Las tentaciones de Cristo en el desierto motivan esta reflexión para el primer domingo de la Cuaresma de 2020.
El tiempo es la pelea más grande que sentimos en nuestro interior. Nos mantenemos en una lucha perdida con el tiempo cuando al final del día decimos: “…hoy no tuve tiempo para…”. Occidente por querer dominar el espacio perdió el dominio sobre el tiempo, sin acordarnos que lo que nos ganamos en espacios termina dramáticamente perdido en tiempo. Alguien decía que a la eternidad jamás llegarían los que cambiaban el tiempo por el espacio. Los temas principales de la fe residen en el dominio del tiempo; recordamos la Pascua y Pentecostés, Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua.
La Cuaresma es un tiempo que siendo de Dios nos lo devuelve para que retornemos a su casa, que es el corazón de todos y cada uno de los hombres; a servirle que es la gloria de Dios y nuestra conversión.
Somos Eva y Adán ante Jesús
Dejémonos comparar por Pablo quien dice que somos Adán y Eva quienes dejaron envenenar su vida por la astucia de la mentira simbolizada en la serpiente, quien les prometía que serían como dioses si no hacían caso a las promesas de Dios. Sentirse desnudos fue el signo de abandonar a Dios.
La experiencia del Génesis se repitió en el desierto con las tentaciones a Jesús. “Si tu eres el hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en pan; si eres el hijo de Dios tírate para que los ángeles te recojan… Si te postras y me adoras, te daré todo esto” (Evangelio)
Nos quedan así para afrontar las tentaciones las actitudes de Jesús: La palabra de Dios, como pan, la fidelidad a Dios en el seguimiento y el servicio como sustituto de los egoísmos que adoramos. Toda tentación es un obstáculo que nos impide servir a los hermanos, particularmente a los pobres, olvidándonos así de lo que Dios quiere de nosotros, menos egoísmo y más espíritu de solidaridad.
La desesperación culmen de toda tentación
En realidad, la tentación mas grave son la desesperación y la angustia; porque nos impide sentirnos queridos por Dios. El culmen de toda tentación es la desesperación que nos hace sentir separados de Dios.
Oremos con el “Padre Nuestro” para que Dios no nos deje caer en las tentaciones y si por nuestra obstinación caemos; líbranos de todo mal porque "Dios, quien es fiel, no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará fuerzas suficientes para superarla" (1 Cor. 10,13).
Lecturas del domingo 1º de Cuaresma - ciclo a
Domingo, 1 de marzo de 2020
Primera Lectura: Lectura del libro del Génesis (2,7-9;3,1-7):
Salmo: Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,12-19)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,1-11):
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
Palabra del Señor.