hallazgos de arte rupestre en la zona. Es un tramo de la ruta ideal para los amantes al senderismo, que permite también el avistamiento de flora y fauna.
Este se inicia en el Alto del Viejo, ubicado en el kilométro 3 de la vía El Prodigio a la autopista Medellín – Bogotá; tras la marcha se avista el tronco caído de un cagüí, árbol nativo que alcanza hasta 30 metros de altura, y es el símbolo allí de la deforestación ocurrida; “al avanzar por las pequeñas explanadas se percibe en el interior de la vegetación las huellas humanas del pasado en el lugar, que fueron, posiblemente, los sitios de ocupación temprana en la zona”, especificó el arqueólogo.
Posteriormente, están las huellas de los arroyos perdidos, en este lugar se puede explicar el complejo mundo de la disolución de las rocas carbonatadas (karst) bajo tierra. A continuación, en una cavidad en el mármol, creada por la disolución, se aprecia una forma particular, la de un jaguar vigilante de la zona; al continuar, aparece parte del agua que se había infiltrado en el karst bajo tierra, formando unos túneles con ríos subterráneos.
Terminando, está la Caverna El Tigre, una formación rocosa con pictografías de los antepasados, para llegar luego a un balneario y así finalizar el tramo B de la ruta geoarqueológica.