Un riendazo de velocidad: gravity bike

Autor: La Urna Abierta
4 junio de 2019 - 08:02 PM

Lo esencial de este tema es la urgencia de reconocimiento por parte de los agentes policiales, para que dejen de tratar a los jóvenes como ladrones y los reconozcan más como deportistas en formación

Medellín

Por Juan David Garcés Zapata*

Los que arman el azote son jóvenes de diversas clases sociales, que buscan experimentar por medio de la velocidad un acercamiento al placer de poner en riesgo la vida, el azote se programa en grupo principalmente. Hoy en día no se trata de una práctica underground como se pudo considerar hace una década, más bien se ha establecido como un deporte de alto riesgo, y esta condición de ventura y fatalidad se da por el entorno donde se práctica no por la incapacidad de quién maniobra.

Grabity bike es el nombre de este deporte extremo que se fundamente en salir a las pistas, que son las autopistas y vías secundarias. En el área metropolitana es común verlos en Robledo descolgando la vía 80, también por la vía las Palmas, en Belén las violetas bajando por el mirador de Alpes y más breve por la vía Medellín-Bogotá.  

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Se trata de descolgar una loma, principalmente en una bicicleta modificada para ganar velocidad en el descenso, también se utiliza en menor medida las denominadas longboard, que es una patineta bastante hechiza. Las modificaciones son inconmensurables, sin embargo los principales detalles de aquellos vehículos es que son bicicletas de monoplato pequeño, con espiga corta y sillín largo, unas veces son sillines de monareta, aunque generalmente se trata de tablas encintadas con un soporte; además de que algunas tienen una adición de peso en el marco, justamente para incrementar la velocidad. Algunos de los errores groseros con las bicicletas es que algunos individuos deciden quitarle los frenos y muchos otros dejan la bicicleta sin plato, porque lo esencial es siempre azotar la bajada y esto conduce a innumerables inconvenientes al momento de movilizarse o detenerse.

Para movilizar la bicicleta en la subida, se posee la “vida” que es un gancho con un lazo amarrado y que se instala en la carrocería de automotores que vayan hacia el destino requerido,  es decir, “coger la pega” en el lenguaje de los jóvenes.

Johan Guevara, (Q.E.P.D) un vieja guardia en el tema, comentaba su experiencia ante la cámara de David, un Youtuber que se ha puesto en la labor de recopilar vídeos y producir contenido acerca de este deporte, llamando su canal: Elazote Noroccidente. Johan en una de las entrevistas comentaba lo siguiente: “Al descolgar se siente tanta energía, tanta adrenalina que te llena el corazón y el alma, y te hace sentir tan feliz cuando vas bajando, sintiendo el viento rozar tu cara, mientras las lámparas pasan por los lados”.

El pasatiempo comentado, se convierte en la recreación puntual y celosa de muchos jóvenes que ante la imposibilidad de acceder a unas actividades mayormente formativas, dedican su vivencia a “ponchar con los parceros” y “bajar durísimo”; expresiones comunes que denotan la necesidad de reconocimiento práctico de sus vidas, porque muchas veces no se trata sólo de descender, sino de “pedir punta” que es ir punteando el grupo con el que se azota para obtener al fin de cuenta, reminiscencias y respeto por parte de los compañeros; tratándose intrínsecamente de un despliegue de aptitudes que se justifican por la necesidad ser  vivenciadas, más que contempladas.

De esa manera, lo esencial de este tema es la urgencia de reconocimiento por parte de los agentes policiales, para que dejen de tratar a los jóvenes como ladrones y los reconozcan más como deportistas en formación. Lo anterior conlleva a que en primer grado no haya una detención de las bicicletas y que se las lleven para los patios,  en segunda instancia que les puenteen  las llantas para que no puedan ir en ellas y finalmente que no se lleguen a instancias de agresiones físicas por la oposición a la detención de sus vehículos de transporte.

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También se genera un llamado a los civiles para que eviten obstruir el descenso de los practicantes, evitando imponer el vehículo que manejan, reduciendo los espacios de paso, y mucho más necesario, es que siempre se maneje con las laterales encendidas, porque no hay elemento más peligroso que un mal llamado “carro fantasma” ya que se trata de una práctica principalmente nocturna, cuando el tráfico se reduce. 

*Estudiante de Filosofía UDEA, juan.garcesz@udea.edu.co

 

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