Un signo que permanece

Autor: Iván de J. Guzmán López
14 julio de 2018 - 12:08 AM

Marinilla es un tesoro para el visitante, por sus joyas arquitectónicas y religiosas

En razón de mi agradable ocupación, visito con frecuencia a los municipios de Antioquia. Y a fe mía que cada visita es una experiencia deliciosa, por cuanto siempre encuentro cosas por admirar, empezando por la disposición de sus habitantes, sean ellos humildes o no; poco o muy letrados, amén de las cosas que uno descubre cuando va con el corazón dispuesto. Para reforzar mi aserto, debo recordar al genial Blaise Pascal, cuando afirmaba que “Antes de convencer al intelecto, es imprescindible tocar y predisponer el corazón”. Creo que fue, exactamente esto último, lo que ocurrió en mis visitas al municipio de Marinilla.

Predispuesto el corazón por la información previa que tenía de un magnífico museo donde se exponían cientos de crucifijos, sumado ello a mi bien formada imagen de su gestor, el doctor Roberto Hoyos Castaños (una vida llena de logros y signada por la espiritualidad, sea dicho de paso), en mi primera visita me lance, literalmente, a conocer dicho museo. Tocado y predispuesto el corazón, el intelecto se encontró con 1.560 crucifijos, “adquiridos, conservados y clasificados por espacio de 30 años”, en palabras del doctor Roberto Hoyos Castaño, “unas veces en mis viajes por el mundo, otras por regalos de mis hijos y amigos que conocían de mi gusto y dedicación por esta materia, y me sorprendían con sus agradables obsequios”.

El 3 de mayo de 2005, en el acto de apertura de la exposición, en el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe (hoy justamente llamado Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia), dijo el doctor Hoyos Castaño: “Me complace presentar esta colección de arte religioso única en su género en Colombia, conformada por 1.560 crucifijos procedentes de un amplio número de países como Inglaterra, España, Francia, Rusia, Italia, Estados Unidos, Alemania, Argentina, Chile, Uruguay, Egipto, Israel, México, Suiza, Ecuador, Perú, Venezuela, Cuba, Kenia, Bolivia, y muchos Otros”.  “(…) La idea de realizar esta tarea, surgió como consecuencia de  mi profunda fe católica, herencia de mis padres que he querido guardar a través de mi vida. Desde niño la siento y la vivo; ha sido para mí, compañera de todos los días, tanto en los momentos de éxito y alegría, como en los dolorosos y conflictivos”.

Vea: Necoclí, muy Caribe está

Desde el año 2005, se puede disfrutar de esta colección en el Municipio de Marinilla, exactamente en la Casa de la Cultura José Duque Gómez, al cuidado de la Secretaría de Educación y Cultura de Marinilla, bajo la egida profesional del buen amigo, Carlos Mario Gómez Arcila. Ese año de 2005, durante la entrega de la Colección, dijo su autor: “Hoy existe el Museo de Cristo, como una expresión más, de mi sincero afecto  por mi patria chica, por la que tanto he entregado desde mi hacer y ser profesional”.

Andando el tiempo, ya fallecido el doctor Roberto Hoyos Castaño (hecho acaecido el 27 de julio de 2008), conocí al joven Roberto Hoyos Ruiz, su hijo, a la sazón presidente de la Asociación de Bananeros de Urabá (Augura). Fue en una tarde de tertulia deliciosa en La Tienda del Vino, de El Poblado, donde compartíamos mesa y anécdotas festivas, adobadas de casuística política, con los doctores Manuel Santiago Mejía Correa, Raúl Tamayo Gaviria, Martín Ospina Gómez, Alberto Uribe Correa, Carlos Esteban Arrubla Paucar, entre otros. Desde entonces creció mi afecto por la familia Hoyos Ruiz, y por esa colección hermosa que llega al alma y que invita a meditar con devoción sobre la imagen de Cristo, la simbología de la Cruz, y la grandeza del Municipio de Marinilla, hoy bajo la administración de un alcalde joven, inteligente, lleno de don de gentes y amor por su ciudad, como lo es el doctor Édgar Augusto Villegas Ramírez.

Sin duda, Marinilla es un tesoro para el visitante, por sus joyas arquitectónicas y religiosas como la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo romano y rediseñada por el arquitecto francés Carlos E. Carré; la Capilla de Jesús Nazareno, construida entre 1752 y 1760, y que es monumento Nacional;  la Iglesia de María Auxiliadora y la Capilla de la Sagrada Familia. El Museo Histórico y Arqueológico. El Seminario del Colegio Corazonista, el Monumento a Simón Bolívar, y la misma Casa de la Cultura José Duque Gómez; el Puente Cascajo en la vía Marinilla- Rionegro, las fábricas de instrumentos de cuerda, a más de su tradición gastronómica y sitios naturales; pero esta colección de Crucifijos, que hoy rebasa los 2.700, llegados de todos los confines, hace que Marinilla sea reconocida en Colombia y en el mundo, y que las vidas de  Roberto Hoyos Castaño, y Robertico Hoyos Ruiz, estén muy presentes en el alma de cada habitante de Marinilla, y, seguramente, en la diestra de Dios Padre, como Peralta, en el cuento de don Tomás Carrasquilla.

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