Con el proyecto Centro Parrilla se renovaron 90 kilómetros de acueducto y alcantarillado en el Barrio de Todos.
Había que cambiar las viejas por unas nuevas. Era justo y necesario, porque ya cincuentonas y limitadas, habían cumplido su vida útil. Y aunque el esfuerzo para lograrlo quedó enterrado, bien valió la pena, porque los beneficios con las modernas son palpables y duraderos.
Esa fue la idea que se puso en marcha con el proyecto Centro Parrilla, propuesto para renovar y modernizar las redes de alcantarillado y acueducto del Centro de Medellín, en aras del desarrollo y el crecimiento de la ciudad, el bienestar de la comunidad y el saneamiento de las quebradas que atraviesan el llamado Barrio de Todos.
Y después de cuatro años, con unos diez meses de atraso por circunstancias adversas, EPM y la Alcaldía le entregaron hoy a la ciudad el resultado de ese trabajo.
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En promedio, esas redes del sector comprendido entre las calles 44 (San Juan) y 62 (sector El Chagualo, al norte de la Plaza Minorista) y entre las carreras 38 (parque de Boston) y el río Medellín, tenían más de 50 años de funcionamiento, con un evidente deterioro, y además su capacidad ya era muy limitada frente a las necesidades de la zona.
Según explicó Jorge Londoño De la Cuesta, gerente de EPM, la ejecución del proyecto genera tres grandes beneficios. “El primero, que se logró captar más de 107 descargas de aguas negras que caían a las quebradas y el río Medellín y ahora llegan primero a los colectores y luego a los interceptores que van a la planta de tratamiento de aguas residuales en Bello".
Es decir, en términos ambientales, este trabajo cumple el propósito de evitar que las aguas negras sigan cayendo directamente a las quebradas del Centro: Santa Elena, La Mansión, La Loca, La Palencia, Guanteros y Guayaquil.
Un segundo beneficio es que “la capacidad de construir más vivienda en el Centro queda habilitada”, pues con la infraestructura subterránea que había anteriormente no era posible atender la demanda de más edificios de viviendas, tampoco había forma de llevarle suficiente agua o de descargar tantas aguas negras con los sistemas anteriores.
Y el tercer beneficio, dijo, es que “con estos trabajos se aprovechó para intervenir buena parte del sistema de andenes y jardineras”, que también le dan una nueva imagen al Centro”. En otras palabras, no sólo se hizo el trabajo ambiental, sino que se embelleció y se habilitaron las zonas peatonales alrededor de este proyecto. Un esfuerzo integral.
Atraso y adición
Pero no fue fácil. Había que hacer el cambio en plena actividad y la cotidianidad del Centro, tratando de impactar lo menos posible esa dinámica en la que se mueven diariamente por lo menos un millón 200.000 personas que habitan o visitan el sector.
“Para esto se utilizó, por primera vez, un sistema de tuneladoras, es decir tecnología sin zanja en el 70% de las redes, logrando su instalación, reemplazo o rehabilitación con un mínimo de excavación y afectación de las actividades de la superficie, al punto que se pudo por ejemplo trabajar en la avenida Oriental, una de las más transitadas de Medellín, sin que los peatones y conductores lo percibieran”, comentó Londoño De la Cuesta.
Sin embargo, bajo tierra había otros imprevistos y entonces la obra que inició en 2015 con un presupuesto de entrega a mediados de 2018, demoró otros diez meses.
“La principal razón del atraso es que se hizo más trabajo. Inicialmente se pretendía intervenir un total de 70 kilómetros de redes, pero al final se hicieron 90 (42 kilómetros de redes de acueducto y 48 de redes de alcantarillado). Un 30% más de lo inicialmente planteado”, explicó Adriana María Londoño Carvajal, gerente de proyectos de aguas y saneamiento de EPM.
Y para mayor incidencia, de esos 90 kilómetros hubo dos que se hicieron especialmente difíciles. “Lo llamamos el colector expreso, cerca al parque de Boston, por la calle Caracas bajando hacia el río, fue el tramo más difícil y complicado. Dos kilómetros de una red a 20 metros de profundidad, con unas características de suelo muy complicadas, que incluso nos obligaron a buscar alternativas ecológicas y a traer expertos que nos ayudaran al manejo de ese tramo para no causar mayores afectaciones”, contó la funcionaria.
Frente a esas contingencias, además de las causadas por las dificultades del terreno que paralizaron repetidamente el sistema de tuneladoras, el costo del proyecto exigió una adición de 65.000 millones de pesos.
“Inicialmente el proyecto contemplaba una inversión de 210.000 millones de pesos, y al final fue de 275.000 millones. Pero no la denominamos sobrecosto, sino una mayor inversión, por el mayor alcance de obra, tanto en kilómetros de acueducto y alcantarillado, como en urbanismo, andenes y jardines, que inicialmente no se contemplaban”, precisó Londoño Carvajal.
En total, fueron 68.000 m2 de nuevos andenes construidos, con los que se logra un mayor bienestar para todos, en especial para las personas con movilidad reducida, además de jardineras y sillas para una mayor comodidad de paseantes y visitantes.
Así es que a quererlas, a cuidarlas y a disfrutarlas, no importa que estén bajo tierra, porque renovadas esas redes ofrecen comodidad y bienestar. Y por mucho tiempo.
Hallazgos
En desarrollo de las obras del proyecto Centro Parrilla se produjeron importantes hallazgos arqueológicos, que no fueron, como se pensó en su momento, motivo de retraso en la obra.
“Con el proyecto se hizo la recuperación y protección de más de 2.400 piezas y fragmentos de arqueología, además se identificaron 55 puntos de interés ubicados en la carrera Cúcuta y en las calles Juanambú, Zea y La Paz”, manifestó el gerente de EPM.
Entre los hallazgos, que dan cuenta de las formas de habitar Medellín en distintos periodos de su historia, se destacan:
- Puentes en calicanto que cruzan las diferentes quebradas que atraviesan el Centro, construidos en 1860.
- Partes del sistema de distribución, válvulas y pilas públicas del acueducto antiguo de la ciudad que se estiman de 1896.
- Coberturas de bóvedas en ladrillo de algunas de las quebradas, construidas cerca de 1875.
- Fragmentos de lozas industriales y de vidrio importadas de Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.
- Fragmentos de cerámica Precolombina del periodo temprano (0-800 d.C).